Las cámaras y micrófonos puestos para registrar la reunión en la que se añoró una Gestapo para perseguir sindicalistas fueron colocados el día anterior por técnicos de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Los individuos llegaron con una escalera al hombro, los recibió una señorita en traje de azafata, no se registraron, y tuvieron las manos libres para hacer la instalación: “Tienen una hora y veinte”, les dijo la joven que los fue a buscar a la puerta. En total, colocaron cuatro cámaras y un micrófono escondido en el yeso del techo. Al día siguiente, el 15 de junio de 2017, se hizo el encuentro encabezado por los tres altos jefes de la AFI y el ministro de Trabajo de María Eugenia Vidal. Y el 16 de junio, se desmontó la estructura, siempre con el mismo procedimiento. Todos los datos los recibirá el juez federal Ernesto Kreplak, a cargo del expediente.
El “cableado” del salón que hizo personal de la AFI, era el habitual, pero hubo una excepción llamativa: las cámaras y micrófonos que se instalaron en el penal de Ezeiza las pusieron técnicos de la Policía de la Ciudad, destinados en comisión en la AFI. Ese espionaje se hizo con una orden judicial para, supuestamente, escuchar al Rey de la Efedrina, Mario Segovia. Pero se utilizó para espiar a dirigentes políticos, sindicales y empresarios. Eso generó nada menos que 105.000 archivos de audio --una cifra descomunal-- que están en poder de la AFI y que la interventora, Cristina Caamaño, concurrirá a Comodoro Py a pedir que se profundice la investigación (ver aparte).
Las órdenes de arriba
El operativo de espionaje a la reunión de la Gestapo antisindical se hizo, sin duda, con el visto bueno del gobierno bonaerense y el gobierno nacional. No sólo se demuestra con la presencia de tres directores de la AFI --algo inédito en la historia de lo que fue la SIDE-- ni porque las imágenes aparecieron en una computadora de la central de espías. El armado de la estructura para filmar y escuchar la reunión lo evidencia, ya que los técnicos entraron sin registrarse, trabajaron libremente en el salón, se fueron y volvieron al día siguiente de la reunión para desarmar todo.
Ninguno de estos pasos podía darse sin que las órdenes vinieran de autoridades del máximo nivel. Por un lado, del gobierno nacional, porque se trató de tres directores de la AFI. Por el otro lado, del gobierno bonaerense, por el acceso a la sede misma y porque estaban dos ministros de María Eugenia Vidal. Seguramente el juez Kreplak y la Comisión Bicameral de Seguimiento de los Organismos de Inteligencia, que lidera Leopoldo Moreau, están en condiciones de averiguar, por ejemplo, cómo se dieron las autorizaciones en el Bapro para realizar el encuentro y para armar toda la estructura de espionaje.
Los espías llegaron con la escalera al hombro
El 14 de junio de 2017, dos técnicos de la AFI fueron al antiguo edificio del Bapro, al piso séptimo, para colocar todos los dispositivos. Cuando llegaron al banco, incluso con la escalera al hombro, los esperaba una mujer que los hizo pasar sin registrarse. Les dijo, cuando llegaron a esa especie de SUM (Salón de Usos Múltiples): “Tienen una hora y veinte minutos. Yo los vengo a buscar”. Todo indica que esa misma joven, vestida de azafata, recibió al día siguiente, en la puerta del banco, a todos los que participaron de la reunión. También los hizo entrar, sin registrarse, y los acompañó hasta el salón.
Cuando pasó la hora y veinte del día previo, la chica vino a buscar puntualmente a los técnicos de la AFI y los hizo salir del banco, obviamente que sin registrar la salida. Por supuesto que la chica no tenía poder decisión, le dieron la orden.
Los dos técnicos de la AFI se ocuparon, uno de colocar las cámaras y el otro del sonido. En total se pusieron cuatro cámaras, dos de cada costado de la sala. Página/12 ya dio cuenta de la existencia de imágenes tomadas al menos de tres ángulos distintos: aparentemente la cuarta cámara sólo funcionaba en caso de alguna falla de las otras. Está claro que no se trató de un operativo de seguridad, porque las cámaras no enfocaban a las puertas sino a la mesa.
El técnico que se ocupó del sonido puso los micrófonos por arriba de la mesa, en una especie de pliegue de yeso en el techo. Todo lo que importaba era el contenido de la reunión y por eso se percibe poco lo que hablaron los protagonistas cuando iban llegando y estaban cerca de las puertas, pero se escucha perfecto lo que dicen sentados a la mesa. Se percibe hasta el movimiento de papeles. Según le dijeron especialistas a este diario, el audio fue mejorado con la utilización de un software.
La reunión de la Gestapo se hizo el jueves 15 de junio. El viernes se repitió el operativo. Los hombres de la AFI fueron a desarmar la estructura. Otra vez entraron sin registrarse, la misma joven les volvió a dar una hora y veinte de tiempo, los vino a buscar y los sacó sin dejar rastros. Todo por orden de arriba.
Cámaras Axis made in USA
En principio, las imágenes tienen el logo Axis porque, efectivamente, las cámaras son de esa marca. Pero la compra no la hizo la AFI en la Argentina, sino en el exterior, como ocurrió con los 120 teléfonos encriptados que se le entregaron a funcionarios políticos, operadores judiciales, amigos de Mauricio Macri y hasta al procurador bonaerense, Julio Conte Grand, lo que exhibe la trama judicial.
Pero, a diferencia de los encriptados, en este caso no se encontraron las facturas de compra, lo que significa que se adquirieron con fondos reservados. Al principio de su gestión en la AFI, la interventora Caamaño dejó una frase memorable: “Hasta el papel higiénico se compró con gastos reservados, es decir que sin dejar registro de nada”.
El lugar de la reunión en la política macrista
Lo más impactante que surge de la trama de la colocación de cámaras y micrófonos es que todo se hizo para dejar registrada esa única reunión. Parece inaudito semejante esfuerzo, pero si se miran las cosas de cerca, las piezas encajan:
- Un mes antes del encuentro en el Bapro, estuvieron al mismo tiempo en la Casa Rosada, en el despacho presidencial, el titular de la AFI, Gustavo Arribas, y el ministro de Trabajo bonaerense, Marcelo Villegas. Este último tuvo un papel protagónico en la reunión y la AFI mandó a tres de sus directores más importantes. El ministro de Trabajo de una provincia no tiene rango para encontrarse con el Presidente, pero se ve que Macri monitoreaba estas cosas.
- La política central del macrismo --2017 era año electoral, pero ocurrió antes y después-- consistía en provocar escándalo tras escándalo político-judicial-mediático. Meter presos a Juan Pablo "Pata" Medina, a Hugo y Pablo Moyano, Roberto Baradel, Daniel Scioli, Alberto Pérez, empresarios como Cristóbal López y Fabián De Sousa y, por supuesto, a las máximas figuras del kircherismo, empezando por el exvicepresidente Amado Boudou, los ministros como Julio De Vido y empresarios como Lázaro Báez. Desde ya que el objetivo principal era Cristina Fernández de Kirchner. La importancia de esa política queda evidenciada con el aparato descomunal que montaron para esa única reunión.
- Otra prueba evidente es el audio --adelantado por Página/12-- en que el subcomisario de la Bonaerense, Hernán Casassa, contó que la mesa judicial bonaerense --María Eugenia Vidal, Cristian Ritondo, Julio Conte Grand y Federico Salvai-- se reunía con jefes de la AFI en el edificio de la central de espías, frente a Casa Rosada. El producto de aquellas investigaciones ilegales --sin orden judicial-- se le hacía llegar “mágicamente” a Elisa Carrió, que hacía las denuncias. Esto lo confirmó después Casassa cuando fue a declarar a la Bicameral.
- La cantidad de operaciones de espionaje también pone en foco que ésta era una política central: espiaron en las cárceles (ver aparte), al Instituto Patria, al obispo de Lomas de Zamora, Jorge Lugones --porque hablaba por teléfono con el Papa--, a comedores y movimientos sociales bonaerenses, a referentes de Juntos por el Cambio que no sintonizaban del todo con Macri, y personalmente dos directores de la AFI, Juan Sebastián De Stefano y Fernando Di Pasquale, fueron a ver al juez Luis Carzoglio para que firme la órden de detención de los Moyano. Espionaje y armado de causas por todos lados.
- Las cosas tenían el sello del propio Macri, como se prueba con el espionaje a su hermana menor, Florencia, y a la pareja de ella.
Evidencias
Está probado ahora que la estructura de espionaje se montó específicamente para la reunión de la Gestapo. Todo consistía en tenderle una trampa a Juan Pablo "Pata" Medina: le pararían las obras, el sindicato reaccionaría, la AFI se encargaba de la filmación y, como dijeron en el encuentro, “la parte judicial está arreglada”. Sumarían lo que ellos consideraban otro logro en su estrategia.
Nadie polemiza sobre la existencia o no de delitos cometidos por el dirigente de los trabajadores de la construcción: en cualquier caso, debió llevarse adelante una causa judicial limpia, sin trampas. La actual interventora de la AFI --denunciante en esta causa-- mucho antes de ocupar el cargo, siendo fiscal, encabezó la investigación que puso tras las rejas, en 2011, a un gremialista mucho más poderoso que Medina, el ferroviario José Pedraza, responsable del asesinato del joven militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra.
La gobernadora Vidal alega que la AFI tendrá que explicar por qué filmó esa reunión. Las pruebas indican que la AFI, el gobierno nacional y el gobierno bonaerense actuaron en conjunto y hubo autorización superior para que se realice en el Bapro. Tal vez el objetivo de registrar el encuentro fue exhibírselo después al propio Macri --una hipótesis asombrosa-- o tener un material para "apretar" a algún empresario que, como dice el expresidente, "pretendiera sacar los pies del plato".