Cuando a Liliana Viola le propusieron hacer un ciclo de entrevistas audiovisuales para la Red de Bibliotecas Públicas de la Ciudad, se enfrentó a su propia idea de fracaso. "Mi gran fracaso dentro del periodismo es mi falta de habilidad y falta de coraje para hacer entrevistas. Me considero una buena editora, puedo llegar a hacer alguna nota de opinión, pero si me dan una entrevista salgo corriendo de terror", dice la conductora de Harta del Éxito, un ciclo de entrevistas con el eje en una situación tan vilipendiada como inexorables. Las respuestas -hasta ahora- abren otras luminosidades. Para Camila Sosa Villada, “el concepto del éxito siempre es algo ajeno, siempre es algo que viene del resto, es una sensación ajena. Pero el fracaso es una sensación personal que una tiene adentro”. La autora de Las Malas es una de las entrevistadas. En otra entrega, la conductora le dice -con ironía- al crítico literario Ariel Schettini: “Un crítico no puede ser nada más que un gran fracasado”. Y él responde: “Esa es la imagen clásica de un crítico o de la persona que se dedica a escribir sobre la escritura de otro, es como un anti creador por antonomasia”. En los diferentes capítulos se habla del fracaso como un concepto que nos atraviesa, explorando su relación con la literatura nacional y con nuestra vida. “Yo tengo una relación bastante buena con el fracaso en la escritura”, dice Mariana Enríquez. Y en la primera entrega, Marta Dillon lanza: “Soy una persona acostumbrada a nadar en el barro”.
Cada entrevista despliega una idea distinta del fracaso, a cuento de la obra de sus entrevistades. I. Acevedo plantea que "el fracaso, como en los Tres Chiflados, es algo que da risa, es algo divertido que te mueve", y también que produce "literaturas fascinantes". Paula Pérez Alonso, que conoció el éxito editorial con "No sé si casarme o comprarme un perro", en los años '90, considera que "todo gran plan está destinado a fracasar". Alrededor del fracaso se anudan biografías de escritores, sus obras, anécdotas de la propia vida de quienes cuentan historias.
"A veces el fracaso se mide por el tamaño del plan, por el tamaño del proyecto, y otras veces también se mide por ni siquiera haberlo intentado", dice Viola, en diálogo con Las12. Periodista, editora, escritora, saca a relucir el humor. Decidió intentarlo y, entonces, se blindó ante el posible fracaso. "Respecto de cómo se eligieron los entrevistados, e incluso el tema, dije que por favor sean amigos, para no sentir esa presión, porque otro los miedos que tengo ante la idea de la entrevista es preguntar algo fuera de lugar, algo que moleste a la persona con la que estoy conversando, que desbarate por completo la conversación. No poder dormir de noche luego de haber hecho entrevista, pensando en el papelón que hice o en lo que estará pensando de mí esa persona, o sea la neurosis infernal frente al tema, que sabía que iba a estar saldado con amigos o con gente con la que he trabajado y a la que quiero mucho y sé que también me quiere y me iba a tener piedad".
El zócalo de Viola en el programa dice: "Entrevista sin éxito", otra forma de prevenirse. "La idea de tocar un tema que es literario y que es el que yo misma tengo que vencer, al hacer estas entrevistas, me pareció una idea ideal. También me solucionaba la difucltad de hacer un programa tan grande sobre literatura, armar una conversación, armar una conversación sobre un todismo, o sobre el último libro que escribió esa persona, eso me causa... No quiero decir angustia, te diría que caigo en abismo ante eso. En cambio, si convoco a la gente con un tema específico y nuestro cometido mutuo es ahondar, profundizar e incluso caer en un tema, eso me da mucha más tranquilidad y a su vez pienso que también a les espectadores les puede resultar interesante ir sobre un tema seguro".
Lo nodal, aquello que hace a estas entrevistas una delicia de 20 y pico de minutos, es que "el tema es absolutamente literario. La figura del loser recorre la historia de la literatura, y también la figura del fracaso persigue a quienes escriben, tanto el fracaso en las historias, en los relatos como en el trabajo con la palabra, así como en la pretensión de éxito frente al texto frente a lo que se escribe, y no del éxito editorial simplemente, que también está".
Así llegó a encontrarse con Marta Dillon, poeta, escritora, editora, periodista y activista lesbiana, que durante 25 minutos de charla, recorre con Liliana sus publicaciones. Una de ellas es Corazones Cautivos, la vida en la cárcel de mujeres (2007). “Yendo una y otra vez a la cárcel pude ver que las lesbianas y travestis no sólo son juzgadas por el delito sino también por sus cuerpos, por su identidad de género”, dice Dillon sobre su libro que cuenta, en la voz de ocho presas en Ezeiza, la vida cotidiana en el encierro. En ese libro podía verse que la mayoría de las mujeres presas eran pobres y casi el 20 porciento eran extranjeras.
Aparecida, editado en 2015, es otro de sus libros sobre los que hablan en esta charla. “Una muerte que llega 35 años después entra en el terreno de lo material porque hasta que no aparece el cuerpo está la fantasía de que te la podés encontrar en un colectivo”, dice Marta ante la pregunta sobre la aparición de los restos de su madre, detenida desaparecida durante la última dictadura militar. “El erotismo y la amistad son las dos cosas que me han permitido salir del pozo y también los vínculos familiares aunque me incomoda un poco la palabra por su relación con la norma hetero cis patriarcal, pero mi maternidad es uno de los tópicos que, aunque hecho de fragilidades y fracasos permanentes, también me salva”, agrega la periodista. “¿Siempre fuiste poeta?”, le pregunta Viola. “Ahora me hice poeta en el último tramo de mi vida profesional”, contesta Dillon riéndose. Y el programa termina con la lectura de uno de sus poemas de su último libro La intensidad (2020).
El segundo capítulo del ciclo es una entrevista al crítico literario Ariel Schettini. “No nos vamos a poner ningún objetivo para no fracasar”, lo saluda Liliana al comenzar. Ser crítico, dice Schettini, es también tratar de remontar una experiencia que puede ser irremontable que es hablar de la literatura de los demás, es parecido al chismoso, en el querer saber qué dicen los demás y cómo lo hacen. “Para ser un revelador hay que mostrar cuáles son los hilos que tiene cualquier construcción, ponerse en un lugar de lectura que no es el de disfrute sino el del pesquisador, el del que busca los cimientos sobre la escritura”, explica.
Durante la charla, Liliana reflexiona sobre la frase "harta del éxito", que le da el nombre al programa y se pregunta por qué siempre aparece en femenino: “es como que la posibilidad de reírnos frente al fracaso con ironía parece estar más asociada a la mujer que al hombre”, dice. Sentado enfrente suyo, Ariel le responde: “hay una tradición de las mujeres proletarias antes del siglo XX en donde aparece ese personaje femenino que conoce un oficio apenas entrando al mundo del trabajo y es cuestionada por su cuerpo, por cómo lo gobierna. La costurerita que dio el mal paso, personaje de la porteñidad, es una mujer que se tuvo que ir de Palermo porque no pudo gobernar su cuerpo pero sí su oficio, una persona que había encontrado un trabajo pero es expulsada de la sociedad”.
"El fracaso es no poder nombrar el fracaso"
Durante la entrevista, hablan de las novelas de Gálvez como La maestra normal, de esos personajes que tienen algo que ver con el universo del trabajo proletario y el universo de la sexualidad. “La idea es que el mal paso es una constante”, dice Viola. “Hay una tradición de nuestra cultura popular que es contar el fracaso, el tango es así. Pero el fracaso es no poder nombrar al fracaso, cuando se puede nombrar es como que se diluye porque quiere decir queuno está con otro, con otres. Cuando es de muches, es una tragedia y la tragedia es una experiencia social, el fracaso es individual”, explica Schettini. Roberto Arlt es uno de los que instala la pérdida en la literatura argentina, trae Viola a uno de los escritores más leídos de la primera mitad del siglo XX. “Los personajes de Arlt están todo el tiempo en estado de pérdida y de fracaso y en la ensoñación de si hay una vida mejor, la posibilidad del progreso; son acechados por el tema del fracaso y del trabajo. Pero en toda idea de trabajo aparece también la idea del horror, el sopor, la esclavitud, el yugo”, dice Schettini. Y ahí es cuando Arlt arma la idea del batacazo, de cómo salir de ese yugo con una idea genial como los inventos de sus personajes, agrega la entrevistadora. Y es que, según el crítico literario, el fracaso tiene una dignidad que la victoria no tiene, dice parafraseando a Borges: “tiene un momento de exploración de sí mismo. El éxito no tiene modo de ser discutido ni evaluado mientras que el fracaso tiene una búsqueda".
Reírse de habitar la caída
A partir de esa idea, de lo fecundo que puede ser el fracaso, Viola retoma el nombre del programa, ante una pregunta de Las12. "Todes buscamos, deseamos, por supuesto que nos vaya bien, que nos vaya bien en una relación, en un examen, con el libro que publicamos, que nos vaya bien en el trabajo. Ahora, la palabra éxito tiene algo de luces de neón, tiene algo cursi, te diría. El éxito como concepto, genera desconfianza, genera un poco de risa también. Por el contrario, el fracaso tiene otra hondura. Diría que el fracaso no es lo contrario del éxito, el éxito es algo inalcanzable, que les pasa a los otros y que no termina de ser completamente verdadero. Por eso, la expresión harta del éxito me pareció muy oportuna como síntesis de lo que íbamos a hablar, sobre todo porque me parece una expresión eminentemente femenina, es raro escuchar a un hombre que diga que está 'harto del éxito'. La expresión harta del éxito está más relacionada con el modo en que enfrentan el fracaso o la caída o la mediocridad las femineidades en general Es una frase que podemos ver más en una travesti, en una marica, y en una mujer. De hecho, está en femenino. Es un modo de reírse de habitar la caída".
La tercera entrevistada es la escritora Camila Sosa Villada, cuya novela Las Malas, fue considerada una de las mejores de 2019 y será traducida al alemán, al francés, al italiano y al croata. “Mi papá me castigaba por no ser varón, por no ser como mis hermanos mayores y yo trataba de ganarme su cariño, su afecto, pero eso era imposible porque además la presencia de mis hermanos más grandes que eran rubios y de ojos celestes, lo obnubilaban. Yo podía venir con las mejores notas del colegio, hacer todas las tareas que él me dejaba (a mí me mandaba a laburar y a ellos no), pero no lo conseguía, eso fue el fracaso más grande de mi infancia”, dice Camila durante la charla. En Tesis de una domesticación (2019), la protagonista logra alcanzar una vida burguesa: se casa, tiene una relación con sus padres, un hijo, un trabajo, gana dinero, “pero nada de eso la conforma, no la hace feliz. Me da la sensación de que ese tipo de travestis necesitaba fracasar para poder existir”, dice Sosa Villada.
Otra de las entrevistadas es la escritora Mariana Enríquez. Al comenzar la charla, Viola le pregunta cómo fue la educación sentimental en torno al éxito y al fracaso durante su infancia. “Era una educación contradictoria: en la superficie el discurso era nosotros te queremos igual, hacé lo que quieras, pero si en un examen me sacaba un 8, la pregunta era por qué un 8 y no un 10”, dice Mariana.
“Sos la invitada ideal para este ciclo, por los títulos de tus obras Bajar es lo peor, Las cosas que perdimos con el fuego, ¿qué nos podés decir sobre eso?”, le pregunta Liliana. “Los títulos los elijo porque me gustan, por lo que evidentemente hay algo que me gusta de que esté todo mal, pero además se los robo a canciones. Me interesan las historias donde las cosas salen mal, donde las cosas no funcionan, se derrumban”, explica Mariana.
La autora de Nuestra parte de noche habla de un fracaso poco mentado. “Yo pensé que cuando a una le iba bien enseguida se le daba todo pero no es así y hay mucho silencio alrededor, los escritores en general no hablan de guita. No hay una relación entre el reconocimiento público y el resultado material de lo que parece que es”, dice Enríquez explicando que a ella le interesa hablar de la situación financiera de los y las trabajadoras de la escritura. Cuando termina la entrevista, las dos aplauden y miran a la cámara.
Hablan del fracaso con la frente bien alta. "Justamente porque las mujeres no hemos sido educadas en esa exigencia absoluta de estar ganando siempre, de triunfar siempre, me parece que por esa razón podemos tener una distancia, un mayor sentido del humor y una mejor perspectiva sobre qué se considera fracaso", lanza Viola sobre sus ideas para hacer el ciclo.
El ciclo se puede ver en: https://vivamoscultura.buenosaires.gob.ar