La actualidad de Juan Martín Del Potro genera una expectativa acaso tan grande como nunca antes. Y la explicación tiene dos miradas: el prolongado tiempo que lleva fuera de la cancha y la posibilidad, cada vez más cerca de la realidad, de volver al circuito nada menos que en Buenos Aires.
Jamás en su carrera permaneció afuera por un lapso tan extendido, ni siquiera con las tres operaciones en la muñeca izquierda entre 2014 y 2015: ahora no juega desde el 19 de junio de 2019, cuando trastabilló en una subida a la red contra el canadiense Denis Shapovalov, en el césped del torneo de Queen's. Aquella caída profundizó la lesión en la rodilla derecha, zona que se había fracturado en octubre de 2018, en Shanghai.
Desde entonces sólo hubo espacio para tratamientos alternativos, momentos de incertidumbre y cuatro cirugías, la última de ellas en marzo de 2021, en Chicago, a cargo del tucumano Jorge Chahla. Casi un año después de aquella intervención, sin embargo, el panorama asoma mucho más alentador.
Del Potro se entrena cada día con mayor intensidad. Ante los ojos de Página/12, que accedió a la intimidad de una de las prácticas en el Tenis Club Argentino, el tandilense materializó un asombroso progreso que inició dos semanas atrás, cuando partió a Tandil para trabajar durante ocho días con Marcelo Gómez, su formador y primer entrenador. Durante las últimas jornadas en su ciudad natal, tiempo en el que peloteó con algunos juniors y realizó canastos de manera incansable con el Negro, exhibió un avance notorio. Ahora, en el polvo de ladrillo de Palermo, la evolución quedó plasmada.
El ex número tres del mundo se entrena con el apoyo de dos piezas fundamentales: el preparador físico Leonardo Jorge, con quien ya acumula cierto recorrido, y el fisioterapeuta Bernardo Kuszej, sumado a sus filas durante los últimos días, cuyo trabajo diario se desarrolla en el Quilmes Atlético Club. Ellos lo acompañaron este miércoles en la práctica con Juan Ignacio Londero, el ex 50° del mundo con el que ya supo entrenarse varias veces en los últimos años, quien ahora trabaja con el coach Toni Pastorino.
Las dos horas de trabajo en una de las canchas auxiliares incluyeron un paso al frente de Del Potro con vistas al regreso: por primera vez en dos años y medio jugó puntos de tenis, un punto de inflexión que lo acerca al objetivo de volver en el Buenos Aires Lawn Tennis, en su país, donde apenas jugó un puñado de veces de manera oficial.
La exigencia creció y el tandilense respondió. Los entrenamientos, por estas semanas, van de menor a mayor. Su cuerpo se acomoda con el correr de los minutos. Otro punto a favor, después de meses y meses de intranquilidad, es que no hay rastros de molestias en la muñeca izquierda, aquella que estuvo a punto de retirarlo años atrás.
Los dolores en la rodilla van y vienen y su aparición depende mucho de cada día. Si bien ya no visita a Chahla en Estados Unidos, sigue en contacto permanente. El indicio de haber jugado puntos sin problemas, no obstante, resulta estimulante. En el resto de los rubros sigue bien. Los golpes están intactos; ningún jugador fuera de serie se olvida del tenis. El físico, también: pesa diez kilos menos y está muy cerca de su número ideal.
El futuro próximo empieza a vislumbrarse. Del Potro finalizará la semana de trabajo con Londero y, en los próximos días, tomará una decisión. En el Argentina Open, que comenzará el 5 de febrero, lo esperan con un wild card reservado y, en el terreno de lo eventual, con un martes nocturno a puro color. Con el impulso de las últimas semanas, el tandilense cree que está "más para un sí que para un no". En pocas palabras, está cerca de volver.
La idea primordial, como supo comunicar en su momento, es actuar la segunda semana de febrero en Buenos Aires y de manera inmediata en el torneo de Río, el certamen más grande de la gira sudamericana de ladrillo. Después de esas dos semanas no hay plan: los siguientes pasos estarán vinculados a una evaluación del regreso. Se puede estimar que se saltearía la etapa estadounidense de canchas duras en marzo, en Indian Wells y Miami, y hasta podría pensar en algunos torneos en el polvo europeo como Estoril, donde ganó dos veces, aunque ya habría que aventurar. Por lo pronto, en el terreno fáctico, se acerca Buenos Aires. Y Del Potro tiene muchas razones para pensar que podrá jugar.