Las islas Tonga viven una gravísima falta de agua potable a casi una semana de la erupción del volcán en el archipiélago, catástrofe que un responsable de los servicios de rescate comparó con la explosión de "una bomba atómica".

En Tongatapu, la isla principal, "sentimos que fue como una bomba atómica. Toda la isla tembló debido al ruido por la erupción", contó Sione Taumoefolau, secretario general de la Cruz Roja de Tonga.

Jonathan Veitch, quien coordina las operaciones de Naciones Unidas desde las islas Fiyi, consideró que el principal problema es el agua potable, dado que las reservas que abastecen a decenas de miles de personas podrían estar contaminadas por las cenizas o el agua salada del tsunami.

"Antes de la erupción, la mayoría dependía del agua de lluvia", explicó Veitch. "Si la ceniza ha hecho que todo sea tóxico, eso es un problema, a menos que puedan acceder a fuentes subterráneas", agregó.

Las operaciones de rescate comenzaron el jueves después de que la principal pista de aterrizaje del archipiélago fuera finalmente despejada de la gruesa capa de ceniza que la cubría.

Los aviones militares australianos y neozelandeses que llevaban ayuda de emergencia pudieron aterrizar, pero la distancia, las dificultades de comunicación y las medidas para evitar que el covid-19 se propague complican las operaciones.

"No es fácil. Está lejos de todo. Por lo tanto, hay limitaciones de acceso. Y luego está el problema del covid, obviamente, así como la falta de medios de comunicación. Yo diría que es casi un triple golpe", reconoció Veitch.

Un barco neozelandés que atracó en Tonga el viernes llevó importantes reservas de agua potable. "También tiene capacidad para desalinizar de 70.000 a 75.000 litros de agua por día, lo que hará una diferencia para la población, al menos en Tongatapu", declaró Veitch.

Unicef envió un gran número de kits de agua y saneamiento a bordo de un buque humanitario australiano. "Estamos enviando también muchos equipos para tratar el agua", dijo por último el representante de la ONU.