Las encuestas se suceden año tras año y prácticamente repiten los mismos resultados. El actual presidente de Brasil Jair Bolsonaro se ha desplomado y está en el fondo, muy por encima de los de la tercera vía, pero aún más lejos de Lula. Sergio Moro no ha cambiado el panorama del montón de candidatos de la tercera vía: es uno más a sumar a ese grupo de precandidatos, que cuantos más nombres suma, menos posibilidades tiene de salir de abajo.
El factor constante ha sido el favoritismo de Lula. Siempre por encima del cuarenta por ciento, llegando cerca del cincuenta, con cuarenta puntos de apoyo en encuesta espontánea, se proyecta no sólo como probable ganador, sino también por poder hacerlo ya en primera vuelta.
La candidatura de Lula ya no es sólo un fenómeno electoral, aunque tiene mucho más apoyo que en todas las otras veces que fue candidato. Había perdido dos veces ante Fernando Henrique Cardoso en primera vuelta y las veces que ganó siempre fue en la segunda vuelta.
Hoy el fenómeno de Lula en Brasil es mucho más que la candidatura favorita a la presidencia de Brasil. Es más que la única manera de que finalmente se cumpla el Fuera Bolsonaro. Es más que la única posibilidad de recuperar la esperanza en el país, la única alternativa para la restauración de su democracia.
Más que todo eso, después de que la realidad de Brasil como país y como nación fue destrozada con el quiebre de la democracia. Allí se rompió una decisión democrática mayoritaria del pueblo para el segundo mandato de Dilma. La voluntad nacional de continuar con los gobiernos del PT se quebró.
El país ya no tiene mecanismos para recomponer esa voluntad nacional que se expresa en las decisiones democráticas del pueblo. Se escindió entre los proyectos que atacaban los intereses nacionales y democráticos, de los cuales el Lava Jato fue el más expresivo. Eso profundizó el quiebre de la voluntad nacional, resquebrajada en medio de proyectos de reapropiación del Estado por intereses privados y luchas impotentes de resistencia popular.
Lula era el único que podria encarnar la recomposición de esta voluntad nacional. Pero fué detenido, procesado, condenado, impedido de convertirse en el presidente que Brasil necesitaba con urgencia.
Después de los cinco años más trágicos de la historia de Brasil, nuevamente se abre el horizonte para que el país vuelva a ser una democracia, a ser nuevamente una nación, a tener nuevamente una voluntad nacional. La forma en que se consolidó la proyección de Lula en la vida política y en la esperanza popular –de lo cual las encuestas son sólo una expresión– fue reconstruyendo una voluntad nacional en torno a Lula. Por lo que representó en el pasado, por su trayectoria a lo largo de su vida, pero también en estos últimos años convulsos. Por la dignidad con la que enfrentó la prisión y logró demostrar su verdad con su propia piel.
Y por la forma en que se proyecta hoy, como el rescate de la esperanza y la voluntad nacional. Las manifestaciones de Lula, sus viajes por el mundo, la forma en que se reencontró con la gente, las cada vez más amplias adhesiones a su candidatura, su liderazgo como única figura nacional capaz de sacar el pais de la catástrofe a la que la derecha lo lanzó, el programa que poco a poco se está diseñando para superar la peor crisis que el pais ha vivido, todo esto está dando forma a una verdadera voluntad nacional en torno a Lula.
Que no es el candidato del PT o de la izquierda. Lula es el candidato de la democracia, el candidato nacional, el candidato de la esperanza, el candidato de Brasil. Estar con Lula no es simplemente sumarse a una candidatura. Cuando alguien declara que va a votar por Lula, no expresa simplemente su voto, sino que se suma a este gigantesco movimiento de reconstrucción de una voluntad nacional en torno a Lula. Quiere decir: yo también estoy dentro, no podría estar fuera, no veo alternativa, me uno a Lula como una forma de recuperar la esperanza en Brasil.
Lula expresa la única posibilidad de reconstruir una voluntad nacional. Su destino está indisolublemente ligado al destino de Brasil, su democracia y su futuro. Adherirse a Lula no es un acto de favor político, que pide compensación en elecciones regionales o de otro tipo. Es un acto de adhesión al único proyecto nacional en Brasil hoy. Es la adhesión a una candidatura que no es de un partido o de una alianza de partidos. Pero esa es una candidatura de Brasil.
Para que los brasileños puedan volver a amar a su patria, para que vuelvan a sentirse orgullosos de ser brasileños, para que puedan volver a ser dueños de su destino. Lula es la expression de un proyecto de reconstrucción de una voluntad nacional que se aglutina en torno a él.