Bien es sabido que los nombres de las calles fueron históricamente elegidos de arriba hacia abajo con una mirada donde primó la hegemonía del poder fáctico y real.
Sin embargo, desde hace un tiempo la temática se encuentra en debate constante entre ciudadanos de diferentes rincones del país, quienes poco a poco comenzaron a revisar la historia de personajes (o episodios históricos) de dudosa reputación.
Este es el caso de la ciudad de Salta, donde en el barrio de Villa San Antonio, en el sur de la capital provincial, surge intempestiva la Avenida Dr. Ernesto Guevara. Rareza para algunos, orgullo para otros, lo cierto es que el nombre camina zigzageante por la barriada bautizando también una plazoleta con el mismo nombre.
Sucedía que una de las arterias citadinas llevaba el nombre de “16 de Septiembre” en recordación del sangriento golpe de estado de 1955. Sumado a esto, la fecha es coincidente con la tristemente célebre “Noche de los lápices” de 1976.
Tal es así que en el año 97, pleno auge neoliberal tanto en la provincia como para América Latina, nace desde el Concejo Deliberante de la ciudad una propuesta para cambiar el nombre de la calle, nada más ni nada menos que por “Ernesto Che Guevara”.
Nace el proyecto
A mediados de los 90 Rolando Mazzaglia se desempeñaba como concejal en la ciudad. Fue quien impulsó la idea, y rememora los hechos sucedidos 25 años atrás. “En ese momento yo era concejal y supe que había una avenida que tenía el nombre ‘16 de Septiembre’. Me pareció espantoso porque reivindicaba el golpe de estado del año 1955 contra el general Perón. Salta estaba reivindicando un golpe de estado poniéndole ese nombre a una avenida. Esto me llevó a pensar en cambiarle el nombre”.
Mazzaglia tomó la iniciativa y comenzó a pensar las variantes y las formas. “Se me ocurrió la figura de Ernesto Guevara porque en ese momento había leído, en algunos periódicos, que su nombre estaba impuesto en varias avenidas y en varios monumentos alrededor del mundo menos en Argentina. Entonces me pareció que merecía un homenaje”.
Por otra parte, Diego Saravia también formaba parte del Concejo Deliberante en aquellos años y evoca como se desarrolló la normativa y los vaivenes de su aplicación: “Fue una cosa de muy largo tiempo. Mi primer contacto con el tema fue cuando me tocó presidir una sesión del Concejo, ya que yo era vicepresidente, el día que se aprobó. Fue bastante curioso porque en ese momento una parte de los concejales se levantaron de la sesión para dejar sin quorum, y yo que estaba presidiendo quería que se apruebe. Mantuve la sesión hasta que el concejal Ulloa, que era el hijo del gobernador durante el proceso, entra al recinto para ver que estaba pasando y ahí hago votar. Ya había quorum y se aprueba, solo faltaba uno... así empezó esa ordenanza”.
En tanto, Mazzaglia recuerda que “Luego de aprobado el Ejecutivo vetó el proyecto. Entonces después de un tiempo volvió al Concejo Deliberante y el Concejo nuevamente lo aprobó. Ahí se convirtió en ordenanza municipal. Eso obligaba al Ejecutivo municipal a cambiar el nombre, pero no se hizo en ese momento”.
Proyecto aprobado
Luego de aquella jugada política en el recinto del Concejo, llegaba el momento de volcar sobre el papel la ordenanza que luego se llevaría adelante, una situación que también generó debates y tensiones. En este sentido Saravia comenta: “Una de las condiciones que se pusieron es que la calle se llame Doctor, porque el proyecto original decía 'Che Guevara'. Eso generó bastante lío, pero fue una concesión que se realizó para que se apruebe. Realmente la oposición fue leve, más bien se intentó impedir que discutir el proyecto. Pensaban más en un debilitamiento que en una oposición de frente. Al final lo que lograron fue que sea Dr. Ernesto Guevara y no ‘Che’ Guevara y retrasar casi 10 años la ejecución”.
Finalmente el proyecto consensuado se aprobó y quedó determinado, en algunos puntos, de esta manera:
"Considerando: Que habiéndose consolidado las Instituciones Democráticas en nuestro país; Que el Pueblo Argentino no quiere homenajear fechas que recuerden hechos tristes y lamentables como los mencionados.
Que Argentina y toda Latinoamérica hoy comprende, admira y exalta la figura del Dr. ERNESTO GUEVARA, por su lucha por los más desposeídos y su prédica por la unidad del todos los países Latinoamericanos;
ARTICULO 1°.- DEROGAR toda norma legal Municipal por la que se haya impuesto el nombre de 16 de septiembre a la avenida que corre paralela al canal que atraviesa Villa San Antonio y Villa Ceferino Velarde.-
ARTÍCULO 2°.- Imponer en su reemplazo, a dicha avenida el nombre de Dr. Ernesto Guevara.-
ARTÍCULO 3°.- DESIGNAR el espacio público triangular que limita con el pasaje Bolivia y la avenida citada en el artículo anterior con el nombre de Dr. Ernesto Guevara.-”
Diego Saravia, quien fuera parte fundamental en la concreción del proyecto, explica que “Durante un tiempo no se cambió el nombre. El Ejecutivo municipal nunca quiso ejecutarlo. Pasaron muchos años, estaba la ordenanza y el Ejecutivo del municipio se negaba, no lo ponía en práctica. Hasta que en un momento se toma la decisión, se saca el decreto reglamentario y se cambia el nombre de la calle. Ahí es donde viene Alberto Granado y se hace el acto”.
Quien aparece como figura central en este momento será el director cinematográfico salteño Alejandro Arroz, quien para esos años se encontraba filmando la película “Alberto Granado, el viajero incesante” junto al protagonista.
Arroz evoca así aquel momento: “En 2008 estábamos en la casa de Alberto Granado en La Habana filmando y surgió el tema de las pocas calles en Argentina que llevan el nombre de Ernesto Che Guevara. Es ese momento mi amigo Oscar Palacios, que nos había acompañado en el viaje, mencionó que hacía más de 10 años estaba la ordenanza aprobada con el Concejo Deliberante de Salta para cambiar el nombre y que nunca se había cumplido. En ese momento, y al escuchar la charla, nuestro co-productor cubano Rudy Fernández García nos pidió el compromiso para que hagamos lo posible en lograr el cambio de nombre y que sea Alberto Granado quien encabece el acto”.
Más de 10 años después
Quienes estuvieron presentes aquel frío viernes 20 de junio de 2008 en las calles de Villa San Antonio recuerdan el hecho con una mezcla de orgullo y extrañeza. Por un lado aparecía lo histórico de la fecha al tiempo que se resaltaba la desidia que mostraron diferentes actores del arco político-social salteño. “Fue muy curioso el acto. A mí me llaman porque no fue ninguna autoridad del municipio”, comenta Diego Saravia y agrega: “más allá de que el intendente lo haya hecho hacer, tampoco fue ni para aparecer en la foto. Se acordaban que estaba presidiendo el Concejo en ese momento de 1997, por eso me llaman (...). En el acto éramos pocas personas, fue una cosa mínima. Estaba la persona de ceremonial de la Municipalidad pero ninguna autoridad, nadie del Concejo Deliberante. A mí me dijeron el mismo día y me sorprendió que de repente estaba Granado ahí. Fue una cosa muy rara por la envergadura del asunto y con la presencia de Granado”.
Arroz comenta: “Pensamos que el público natural para esos eventos era el de la izquierda, pero paradójicamente, no concurrieron argumentando que las actividades se hacían con apoyos oficiales, que en verdad solo consistían en presentar un libro de Granado en el Teatro Provincial y la autorización municipal para la inauguración de la calle con el nuevo nombre, cosa imprescindible para llevar a cabo esa acción. Así y todo Alberto Granado se refirió al respecto reflexionando que el propio Che sufrió ese tipo de actitudes por gran parte de la izquierda latinoamericana, por lo que a él no lo sorprendió”.
En la película realizada por Arroz se pueden ver fragmentos del acto y parte del discurso que improvisa Granado ante el público presente: “Amigos, estoy sumamente emocionado en este momento por la trascendencia que significa para mí, después de tantos años de vida al lado de Ernesto Guevara y luchando por un mundo mejor, ver como en Salta se ven reflejadas muchas de sus ideas y muchos de sus pensamientos. Cada vez me resulta más difícil poder comprender, poder expresar todos los pensamientos que se me agolpan, pero únicamente les digo que me siento muy feliz de que vayan borrando las nefastas huellas de un pasado desgraciadamente triste para la Argentina y que sea el comienzo de una nueva vida, con un mundo mejor (…). Pero ahora me siento feliz que haya aquí mucha gente joven dispuesta a escuchar las palabras de un antiguo viejo pero que tiene el corazón muy joven y que les dice que sigan luchando por obtener una Argentina más próspera y maás linda, que es la que nos merecemos”.
El cineasta salteño recuerda aquel día con una gran emoción personal al mismo tiempo que se atreve a deslizar los sentimientos que pudo percibir de Granado, con quien venía compartiendo largos días de rodaje y convivencia. “Sentí mucha emoción sobre todo por Alberto, ya que durante muchos años de su vida fue perseguido en Argentina por ser amigo del Che, por ser amigo de Fidel y de Raúl, por haber elegido vivir en Cuba con toda su familia desde el inicio de la revolución. Alberto sintió mucha emoción en poder inaugurar una calle que lleve el nombre de su amigo. Se preguntaba si al Che le hubiera gustado, y se respondía que al margen de todo, él se lo merecía”
Aquel acto en Salta se realizó a los pocos días del primer reconocimiento a Ernesto Guevara en Argentina, más precisamente en su Rosario natal, donde se colocó una escultura de 4 metros de altura hecha con llaves de bronce donadas por miles de personas.
Sin embargo, es poco conocido el proyecto salteño que ya en 1997 dormía cajoneado en oficinas gubernamentales y que recién pudo materializarse en 2008.
Quizás pocos recuerden, pocos sepan y muchos quieran que se olvide. A pesar de ello, Salta fue pionera en homenajear a uno de los líderes más importantes de la historia mundial, quien en su primer viaje en motocicleta pisó tierras salteñas y siempre añoró volver.
Fue una nublada tarde de invierno aquella en la que su amigo personal Alberto Granado descubrió el nombre de Guevara en la señalética ciudadana salteña ante la mirada sorprendida de vecinos y curiosos, así como también frente a un puñado de convencidos que acompañaron la memoria viva y ardiente del revolucionario argentino.