Camila es una adolescente que emprende un viaje, va en busca de una tía que su familia le había ocultado. Se toma un tren, se encuentra con una chica como ella y empiezan a contarse sus vidas. Una novela de iniciación, un viaje donde se despliegan machismos, violencias, situaciones cotidianas que enfrentan las jóvenes. Eso es El viaje de Camila, la novela corta juvenil (y algo más) de Eduardo Maróstica que el Concejo Municipal declaró de interés en noviembre del año pasado. El autor es psicólogo y hoy también secretario general de Fadgut, el gremio que agrupa a los docentes de la Universidad Tecnológica Nacional de Rosario. La historia de Camila nació cuando Maróstica trabajaba –en 2007– en el Área de la Mujer de la Municipalidad, con el objetivo de llegar a las masculinidades, y prevenir noviazgos violentos.
“Hacíamos talleres de derechos sexuales en las escuelas y lo que a mí me sorprendió es que cada vez que nosotros hablábamos de estos temas y abordábamos cuatro ejes en particular, noviazgos violentos, embarazo adolescente, abuso sexual y trata de personas, era casi una regularidad que cada vez que terminábamos un taller se acercaba una nena, a veces algún pibe, y te contaba… Primero, en todos los talleres, alguien te decía que algo de eso le había pasado a una persona que conocía”, relata Eduardo sobre el inicio de un libro que tuvo un largo derrotero. Lo que notó fue que “cuando vos hablabas del tema, que uno podía suponer que era algo que no pasaba o que estaba muy oculto, nos encontramos con que todos conocían una chica que había salido con un tipo de más de 40 años, que esto, que lo otro, y empezaba a circular la palabra en torno a … eso qué sería, porque la chica quiso y entonces nos permitía también abordar la cosa de un lugar legal, ético también, porque yo en ese momento tenía 40 años y yo decía miren chicos, ¿yo voy a salir con una chica de 17 años? O sea, el límite lo tiene que poner el adulto, no el adolescente”.
Eduardo llegó al Área de la Mujer (así se llamaba entonces) en 2007. “Una compañera me cuenta que estaban buscando varones para que se formen en estudios feministas, querían que trabajaran con adolescentes en la prevención, me pareció interesante la propuesta”, rememora. Años después, se fue a trabajar al área de Educación, “porque se había armado un programa en las escuelas”. Para entonces, se había convertido en Instituto de la Mujer. Y Eduardo ya era escritor. Había publicado “Cuanto amor” en 2012. “Me proponen escribir algo, porque yo tengo una novela que había publicado en el 2012, entonces me preguntaron si no quería escribir algo relacionado a la sexualidad y yo lo que propuse escribir fueron historias sobre esto que nosotros habíamos experimentados con muchísimas nenas, para hablar de esto, porque las historias lo que generan es que uno se identifica con el personaje y te permite ver con un poco menos de extrañeza y menos ocultamiento y menos tabú. Anima a hablar”, sigue el relato del derrotero de un libro que hoy es realidad.
La primera gestión fue con el equipo de Educación Sexual Integral del Ministerio de Educación, pero no prosperó. “En un momento me di cuenta de que no se iba a hacer. Me hicieron comentarios acerca de que algunos relatos podían generar mucha angustia y yo dije que no encontraba otra forma de movilizar cuando estás hablando de abusos sexual intrafamiliar, sin generar angustia. Ahora, la angustia es algo que hay que trabajar, no podés negarla”, sigue el psicólogo para contar que años después alguien le pidió el borrador y él volvió a leerlo. “Me hizo reconocer algunas cosas que podía despojar de la cuestión institucional, y estaban los relatos. Entonces bueno, ahí me puse a trabajar. Me llevó más tiempo reescribir El viaje de Camila que escribirlo”, cuenta.
La distinción del Concejo llegó de la mano de la concejala del Frente de Todos Norma López, con el aval de distintas escuelas que tienen interés en hacer talleres para trabajar con la novela. “Dice novela pedagógica, y esa denominación no me gusta tanto, pero creo que tiene que ver con cómo fue concebido en su momento el proyecto”, cuenta el escritor. “La literatura, en definitiva, puede ser utilizada de manera pedagógica o no. Es una cuestión de criterio literario, o criterio educativo. O sea, vos podés usar un texto para lo que vos quieras, te podés quedar en lo estético o te podés quedar tal vez en alguna mirada política, es una cuestión de decisiones personales”, considera.
Para Maróstica, lo importante es que El viaje de Camila, y la identificación que provoca en las adolescentes de las escuelas en las que se propone trabajar en 2022, sirvan para correr un velo de silencio. “¿A mí, qué es lo que me interesa? Yo sé que hay un montón de chicos y chicas que pasan estas cosas y no se habla. Y cuando se habla, a veces, no se lo puede hacer desde un lugar donde vos puedas trabajar con un encuadre que te permita ordenar la angustia, encausar la angustia para que vos no sientas que abrís una puerta y se te desborda todo”, apunta.
Como su vínculo es con escuelas que tienen intención de hablar de estos temas, ahí está la novela como herramienta. “La literatura te permite hablar de una manera que no te permiten otras cosas y te da la posibilidad de tomar el tema desde la institución, no dejar al docente con toda la carga o el peso, con la responsabilidad de que por ahí se le desborda una clase. Estas cuestiones para mí son muy importantes, porque uno a veces se desnuda. Nos pasaba que en los talleres se generan ambientes catárticos y allí te cuentan mucho, te cuentan cosas que no esperás que salgan en ese momento y hasta no es conveniente que nos cuenten. Tenés que estar atento a si ocurren estos desbordes y cómo trabajarlos”, sigue el relato de lo vivido con adolescentes.
Por eso, en 2022 tiene la intención de generar “un dispositivo, hacer una charla, plantear unos talleres en las escuelas con la lectura de El viaje de Camila”. Una parte del camino está recorrido: “La Cátedra de Ingeniería y Sociedad de la Universidad Tecnológica de Santa Cruz trabaja un módulo de género, va a tomar El viaje de Camila desde esa perspectiva”, cuenta entusiasmado.
Más allá de sus usos escolares, la novela se disfruta con las frescas voces adolescentes de Camila y Petu. Embarazo, abuso sexual, noviazgos, la violencia patriarcal, se van desplegando en la voz de dos adolescentes, que fluye como una gran conversación que convida con mates a quien está leyendo.
Para Maróstica, ahora, lo más importante es que la historia “se conozca”. “Que llegue a las escuela, proponer espacios de trabajo. Para mí lo más importante es que Camila sea conocida”, enfatiza.