La mano de M. Night Shymalan que mece la cuna. No es El bebé de Rosemary sino el del director de Sexto sentido. Así, entre referencias que seducen y repelen por partes iguales, aparece Servant, la entrega de Apple TV+ que acaba de estrenar su tercera temporada (cada viernes un nuevo episodio). Apadrinada por el realizador de origen indio, la ficción ofrece un intrincado juego de influencias y géneros sobre una familia que lidia con la pérdida de su bebé. “Thrillers en formato de media hora”, definió su máximo responsable al momento de su estreno en 2019. Poco más de dos años después, el nuevo arco implica más mecanismos. “Esta temporada es definitivamente más noir, física y visceral. Como resultado da más miedo. Los eventos vienen uno tras otro. Esta es la anteúltima parte del ciclo. La cuarta será la última”, sentenció en una conferencia de prensa virtual de la que participó Página/12.
El nuevo ciclo comienza con una extraña y apacible nueva normalidad. Dorothy (Lauren Ambrose) ahora tiene un bebé de carne y hueso para criar, y ya no un muñeco reborn como terapia. El esposo (Toby Kebbell) sigue enfrascado en la negación y en el refugio que le provee su trabajo como chef de haute cuisine. La niñera (Nell Tiger Free) cree que el culto del que fue parte aún la atosiga. Mientras que el hermano de la madre (Rupert Grint) busca darle lógica a lo imposible. Mención aparte para el claustrofóbico departamento de Filadelfia...
Otra forma posible de describir a Servant es como un diagrama de la locura. Un viaje espeluznante en donde aparece una joven cuidadora con superpoderes y una secta que pone los pelos de punta. Lo cierto es que en este combo todo puede cambiar, más aún cuando a la angustia del tema incluye vetas de un humor negro que vuelve todo más perplejo. “La idea fue reconciliar algo terriblemente malo que le pasó a esta familia con todo un sistema de creencia. Cada uno puede creer lo que quiera. Dios. El universo. Hay alguien o una fuerza conspirando contra los Turner. Eso me interpela directamente como humano. El tic tac en este caso es uno muy poderoso. Se trata del duelo de una madre que perdió a su hijo, tiene lagunas en su memoria, no sabe bien qué es lo que recuerda y no sabe cuándo o cómo va a despertar”, da pistas Shymalan.
Para la dupla protagónica femenina, la cuestión de la crianza y la locura resquebrajada en sus personajes es un diferencial de los de Sean y Julian. “La salud mental es definitivamente un tópico. El personaje de Lauren, en esencia, lidia con esas dos cuestiones. Los tipos se mantienen alejados, tratan de protegerla, pero sin querer meterse a fondo. Por su parte, es obvio que Leanne está batallando con sus propios demonios, sean cuales fueran, un poder sobrenatural, su propia alienación, todo está abierto a la libre interpretación y eso es lo que hace más intrigante al programa, por supuesto”, dice Nell Tiger Free, a cargo de componer a la chica que fue parte de un extraño culto.
El cuarto integrante fundamental de la pieza es un sujeto que batalla contra varias adicciones, lo cual le permitió a Grint probar nuevas facetas más allá del icónico y bonachón compañero de Harry Potter. Ahora Julian tiene una fijación con la niñera y está embrujado por su personalidad. “Creo que es un programa con el que, más allá de su locura, te podés sentir muy relacionado. Habla sobre una familia y una casa. Es tremendamente entretenido de interpretar, es el que tiene el humor raro y algunas de las mejores líneas”, dice Grint. El actor define a su personaje como una criatura “hedonista que usa todo esto para desviar lo que debería estar haciendo, que es llorar y tener su duelo". "Fue un desastre que abusó del alcohol y las drogas. Trata de entender lo que pasa en esa casa y realmente es demasiado. Pero por primera vez está sobrio y por eso vemos un lado diferente de Julian”, apunta el británico.
Servant (creada y escrita por Tony Basgallop) constituye el retorno de Shymalan al formato de series tras Wayward Pines, experiencia que no le dejó los mejores recuerdos por su imposibilidad de controlar los criterios artísticos del envío. Todo lo contrario a este proyecto que -según él mismo declara- le dio nuevos bríos a su carrera. La empresa, vale decir, cuenta con una gama de firmas como la francesa Julia Ducournau (Titane), el estadounidense John Dahl (Apuesta final) junto a los austríacos Veronika Franz/Severin Fiala (La cabaña siniestra). Shymalan, que dirige algunos episodios puntales por temporada, opera entonces como un curador de la propuesta.
Más allá de la presencia de los modismos propios del género y del propio Shymalan, una de las virtudes de Servant es la cohesión visual entre tanta diversidad. “Trato de convocar a directores que sirvan para determinados episodios. Lo bueno es que cada temporada la tenemos lista desde un comienzo. Los capítulos están como en una recámara de un arma de fuego, lista para disparar. Eso ayuda a planificar. 'Ey, vos trabajás el misterio y hay que presentarlo de una manera formal'. 'El episodio 6 tiene una escena festiva, filmá de acá a acá'. Eso, que parece algo pequeño, ha sido uno de los secretos del suceso de este programa. Diría que los involucrados tienen su propia voz y son especiales, pero especialmente en esta tercera temporada, todos los directores trabajan desde una manera más formalista”, señala.
-Muchas de ellas son realizadoras mujeres. ¿Por qué?
-No fue por una agenda de corrección política. Tiene que ver más con el mérito de cada uno. Quizá porque yo soy un inmigrante y me colé en el sistema de Hollywood entiendo lo que es sentirse marginal. Las voces de estas mujeres exponen lo que son sus miedos, su versión de la alienación, y por algún motivo resuena de manera más familiar. Claro que hay una frescura... Quizás hayan nacido con más fuego. No es lo primero que me fijo, pero últimamente lo que más veo en festivales en materia de tener filo y sorpresa proviene de realizadoras mujeres.
-Servant, como en buena parte de su obra, incluye giros sorpresivos. ¿Qué es lo que le interesa de este recurso?
-Mi trabajo es el de ofrecer misterios y eso incluye resolverlos. ¿Qué pasa acá? ¿Por qué no lo entiendo? Y la audiencia tiene que entenderlo. Y la sensación de comprenderlo de un sacudón es muy divertida. Fui a varias funciones de mi película Los huéspedes y era genial ver la reacción sobre el final, los gritos, las risas con nervios, los aplausos. Disfruto mucho que la audiencia tenga una realización en conjunto. Veremos cómo se resuelve en Servant, es distinto en una plataforma streaming que luego lo comentan online, pero sigue siendo entretenido.
-¿Cuál es el mensaje central de Servant?
-Es una familia que está simulando. No quieren asumir la tragedia y su miedo a cuando Dorothy finalmente despierte. Ésa es una parte. Y la otra tiene que ver con la niñera: ¿quién es esta chica?, ¿qué es este culto? Eso se vincula con el miedo urbano de dejar entrar a tu casa a un desconocido y que no sea quien dice ser. Ese misterio que tira de las cuerdas junto al suspenso de una madre que no recuerda que su hijo murió. Y añadiría el tono, el humor oscuro y camp que permite cierto disfrute y no una tortura constante.
-¿Y ya tiene el final?
-Está cerrado. La televisión tiene un mecanismo muy diferente al cine. Acá estás a la merced de la decisión del espectador para continuar el proyecto. Y no querés minar eso. No vamos a anticipar o cambiar cosas sobre la marcha porque sí, puesto que sabemos de la relación que fuimos creando. No puedo encarar un proyecto si no sé cuál va a ser su final: eso no es muy usual en la televisión. Tuve que aprenderlo para el beneficio de los personajes, movimientos y sentimientos. La tercera temporada tiene un sentido muy filoso y anticipatorio. Ese es el vocabulario de la historia que estamos contando.