La Agencia de Recaudación de Buenos Aires (ARBA) tuvo alta presencia mediática este verano por los operativos en playas, pero sobre todo por la detección de evasión en importantes propiedades de Cariló y Pinamar o en edificios de lujo en Mar del Plata que fiscalmente estaban declarados como baldíos. "Formó parte de un cambio de estrategia de ARBA de este año, ya no somos un ejército de inspectores que va a clausurar negocios en temporada hasta que instalen el posnet, sino que vamos en busca de la evasión en las manifestaciones de riqueza de un sector privilegiado y en la hotelería de alta gama, mientras que sobre los pequeños comercios la tarea es instruirlos y ofrecerles la adhesión a un régimen simplificado de pago de Ingresos Brutos", señaló a Página 12 Cristian Girard, director ejecutivo de ARBA. "Y obtuvimos resultados en ambos aspectos", subraya. A lo largo de este reportaje, Girard responde a "los desafíos que plantea la trampa neoliberal en contra de los impuestos y del Estado" y de "la necesidad de discutir la riqueza, porque si queremos resolver la pobreza primero discutamos las causas, que no es que en Argentina no se invierte porque el Estado cobra demasiados impuestos, cuando somos campeones mundiales de la fuga".
- El año 2021 fue para ARBA muy bueno en materia de recaudación. ¿Se imagina que para los contribuyentes también fue bueno pagar más impuestos?
Fue un año de clara recuperación económica y ello se vio reflejado en la recaudación. Tuvimos por el lado de Ingresos brutos y Sellos una dinámica explosiva. Cerramos el año con una variación anual en torno al 70%, muy por arriba de la inflación combinada con el crecimiento. Pero sobre todo en algunos sectores que crecieron mucho más que el promedio. Por ejemplo el sector automotor, la compraventa de autos tuvo un salto muy importante. La reactivación del mercado inmobiliario, prácticamente paralizado en 2020. Y en el agro, buena parte del pago de Sellos tiene que ver con los arrendamientos de campos, y ahí vimos una muy buena campaña. Pero no hubo una mayor presión impositiva sobre el conjunto de contribuyentes. Estoy convencido de que si le preguntan a los empresarios pymes y al comercio si hoy tienen mayor presión impositiva que en 2019, van a responder que no.
- ¿Lograron mejorar la progresividad de la recaudación? Porque recuerdo que esa era una de las críticas que hacía al llegar al cargo, hace dos años, a la gestión anterior.
Hoy tenemos una combinación de mejores leyes, más progresivas, con una estructura que refleja mejor la capacidad contributiva y por lo tanto permitió recaudar más en los impuestos patrimoniales, como Patentes, Inmobiliario y Transmisión Gratuita de Bienes. Sin los topes que venían beneficiando a los sectores de altos patrimonios en 2018 y 2019. Recuperamos los índices de cobrabilidad de impuestos, ya estamos casi en los mismos niveles de 2019. Y también hizo un aporte importante a mejorar la progresividad la fiscalización orientada a sectores más concentrados y alta capacidad contributiva, que nos permitió recuperar recursos de la evasión.
- ¿A qué sectores se refiere cuando dice "los más concentrados y de alta capacidad contributiva"?
Por ejemplo, con la fiscalización catastral enfocada en urbanizaciones cerradas o bien en urbanizaciones abiertas pero centrada en sectores de alta valuación fiscal, detectamos siete millones de m2 construidos que no estaban declarados, que representaban aproximadamente unos 800 millones de pesos de recaudación que hubiéramos perdido si no hacíamos estas intervenciones. Lo mismo en sectores concentrados, como el agro o los bancos. Tenemos abierto con los bancos una disputa por 1000 millones de pesos por inconsistencias e incumplimientos que detectamos en un régimen especial en el que las entidades actúan como agente de recaudación.
Pero además pudimos trabajar en leyes impositivas y administración tributaria para reducir la carga financiera e impositiva sobre las pymes. La creación del Ingreso bruto simplificado en 2021, que se traduce en un alivio para las pymes, para los comercios, profesionales independientes. Tenemos ya 450 mil adheridos voluntarios al régimen desde que se anunció en agosto y eso va generando una estructura tributaria menos regresiva.
- ¿Cree que es posible que alguna vez el contribuyente confíe en el sistema impositivo y la evasión no sea vista como una "viveza", inclusive de funcionarios que ocupan cargos públicos?
Intentamos avanzar en el sentido de lograr la legitimidad de la recaudación. Es algo sobre lo que hay que trabajar. Es otro de los desafíos que tenemos, porque prende fuerte el discurso antiestatal y anti-impuestos de los "libertarios". El riesgo que yo veo en estos sectores no es tanto que puedan ganar una elección, pero sí que le armen agenda a los sectores de derecha que sí disputan en las elecciones. Eso lo vemos claramente en campaña, cuando es dificil distinguir entre el discurso de Tetaz y el de Espert, o el de Macri con el de Milei. Empiezan a parecerse los discursos porque se suben sobre la campaña antiestado, antiimpuestos, y eso le apunta a la legitimidad del Estado para recaudar.
- Parece atractivo hablar en contra de los impuestos...
Sí, por determinados factores, pero es lo que llamamos la trampa neoliberal. Venimos de décadas de fuerte presión impositiva sobre sectores medios, trabajadores, con el IVA, ingresos brutos. ¿Y qué es lo que se instala como discurso? Que hay que bajar la carga impositiva. Pero cuando ese discurso legitima una acción de gobierno, como pasó con Macri, resulta que alienta proyectos que alivian la presión impositiva pero a los que más tienen, a las grandes fortunas para que paguen menos Bienes Personales, a grandes corporaciones para que paguen menos Ganancias. Pero la presión sobre las pymes, pequeños comercios y consumidores, sigue siendo la misma o mayor. Esa es la trampa neoliberal, te convenzo de que me apoyes pero cuando llego se la bajo a las minorías. Es lo que vienen haciendo cada vez que son gobierno desde las décadas de los 70 y los 80.
Para darle legitimidad al cobro de impuestos hay que demostrar que se le baja la presión impositiva a los sectores medios y se recupera esa recaudación cobrándole a los grandes patrimonios y sectores más concentrados. Y además, lo que es más importante, es mostrar cómo vuelven esos impuestos a la sociedad en mejores servicios, más infraestructura, reducción de la desigualdad. Que ya no hay un Estado que sobreendeuda y cada vez destina mas recursos al pago de intereses de la deuda, que es lo que pasó en el último año de gobierno de Vidal, que destinó el 20% del presupuesto al pago de servicios de la deuda
Con la reestructuración de la deuda, logramos que esa proporción baje al 6%. Ese otro 14% del presupuesto hoy termina volcado a financiar obras de infraestructura, mejorar los servicios de alimentación escolar, a mejorar el sueldos de los maestros, de los médicos, obras sanitarias, etc.
-Pero también hay un discurso legitimador de la fuga de divisas, como si no fuera parte del mecanismo de evasión...
Ahí hay un trabajo que hacer, hay que desarrollar la inteligencia del Estado para ir cortando los mecanismos de evasión y fuga que despliega el sector privado. Son muchos años de legitimación de la evasión con la excusa de que es una forma de defenderse de la voracidad del Estado. Y no es cierto, al menos para ese sector que fuga, sectores de altos ingresos, la presión impositiva es más bien baja. El contrato social que debemos discutir es ese, que la fuga es un problema, que tiene que ver con la cultura de sectores dominantes en la Argentina y que tenemos que diseñar herramientas inteligentes del Estado para cortar la fuga antes que ocurra.
-Un contrato social que va de la mano de discutir otras cuestiones más graves, como la desigualdad...
Se habla mucho de pobreza, pero no se habla de la riqueza. Nuestros operativos tienen alto impacto porque muestran lo que no se muestra. Hay un puñado de argentinos que concentran un alto porcentaje de la riqueza. El uno por ciento debe tener el 40% de la riqueza acumulada en el país. Se habla del drama de la pobreza, pero no a que se debe. ¿Tenemos un país pobre? Y la verdad que no, somos un país de ingreso medio y con mucha riqueza acumulada y mucha polarización en la distribución del ingreso. La conclusión falsa que hace la derecha es que somos un país pobre porque el gobierno asfixia con los impuestos. Entonces la culpa es del Estado. Entonces, nos dicen que hay que dejar de cobrar impuestos para que el sector privado pueda invertir y el país pueda crecer. La realidad es que esas políticas nos han llevado a una concentración de la riqueza que no da para más, porque es intolerable. Y que ya es hora de hablar de la riqueza.