Hace unos días un funcionario de alto rango nacional protagonizó un cruce por redes sociales con un docente por problemas que tuvo este último con la popular iniciativa gubernamental del pre-viaje.
Esta breve introducción me sirve para reflexionar sobre la paradoja de las prácticas en las redes sociales. Alejados ya del utopismo liberador que las proclamaba como portadoras del empoderamiento ciudadano, seguimos debatiendo alcances, implicancias y limitaciones para tratar de entender si volvemos a ser presas de nuevos mecanismos de concentración económica, mediática y de construcción de sentido, o si al menos colectivamente nos sirven para disputar la creación de agenda con los tradicionales medios de comunicación.
Desde el CICEOP, núcleo de investigación de la FPyCS de la Universidad Nacional de La Plata, venimos evidenciando desde años a partir de encuestas domiciliarias y telefónicas, grupos focales y entrevistas a informantes claves, que las redes sociales poco son utilizadas para construir sentido colectivo, estableciendo posturas y opiniones tratando de poner en crisis o al menos establecer contrapoderes a las instituciones o a los poderes fácticos.
Ante la imposibilidad de realizar encuestas domiciliarias, realizamos un sondeo telefónico en el partido de La Plata en el mes de mayo del año pasado con 929 casos, obteniendo como resultado que por la obligatoriedad de que múltiples labores y tareas debieron desarrollarse en forma virtual, el 76 % de las y los encuestados afirmó que lleva a cabo una práctica mayor de las redes sociales en los diversos dispositivos tecnológicos.
Sin embargo, ante la pregunta sobre la práctica concreta los números son similares a nuestras encuestas realizadas en los años 2017 y 2019 y a los resultados de los grupos focales. Las personas que afirman que utilizan las redes sociales para dar a conocer opiniones, posturas y producciones propias son de un dígito (un promedio del 4 por ciento según los diferentes estudios y técnicas); la mayoría de las personas señalan usar las redes sociales para comunicarse con familiares y amigos/as, para informarse de las noticias, para compartir informaciones, para trabajar y estudiar.
Cabe destacarse que en nuestros estudios cuantitativos de los años 2017, 2019 y 2021 las personas que señalan usar las redes sociales para varias cosas pasó del 66%, al 57% y al 35,5% respectivamente; pero en las investigaciones de grupos focales se confirman los bajos registros como primera respuesta de la utilización de las redes sociales para dar a conocer contenidos propios.
Pero sí las redes sociales nos sirven para el reclamo individual, la queja solitaria, el lamento particular; es decir que la potencialidad que nos entregan las nuevas tecnologías y la Internet participativa se subsume en una prédica que casi exclusivamente contiene a cada persona. “Publicá tu problema en redes y arrobalos, es la forma para que te escuchen” es el consejo especializado.
Del otro lado del mostrador, parece ser que instituciones gubernamentales y también empresas quedan presos de ese bramido a través de hashtags amplificantes, siendo el deber atender a esas particulares quejas so pena de una masificación que conlleve una diversidad de pérdidas por las cuales la persona responsable puede ser fagocitada en términos simbólicos, pero también prácticos.
¿Hay ejemplos de tendencias que hayan sido portadoras de justos reclamos populares y que lograran instalarse en la agenda mediática y ciudadana? Por supuesto; también hay ejemplos de trolls y bots atacando medidas o discursos que las y los detentadores de poder no desean que fructifiquen.
No estoy analizando las dificultades de la utopía del cambio social, estoy describiendo en este breve texto los alcances y limitaciones de nuestro proceder individual. A mi entender aún no llegamos a visualizar la trascendencia que podrían llegar a tener nuestras prácticas con las herramientas digitales, y terminamos siendo replicadores de un sistema ideológico y económico cuyo objetivo es que seamos entes de demanda y consumo, y no colectivos de reflexión y proclama.
*Director del CICEOP (Estudios de opinión pública). Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata