Miedo, culpa, angustia, enojo, vergüenza son algunas de las primeras reacciones cuando el diagnóstico es VPH. La falta de información, accesibilidad y los prejuicios sociales generan un estigma sobre esta infección de transmisión sexual que afecta, principalmente, a las personas con útero.
Se trata de un virus muy común, el 80% de la población sexualmente activa está en contacto con el VPH. Si preguntas en tu entorno, seguramente la mayoría tiene alguna experiencia para contar o tal vez recuerde que lo atravesó en soledad, con muchas dudas y por miedo a ser juzgadx.
En Argentina contamos con una vacuna incluida en el Calendario Nacional y con un Programa Nacional de Prevención del Cáncer Cérvico Uterino (PNPCC), la enfermedad más frecuente causada por la infección.
Para empezar: ¿qué es el VPH o HPV?
Como indican sus siglas en castellano, el VPH es el virus del papiloma humano, que según las profesionales consultadas tiene entre 100 y 200 tipos, un 10% de ese número pueden derivar en cáncer de cuello de útero, de no ser tratados a tiempo. “Los virotipos se califican entre los de alto riesgo y otros de bajo riesgo que pueden generar lesiones como las verrugas genitales”, indica Josefina Algranati, que hace instantes terminó de atender y está cebando su primer mate de la tarde. Es médica generalista y junto a Lucía Quiroga, y otrxs profesionales, conformaron la cooperativa transfeminista Casa Matrioshka, espacio de salud sexual integral, ubicada en Paternal (CABA).
Lucía y Josefina trabajan, también, en Centros de Salud de la Ciudad y Hospitales, aseguran que abordar la salud sexual de forma integral es un posicionamiento que les permite contemplar todas las aristas biológicas, psicológicas, sociales, geográficas y acompañar a las personas que llegan a la consulta teniendo en cuenta esas experiencias.
El porcentaje de quienes desarrollan enfermedades persistentes es muy bajo, entre un 5% a 10% de la población. Por eso es de vital importancia realizarse los estudios ya que, como manifiestan las integrantes de Casa Matrioshka, se trata de un virus que también puede ser asintomático y “tener una alteración en las células no significa que vayas a terminar en un cáncer de cuello de útero”, explica Lucía.
¡La atención es un derecho!
En Argentina está vigente, desde 2011, una política pública que incluye la vacuna contra el HPV en el calendario para niñas y niños a partir de los 11 años, asimismo funciona el Programa Nacional de Prevención de Cáncer Cervicouterino, dependiente del Instituto Nacional del Cáncer (INC) dentro de la órbita del Ministerio de Salud de la Nación, que tiene como objetivo contribuir a la reducción de la incidencia y mortalidad por esta enfermedad.
El programa incluye el test de VPH y el Papanicolaou (Pap) para la detección temprana, entre otras estrategias como la capacitación de profesionales. El tema también está presente en la Ley de Educación Sexual Integral, cuando se abordan las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), sin embargo, el número de personas que mueren a causa del cáncer cérvico uterino continúa siendo alto, aproximadamente 2000 por año, según el último informe del INC.
“Cuando surgió todo esto de la pandemia vimos tanta organización con respecto al covid, y entre los ginecólogos nos preguntamos por qué no se puede organizar una campaña así con el VPH, testear, vacunar, ir a buscar a la gente, dar información”, reflexiona Verónica Maldonado, ginecóloga especialista en patología vulvovaginal en el Hospital de Clínicas e integrante la Sociedad Internacional de Patología vulvovaginal (ISSVD).
Verónica cuenta que recibe muchos casos de personas con útero con un diagnóstico avanzado, o que son derivadas con ella por su especialidad con muchos miedos y sin información. “Se puede prevenir, tenemos todas las herramientas para poder hacerlo y seguimos teniendo casos elevados, una situación que empeoró con la pandemia”, revela. Según la ginecóloga la evolución natural del virus es entre cinco a diez años, desde que una persona toma contacto. Sin embargo, no todxs van a desarrollar una enfermedad, incluso el virus puede permanecer dormido durante muchos años y aparecer tras una situación de estrés o porque bajan las defensas.
A muchas pacientes aún les da vergüenza la situación de revisión médica de los genitales, Verónica Maldonado lo califica como algo cultural que viene desde hace muchos años, lo mismo sucede con el diagnóstico: “Tengo una enfermedad de transmisión sexual y me siento sucia” cita, y expresa que necesitamos cambiar ese paradigma, desestructurar a las pacientes y a muchos médicos que aún asocian directamente al VPH de alto grado con cáncer. “Llegan desesperadas y asustadas porque no les supieron explicar, logro calmarlas y contarles que esto se puede tratar”.
¿Quiénes pueden estar en contacto con el virus?
El 80% de la población sexualmente activa puede contraer esta infección en el transcurso de su vida. Es un virus muy común para el cual existe una política pública de detección y prevención, sin embargo es poco lo que se habla del tema y son muchas las personas que por cuestiones culturales, sociales, falta de información o porque las instituciones de salud resultan expulsivas, no se realizan los estudios y se llega a la consulta cuando hay un síntoma avanzado.
En la sala de espera de Casa Matrioshka una bandera del orgullo se extiende sobre una pared, un libro de Susy Shock aguarda en la mesa ratona con hojas y lapices para las infancias, también hay varios posters sobre aborto, vasectomía, ligadura tubaria e ilustraciones de cuerpos disidentes.
“Recibimos usuaries que atravesaron experiencias en el sistema de salud en las que no se sintieron legitimadxs, escuchadas, dignxs. Intentamos no presuponer nada, buscamos acompañar a las personas sin ningún prejuicio previo”, indica Lucía y asegura que el colectivo de varones trans no suele tener vivencias muy cómodas cuando habitan las instituciones de salud.
Transmisión, detección y prevención
El VPH se transmite a través de mucosas o el contacto piel con piel durante las relaciones sexuales, penetración, frotación de genitales, dedos, manos, vulva o el uso de un juguete sexual. Si bien el preservativo reduce el riesgo de transmisión, no lo elimina en un 100% por eso al método barrera hay que sumar los chequeos anuales desde los 25 años y el test de VPH a partir de los 30.
Se puede detectar por síntomas como verrugas genitales o puede que la infección se desarrolle de forma asintomática, es aquí cuando los chequeos se vuelven indispensables. Existen dos formas para rastrearlo, el PAP que detecta una lesión, una alteración en la estructura de la célula y para definir si hay virus está el test de VPH, que se realiza a partir de los 30 años hasta los 64, que permite buscar ADN de VPH y se rastrean los subtipos específicos de Alto Riesgo, “a partir de los 25 o al año de haber iniciado relaciones sexuales se debe hacer un PAP anual, y a partir de ahí si tenés dos PAP seguidos que dan bien, podes esperar 3 años para realizártelo de nuevo”, agrega Verónica.
Hoy el test de VPH es una estrategia que está disponible en las provincias de Jujuy, Catamarca, Misiones, Neuquén, Tucumán, Chaco, Corrientes, Salta, Santiago del Estero, Entre Ríos y varios municipios de la Provincia de Buenos Aires, así lo confirmó la coordinación del Programa Nacional. Para este año se prevé sumar la estrategia en las provincias de Formosa, Santa Fe, Rio Negro, San Luis y La Rioja.
Una herramienta muy valiosa para la prevención y detección es el Autotest de VPH “es un tubito que viene con un hisopo largo, que una introduce hasta el final de la vagina y toma una muestra, luego eso se lleva a la institución de salud”, señala Lucía. Una medida para que el vínculo con el centro de salud sea más autónomo, un ejercicio auto exploratorio, de autoconocimiento que “propone un rol activo del denominado paciente”, concluye.
Analía Jenkins, médica generalista con experiencia en salud pública en distintas jurisdicciones de Buenos Aires también remarca la importancia de este insumo que permitió acercar el test a personas que por accesibilidad física, geográfica o por sentirse incómodas en las instituciones de salud pudieron hacerlo en sus casas “hoy lo están implementando en varios municipios de la Provincia de Buenos Aires: Matanza, San Martín, Almirante Brown, Florencio Varela, Ituzaingó, Morón y 3 de febrero, y en algunas provincias del norte como Salta y Jujuy, con una gran aceptabilidad”, confirma.
¿Cómo funciona la vacuna?
La vacuna del VPH está en el Calendario Nacional de Vacunación desde 2011, se aplica a niñas y niños de 11 años, se coloca en esa franja porque la respuesta inmune es muy fuerte, es gratuita y obligatoria. También, se indica a todas las personas con VIH o con trasplantes de órganos entre 11 y 26 años. Verónica, ginecóloga del Hospital de Clínicas, plantea que previene en un 90% todo tipo de lesiones de alto grado y bajo grado “los estudios mostraron que hasta los 45 años tiene efectividad la vacuna si bien la respuesta inmunológica va bajando”
“Nadie debería morir por cáncer de cuello de útero en nuestro país tenemos todas las herramientas para la prevención, es necesario mejorar el funcionamiento del sistema de salud, regular la aplicación del programa, reforzar las políticas públicas y exigir a la medicina privada que cumpla con la cobertura de los servicios” detalla Analía. Como trabajadora en el territorio de General Rodríguez, evidenció fallas en el sistema y que no está claro que el acceso al Programa sea un derecho en todo el país.
Verónica lamenta la falta de campañas informativas para poder educar a la población y a los profesionales “nadie se acuerda de esas mujeres que mueren por año por cáncer cervicouterino” y considera que tiene que ver, también, con el rol social de las personas con útero, las tareas de cuidado y las múltiples jornadas de trabajo que colaboran con la postergación de las consultas.
El control sobre nuestros cuerpos
¿Cuál es el motivo por el que muchas no sabemos qué hacer con el diagnóstico? ¿Por qué siguen siendo un tabú las enfermedades de transmisión sexual? Para Josefina tiene que ver con que cualquier enfermedad que se asocia la sexualidad apunta directamente al control de nuestros cuerpos y la censura del placer “recae sobre la sexualidad una cuestión castradora que no permite que sea exploratoria, ni plena”. Lucía, que escucha atentamente, hace un breve silencio y agrega “es algo que se diagnostica mucho más en personas que tenemos útero, somos quienes más nos sometemos a los controles con todo lo que la palabra control indica”. Si hablamos de personas sexualmente activas no son solamente quienes tienen vulva, a pesar de eso las profesionales concuerdan en que por lo general “te enteras de que hay un HPV circulando entre tus parejas sexuales porque una persona con vulva se estudió, es mucho más frecuente eso, si bien en personas con pene puede haber aparición de verrugas generalmente se da a la inversa”
En Matrioshka enfatizan que es necesario desarmar los prejuicios y tabúes sobre las infecciones y enfermedades de transmisión sexual para poder trabajar en la prevención y educación. El VPH, como otras infecciones relacionadas con la transmisión sexual, tiene una carga social muy fuerte “se busca culpabilizar, más que entender que esta infección es difícil de evitar si tenés relaciones sexuales, esa carga viene en el castigo de la sexualidad”, adiciona Lucía.
A Verónica le tocó vivir la censura en primera persona, “he ido a dar clases a colegios secundarios y me han dicho ese tema no lo trate porque las familias no quieren” y remata “que no puedan entender que los jóvenes de 17 o 18 años tienen actividad sexual es el primer error, si no hay información les jóvenes están expuestos a infecciones o enfermedades”, una situación que se reitera a pesar de que la ESI está vigente hace más de 15 años.
Todas las profesionales consultadas coinciden en que el VPH está muy relacionado con la inmunodepresión. Ser responsable con las medidas de protección, mantener una dieta saludable, hacer actividad física y buscar estrategias para evitar el estrés, también son algunas alternativas para mantener nuestro sistema inmunológico fuerte.
Alternativas para acompañar el tratamiento
En el Manual Introductorio a la Ginecología Natural de Pabla Pérez San Martín, investigadora social y partera, el VPH está dentro de los padecimientos del útero. Asegura que se trata de una de las infecciones de transmisión sexual más comunes y recomienda seguir todos los tratamientos médicos, sin perder de vista que las lesiones son extraídas de manera superficial y es necesario realizar chequeos continuos y hacer un seguimiento.
Para acompañar el tratamiento, la ginecología natural propone el autocuidado, la educación y el autoconocimiento de nuestra salud, Pabla se pregunta “¿necesitamos de la medicina? Si: la necesitamos, pero el primer paso es conocernos”. En su libro cuenta que el Útero es la matriz, el segundo corazón, un espacio de creación, no necesariamente humana, y un potencial espacio para el placer. Con evidencia histórica y científica propone desarmar la relación de sufrimiento y dolor que por lo general carga ese órgano, recupera saberes ancestrales y nos recuerda que los orgasmos también emanan del útero y que el útero está directamente ligado a la capacidad creadora y a la autoestima.
Carolina Guchea es facilitadora en ginecología natural y terapeuta tántrica. Comparto información sobre el desequilibrio, la patología en sí y desde la respiración y el movimiento indaga sobre el lenguaje corporal y puntualmente los órganos comprometidos. “Son propuestas que están al alcance de la persona como son sus hábitos alimenticios, de pensamiento”, desliza. Según Carolina, aprender a observarnos, a escucharnos, salir de la culpa, o el miedo que nos puede provocar el diagnóstico, son pasos que acompañan la sanación.
Buscar estrategias para desarmar las premisas que nos alejan del goce, el disfrute, el cuidado y el autoconocimiento, es una tarea cotidiana. Colectivizar las experiencias, puede ser un primer paso. Si algo aprendimos estos años es que para no sentirnos solxs y poder profundizar en las responsabilidades individuales, colectivas y sociales, es necesario nombrar, visibilizar, aprender a acompañarnos y reclamar al Estado que cumpla su rol de garante de derechos. La responsabilidad y el cuidado también hacen al placer, tal vez de esa forma logremos vivir una sexualidad sin miedos y prejuicios.