El asesinato del fotografo José Luis Cabezas marcó el comienzo del derrumbe del imperio de Alfredo Yabrán, uno de los hombres más rico y poderoso de la posdictadura en Argentina.
El empresario postal, quien supo tener un vínculo estrecho con el menemismo, mantenía un bajo perfil mediático y era una figura desconocida para el común de la gente hasta que en agosto de 1995 el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo lo señaló como parte de “una mafia enquistada en el poder”. Fue entonces cuando los medios se interesaron por él y comenzaron a buscarlo para poder entrevistarlo.
Cabezas, el reportero gráfico de la revista Noticias, fue el primero en lograr fotografiarlo. A poco menos de un año de lograr capturar la imagen del “cartero” caminando en la playa junto a su esposa, el fotógrafo fue asesinado por una banda integrada por agentes de la policía bonaerense vinculada a la seguridad personal del empresario.
A partir de entonces Yabrán se vio obligado a salir en público y hacer declaraciones al respecto. Cuando la Justicia dictaminó una orden de arresto en su contra, el empresario pasó a la clandestinidad y cinco días después, el 20 de mayo de 1998, decidió quitarse la vida de un escopetazo que le desfiguró el rostro e hizo el cadáver irreconocible.
La investigación forense aseguró casi inmediatamente que el cadáver encontrado en una de las estancias más inaccesibles de Yabito SA en Entre Rios, era el de Yabrán, pero algunos medios de comunicación pusieron en duda la posibilidad del suicidio dada la longitud del cañón y los brazos de Yabrán. Esto, junto al poder que ostentaba el empresario, dio pie a una leyenda urbana que plantea que Yabrán no se habría suicidado sino que todo se trataba de un montaje.
Los periodistas que vieron el cuerpo de Yabrán
Pero hay tres periodistas que pudieron ver y testificar que el cuerpo era el del cartero. Ellos fueron Manuel Lazo, periodista local quien había dado la primicia de la muerte, Facundo Pastor, por entonces productor de América TV y Hernán Brienza, quien trabajaba para la misma editorial que José Luis Cabezas. Lograron colarse en la funeraria La Previsora de Gualeguaychú para ver con sus propios ojos los restos del empresario.
En diálogo con AM750, Brienza contó todos los detalles de la estremecedora jornada que vivió cuando tenía apenas 23 años. “Nunca en mi vida volví a experimentar ese sentimiento de unicidad y exclusividad con la historia”, señaló.
- ¿Cómo era trabajar en Perfil en aquellos años?
- Yo entré a trabajar en Perfil en 1998, cuando la crisis sobre el asesinato de José Luis ya estaba desatada. No viví los momentos más difíciles, pero por supuesto que para toda nuestra generación el crimen de Cabezas marcó un antes y un después en la forma en que nos visualizábamos los periodistas a nosotros mismos. La posibilidad de que el poder económico y político pudiera matar a un periodista no estaba dentro de la cultura de nuestra generación. Sí sabíamos que un periodista podía ser asesinado por una dictadura militar, pero no por el mundo privado. Es interesante pensar que antes de la democracia era el Estado quien mataba a los periodistas y después, en pleno auge neoliberal y de la economía de mercado, eran los empresarios los que mataban periodistas. La investigación sobre el asesinato de Cabezas y sobre Yabrán era siempre primordial en el diario. Las secciones políticas y policiales estaban siempre muy atentas a lo que ocurría con este caso. La muerte de Yabrán provocó la crisis informativa más fuerte que yo viví en un medio. Fue conmocionante estar en esa redacción el día en esos días.
- ¿Cómo se enteraron de la noticia de la muerte de Yabrán y cómo se organizó la cobertura en Entre Ríos?
- Había rumores y lo confirmó la placa de Crónica. Rápidamente se organizó un operativo donde se alquiló un avión y viajamos más de 12 periodistas y fotógrafos al lugar para cubrir el hecho. Fue una conmoción periodística muy grande. Cuando me subí al avión dije que iba a demostrar que ese cuerpo no era el de Yabrán. Para mi era todo un truco. Mi hipótesis era esa, porque semanas atrás habían hecho lo mismo en un cartel de droga de México donde un capo había muerto incendiado y no se reconocía la cara ni el cuerpo. Yo pensaba que si Yabrán se había volado la cabeza no se le iba a poder ver la cara ni se le iba a reconocer el cuerpo. Cuando entré a ese cuarto estaba convencido de que no tenía que ser. Pero la cara era muy parecida…
"Los que dicen que a Nisman lo mataron dicen que Yabrán está vivo"
Manuel Lazo tenía un fuerte sentido de la oportunidad y además contaba con un dato clave para estar bien ubicado y poder ver el cuerpo de Yabrán. Cómo periodista local, les dijo a Pastor y a Brienza que se quedaran cerca suyo mientras esperaban en las puertas de la casa funeraria. Algo iba a suceder.
A los veinte minutos se abrió un portón lateral por el cual salió una ambulancia. En ese momento muchos periodistas y reporteros gráficos se lanzaron hacia la cochería. Luego ingresó una Traffic blanca que ocasionó un escándalo dado a que el chofer ingresó bruscamente hacia el portón de entrada y atropelló a un camarógrafo y provocó un tumulto alrededor del vehículo. En medio de la confusión, Lazo, Brienza y Pastor quedaron en la entrada de vehículos de La Previsora. Acto seguido fueron empujados hacia adentro por un suboficial de la policía provincial.
“Loco, quédate acá que esa camioneta va y vuelve, haceme caso”, le dijo Lazo a Brienza en referencia a la primera ambulancia que salió. Brienza ansioso por ver si la ambulancia regresaba se coló por un resquicio de la puerta corrediza y salió a la vereda. Cuando la ambulancia volvió Brienza quiso volver a meterse dentro de la funeraria pero agentes de la policía lo agarraron del brazo para impedírselo. “Vengo con Manuel Lazo, de LT41”, gritó. Desde adentro, el periodista local hizo una señal positiva y lo dejaron pasar. Eran los tres periodistas que habían logrado pasar. “Ahora lo vas a ver a Yabrán”, le dijo un suboficial a Brienza.
- En ese momento tuvieron una discusión ética entre ustedes, ¿verdad?
- Si, Facundo Pastor preguntaba si estaba bien lo que estábamos haciendo. Decía que le estábamos faltando el respeto a la familia, al cuerpo y que estábamos cometiendo un sacrilegio. Yo lo que le dije es que nosotros teníamos que testimoniar si era o no era porque estaba en juego la información en Argentina. Era un caso demasiado importante para quedarse afuera.
- Para terminar con las dudas que había sobre la muerte de Yabrán, fue importante que uno de los periodistas que pudieron ver su cuerpo haya sido de Perfil…
- En Perfil estaban todos convencidos de que el cadáver era de Yabrán. Cuando mandé mi primera nota y dije en el texto que el cuerpo era parecido al del empresario, mi editor me dijo que eso no tenía fuerza periodística, que tenía que decir si era o no era. Yo sentía que lo mío era un testimonio ocular y que no debía ser yo quien confirmara que era el cuerpo. Me parecía una falta de respeto para la familia de Cabezas y para todos los lectores. Finalmente escribí que el cadáver parecía ser efectivamente el de Yabrán. Luego hablé con Fernando Amato y me dijo que había visto la autopsia y efectivamente era el cuerpo. A partir de ahí me relajé.
- ¿Sentiste que te estabas jugando la vida con la cobertura?
- Nunca sentí miedo pero no por valiente sino por inconsciente. Además yo venía de policiales, donde el lío es permanente. Lo que sí sentí es la sensación de que estaba en el lugar donde 40 millones de argentinos querían estar. Esa sensación fue fantástica. Estaba en un lugar único e irrepetible. Ese momento de unicidad y de exclusividad no lo volví a sentir nunca más en mi vida.
- Sin embargo recibiste la amenaza del hermano de Yabrán y llamados a tu teléfono…
- Sí, además tuve un auto esperando en la puerta de la casa de mis viejos toda esa semana. Pero no pasó a mayores.
- Hay quienes creen que Yabrán sigue vivo…
- Si, y está cantando con Gardel y Jim Morrison. Yo no puedo asegurar al cien por cien que esté muerto, lo que sí sé es que ninguna teoría conspirativa es creíble. Hoy es difícil poder cambiar un rostro, imaginate hace 25 años. Hay quienes dicen que a Nisman lo mataron. Son los mismos conspirativos que dicen que Yabrán estaba vivo. Cuando las teorías conspirativas empiezan a ser muy fantasiosas ya nos las creo. La única verdad es la realidad.
- Incluso hasta Clarín habló en el año 2002 de la “reaparición de Yabrán”...
- Sí, me acuerdo que Clarín tituló la reaparición y anunciaba que al día siguiente iban a dar toda la información. Esa noche no pude dormir pensando que podía ser algo serio. Cuando me trajeron el diario y leí la nota me di cuenta que todo se trataba de una firma truchada. Una pavada.
- ¿Cómo explicas hoy el asesinato de Cabezas?
- Yo creo que se dio en el marco de una guerra de empresas y de grupos económicos con la acción cuasi mafiosa. Era una interna por ver quién se quedaba con el Correo Argentino. Eso le costó la vida a Cabezas. La patota de Yabrán estaba integrada por lo peor de la historia argentina que participaba del grupo de tareas de la dictadura militar. Hoy resulta superficial saber si fue el empresario quien dio la orden de asesinar a Cabezas, fue todo su aparato represivo y mafioso quien lo mató.