En diciembre último, antes de su recital en Niceto Club, la banda madrileña Los Telepáticos se hincharon de alegría cuando escucharon en la radio que iban a pasar uno de sus temas. Pero de pronto se dieron cuenta de que no hablaban de ellos sino de otros Telepáticos, que se encontraban en los estudios de la estación promocionando su inminente recital en el Teatro Astros.
Con el correr de los días, lo que parecía una simple anécdota comenzó a tornarse un dolor de cabeza para ambos grupos. Y es que hasta la propuesta musical de pronto coincidía. Por decantación, el problema se solucionó. Los Telepáticos madrileños, compuestos por músicos de Buenos Aires y Montevideo, volvieron a su ciudad.
En tanto que su símil, tras subirse al escenario de avenida Corrientes, se replegó a su estudio en el barrio de Bancalari, ahí cerquita de donde ensaya Mala Fama, para seguir planeando el paso a seguir. “Fue casualidad”, argumenta Luciano Encina, tecladista de los de Tigre. “Cuando Sebas, el cantante, eligió el nombre, no estábamos al tanto de que había otra banda llamada igual. Y eso que venimos tocando desde hace varios años”.
Al final, los grupos no lograron cruzarse ni conocerse, lo que hubiese sido un encuentro trascendental en el que podrían haber versado sobre música y hasta intercambiar telestesias. “Decimos que nuestros procesos son telepáticos cuando hablamos de algo grande, masivo o fuerte”, dice Luciano. “Sobrepasa el verdadero significado del término”.
► Sentidos aparte
Así como Los Brujos y otros de artistas del rock argentino que decidieron crear su propio universo y rotular su banda de sonido, lo de Telepáticos pusieron las cosas en su lugar. “La intención desde un principio fue que nuestra música transmitiera el sentimiento que le ponemos a cada canción”, explica el tecladista. “Queremos llegar a la gente mediante la telepatía de la música”.
Por eso a su propuesta ellos mismos la terminaron denominando “música telepática”. Surge a partir de la mezcla de rock, country y rockabilly, a lo que le añadieron una pizca de pop. “Venimos de escuchar además a Creedence, trap, cumbia y folklore”, enumera. “Tenemos varias influencias fuertes que varían al momento de crear”. Esa fusión en equipo es lo que al final dio como resultado su sonido.
“Cuando nos preguntan sobre el significado de lo que hacemos, invitamos a la escucha”, advierte el músico. “Este estilo se hace a través de la mezcla de sentimientos. Por ahí no está encasillado en una sola cosa”. La propuesta ha ido calando, de la misma forma que su dinámica. “La gente se adueñó del significado de nuestro universo. La idea es que sean parte. Si bien explicamos en qué consiste, no lo imponemos”.
Tras la grabación de un EP, la banda lanzó en diciembre del año pasado su primer álbum, titulado igual que el quinteto. Lo que pareciera expeditivo, si no fuera porque sucedió una década luego de la creación del grupo. “La banda tuvo una formación que no es la actual”, dilucida Luciano. “Pero los cinco que estamos hoy, de una y otra forma, siempre estuvimos. Pese a que pasó de todo, nunca dejamos de juntarnos para hacer música”.
► Panda y pandemia
Nueve canciones conforman este debut, cuyas historias giran en torno al deseo al barrio, a la realidad, a la improvisación e incluso a los fenómenos metereológicos. “El disco estuvo atravesado por la pandemia”, aclara. “En 2020 todo se hizo esperar y volvieron a salir canciones que estaban encajonadas. Aunque también en cuarentena nacieron algunas nuevas”.
El álbum debut de Telepáticos fue grabado en Panda, que el año pasado volvió a experimentar la mediatización a partir de la salida del libro Grabado en Estudios Panda, y contó con una suerte de apadrinamiento de su dueño, Miguel Krochik. “Llegamos ahí por la historia que tiene el lugar”, justifica Luciano. “Cuando conocimos a Miguel, vimos que, por más que trató con artistas de primer nivel, tenía ganas de apoyarnos y acompañarnos”.
El tecladista ratifica que su apoyo fue genuino. “Coincidimos en un montón de cosas musicales que fueron surgiendo sobre la marcha. Nos decía que hacía tiempo que no escuchaba una propuesta como la nuestra”.
Probaron las mieles del mainstream local, pero el quinteto intenta mantener los pies en el suelo. No aspira a cosas imposibles. Sólo desea que su música llegue y crezca el sentimiento. “Lo que vivimos el año pasado sumó en experiencia y nos incentivó a seguir superándonos”, advierte Luciano.
Y es que hay que tener cuidado con lo que se desea. “A pesar de que somos de una banda de barrio del conurbano, podría haber sido todo más dificultoso. Pero la cosa se va poniendo telepática. Y eso es lindo”.