El primer helicóptero de América Latina lo construyó un autodidacta bonaerense, Augusto Cicaré. El hombre que, en 1958, puso en a volar la primera nave de ese tipo en la región y fundó una empresa familiar que a partir de sus desarrollos exporta aeronaves a distintos mercados internacionales; hoy dejó el plano terrenal a los 84 años. "Un superhéroe que usaba un delantal en vez de una capa y una la llave francesa en vez de una espada", le escribió su hijo Fernando para despedirlo.
Cicaré nació el 25 de mayo de 1937 en la localidad bonaerense de Polvaredas y creció en el taller mecánico familiar. Desde pequeño se interesó por la aviación y comenzó a instruirse con la revista Mecánica Popular. "Mi padre era todo intuición propia, desde el primer helicóptero que diseñó hasta el número 14", recuerda su hijo, quien dirige la empresa familiar.
"Él me enseñó todo sobre los helicópteros: a volarlo, a armarlo, a diseñarlo", celebró Fernando, en diálogo con Télam. La capacidad de Cicaré lo llevó a ser amigo del hombre de los motores de sus épocas de joven: Juan Manuel Fangio, el mítico piloto automovilismo, 5 veces campeón de la F1.
La fábrica familiar Cicaré Helicópteros se encuentra en Saladillo, Buenos Aires, y aunque exporta sus modelos tuvo dos experiencias frustradas en su asociación con el Estado argentino para potenciar sus innovaciones.
La primera fue con el segundo modelo creado por Augusto, que llegó a manos del entonces presidente Arturo Illia, pero el proyecto de asociación fue cancelado por la dictadura de Juan Carlos Onganía. En 2015, bajo la gestión de Cristina Kirchner se intentó un nuevo proyecto, que quedó cancelado por la gestión de Mauricio Macri.
La historia de Cicaré, en sus palabras
En una entrevista que había concedido a la agencia Télam, Augusto Cicaré relató cómo que desde sus 4 años "ojeaba artículos sobre aviones de la revista Mecánica Popular". Lo primero que lo atrajo fueron las ilustraciones que traía la publicación, pero el creador del primer helicóptero en la región aseguró: "Me fascinaba la idea de volar".
En una de esas publicaciones de Mecánica Popular que tanto lo atraían, Cicaré reconstruyó en aquella entrevista que "un día vio el dibujo de algo que volaba y no era un avión. Le pedí a mi mamá que me lea la nota y me contó que era un aparato que se llamaba helicóptero y que podía despegar y aterrizar sin pista de aterrizaje".
Entonces, fue su madre la que lo alentó a aprender a usar el torno, a formarse como mecánico. Lo hizo desde los 6 años, en el taller de sus familia. A los 9 años, Cicaré ya hacía piezas de motores con el torno y a los 12 llegó a construir un motor diésel para el lavarropas de su madre.
A sus 15 años ya era uno más en el taller familiar, construía motores para las máquinas propias, piezas para motores de distintas marcas y concluyó con su primer gran proyecto: una motocicleta. "Después de hacer una motocicleta me animé a fabricar el helicóptero", contó en aquella entrevista sobre el punto de quiebre para su gran invención.
"A los 16 años arranqué fabricando piezas que iba guardando en un armario. Todo lo hice por acierto y error y en el camino fui aprendiendo de cosas que como yo solo tenía terminada la primaria no conocía, como el efecto giroscópico que lo terminé estudiando con unas ruedas de bicicleta", explicó sobre el inicio del proyecto.
El primer helicóptero de Latinoamérica despega
Su obra le llevó 5 años. En 1958, a sus 21 años, terminó su primer helicóptero, el primero en América Latina. "Lo até con cadenas al piso para evitar que se eleve de manera muy brusca o se vaya de lado, porque no tenía idea de cómo iba a reaccionar cuándo lo encendiera", recordó sobre la primera prueba.
El primer motor era de treinta caballos de fuerza. "Me di cuenta de que me quedé muy corto de potencia --repasaba las mejoras de su proyecto de bautismo-- Se levantó apenas 15 centímetros del piso y todos los vecinos que estaban expectantes lo consideraron un fracaso, pero para mí el sólo hecho de que despegara del piso fue un rotundo éxito y me di cuenta que tenía que fabricar un motor más potente".
El segundo proyecto fue gracias a la colaboración de un periodista. Se había enterado del emprendimiento de Cicaré y vendió su propio auto para ayudarlo a construir el segundo modelo. Se trató de un helicóptero con cabina y dos asientos. Ya en ese modelo, el mecánico autodidacta destacaba: "Pude llevar a volar a mi madre y a mis hermanos".
El periodista e inversor del proyecto luego se encargó de llevar fotos del helicóptero a Buenos Aires, al entonces presidente Arturo Illia, quien se interesó en el proyecto y quiso llevarlo a la entonces Fábrica Militar de Aviones (FMA), la actual Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA). Sin embargo, cuando el dictador Juan Carlos Onganía irrumpio en el poder descartó avanzar en el proyecto nacional al considerar que "era más práctico importar helicópteros de Estados Unidos".
En 2015, FAdeA y Cicaré Helicópteros firmaron un acuerdo para la certificación y fabricación de una docena de unidades del modelo CH-12, un biplaza liviano de uso civil, de esa empresa familiar, proyecto que quedó trunco y fue cancelado tras el paso de mando de Cristina Kirchner a Mauricio Macri.