Desde Tegucigalpa

 El 27 de enero de 2022 quedará en la historia por ser el día en que por primera vez una mujer -y feminista, Xiomara Castro- asuma la presidencia de Honduras y a la vez, se termine el bipartidismo y se empiece a revertir la tragedia causada por el Golpe de Estado que sufriera doce años antes su compañero, el entonces presidente Manuel Zelaya Rosales.

Visitas ilustres

El cambio de gobierno también implica el retorno del país centroamericano a la consideración regional e internacional, con visitas ilustres como la de la vicepresidenta argentina Cristina Fernández -quien dio cátedra ayer en la universidad pública-, la ex mandataria brasileña Dilma Rousseff, el presidente de Costa Rica Carlos Alvarado Quesada, el canciller mexicano Marcelo Ebrard y el venezolano Félix Plasencia, además de recibir un emotivo video del ex presidente uruguayo José Pepe Mujica.

También participará de la ceremonia Kamala Harris, la vicepresidenta norteamericana -quien ya había llamado a Castro para felicitarla-, con la carga simbólica que representa su viaje a estas tierras tropicales donde La Embajada juega un papel vital desde la instalación de las multinacionales bananeras en los años '50.

Ruptura

Luego de haber obtenido una rotunda victoria en las elecciones celebradas a finales de noviembre del año pasado con más del 50 por ciento de los votos, la paz se vio perturbada hace menos de una semana, cuando de forma sorpresiva veinte diputados del ahora oficialista Libre decidieron contrariar el pacto de unidad que los había llevado al triunfo y se negaron a aceptar como presidente del Congreso a Luis Redondo, parlamentario electo por el Partido Salvador de Honduras (PSH).

Peor aún, prefirieron aliarse con los dos partidos tradicionales -el Liberal y el Nacionalista, a quienes denunciaron por años desde la oposición y durante la campaña electoral- para asumir ellos la presidencia del Congreso y según sus palabras, velar por la agenda legislativa propuesta por Castro. Surrealista, pero real. La respuesta de la presidenta del ejecutivo no se hizo esperar y los acusó de traidores. Libre los expulsó de sus filas y quienes habían los habían votado reaccionaron con indignación. Siete de ellos se arrepentirían y acabarían regresando a la bancada de Libre, que los recibió entre aplausos, más allá de que la confianza sea más difícil de reconstruir.

Respondiendo al veloz llamado de Castro en esas horas de incertidumbre, la militancia se acuerpó en la entrada del Congreso para que no pudieran pasar los legisladores disidentes y se tomaron las instalaciones donde se imprime el Diario Oficial La Gaceta, que terminaría publicando la Junta Directiva apoyada por Libre y presidida por Redondo.

Al día de hoy, ambos congresos se consideran oficiales. Solo que uno sesiona en el edificio que le corresponde y cuenta con la legitimidad popular, mientras que el otro sesiona vía zoom y sus integrantes se mueven en helicópteros. Integrantes que dicen tener la legalidad de la mayoría de votos y que prometieron aprobar la extradición de  narcotraficantes, pero que después manifestaban que habría que juzgarlos en el país.

Narcoestado

La gente sigur con ansias cómo se desenvuelve la novela hondureña del momento, con el hermano del hasta ayer presidente Juan Orlando Hernández condenado en Estados Unidos a cadena perpetua por narcotráfico a gran escala. La congresista norteamericana demócrata de origen guatemalteco Norma Torres pidió un poco de paciencia y aseguró en un twit que presionarán a la Fiscalía de Nueva York para que reúna pronto a la familia Hernández.

Aparte de desmontar el narcoestado que se enquistó posterior al Golpe de Estado en las instituciones hondureñas, el gobierno de Castro tiene un montón de retos por delante en un país donde tres cuartas partes de la población vive en pobreza y del cual miles de familias huyen en caravanas migrantes con la esperanza de encontrar condiciones de vida más dignas en otras geografías.

Agenda

Desde que ganara las elecciones en noviembre, el partido Libre ha organizado varias mesas donde ha estado recibiendo los diagnósticos y las demandas de distintos sectores de la sociedad, desde los magisterios hasta los artistas, pasando por la diversidad y los pueblos originarios.

Todo está por hacerse, pero las expectativas y la confianza son grandes. Grupos indígenas adelantaron que le entregarán a Castro un bastón de mando ancestral en cuya cosmovisión significa que ella se ha ganado el respeto a la autoridad por su sabiduría y su servicio a la comunidad. Pero también representa un compromiso por parte de la flamante presidenta de comandar un buen gobierno que deje de criminalizarlos por defender el territorio y los recursos naturales. Y que consiga justicia para tanto mártir, incluyendo en la larga lista a la reconocida ecologista y activista indígena Berta Cáceres o a criminalizados actuales como los habitantes del Río Guapinol.

A pesar del terremoto que pudo haber ocasionado el desbande de parte de los diputados electos por el partido Libre, Castro consiguió sortear con habilidad la inesperada jugada de los antes posibles presidenciables y hoy cadáveres políticos que le quisieron generar un vacío de poder.

Y salió fortalecida por la legitimidad que le dio honrar sus acuerdos y por el apoyo masivo que recibió del pueblo, además del respaldo que representa la también histórica cantidad de misiones internacionales que presenciarán su investidura, en comparación con la nula asistencia que hubo cuatro años atrás cuando Juan Orlando Hernández se aferraba al poder con una reeleción ilegal, un fraude electoral con represión a quienes se movilizaban en las calles demandando un cambio, que de a poco comienza a materializarse el día de hoy.