Son formas de ofrenda, en las que se equilibra lo que se da y lo que se recibe. Funcionan como una forma de nostalgia, claro. Pero también tienen que ver con las descendencias, esa cadena de influjos y aficiones que en el jazz, como en la vida, marca el devenir de la historia de los estilos y su constante retorno. En la oferta musical de estos días en Buenos Aires, las distintas formas de tributo ocupan un lugar destacable. Nombres y estilos vuelven más o menos retocados en shows que ponen en movimiento la maquinaria técnico sentimental con formas de virtuosismo que palpitan con distintas intensidades entre imitaciones minuciosas y recreaciones osadas.
La serie comienza este viernes 28. En Thelonious Club (Nicaragua 5549), la Marcelo Gallo Orquesta evocará al Louis Armstrong de los años ’30 en doble función, a las 20 y a las 22. En Bebop Club, a las 20, Gustavo Cámara en saxo, Mariana Melero guitarra y voz, Diego Mastrostéfano guitarra y voz, Rodrigo Aberastegui en piano y Norma Iovino percusión recrearán Getz/Gilberto, uno de los discos claves en la proyección internacional de la bossa nova. En el mismo reducto de Uriarte 1658, en la trasnoche del viernes –0.50 del sábado– Camila Buch (voz y guitarra) y Juan Nevani (voz, piano y acordeón), con Germán Weigert (batería y percusión) y Hernán Fridman (Contrabajo, bajo eléctrico y voz) presentan Jazz n’Beatles. El domingo, a las 22 en Thelonious Club, Mauro Ostinelli rendirá tributo a Sonny Rollins, referencia inevitable de saxo tenor moderno. Más adelante, en la misma sala, Leonel De Francisco presentará dos tributos: el jueves 3 de febrero a Chet Baker y el viernes 4 a Louis Armstrong.
El Armstrong menos pensado
Marcelo Gallo, trompetista y arreglador, armó hace dos años su propia orquesta con la idea de recrear la música del Louis Armstrong “más expresivo, lírico, monumental, exuberante, explosivo de todos, tanto en la trompeta como en el canto: al de los años ’30, que es la música que más me emociona, que más he tocado, escuchado y estudiado”, comenta el músico a Página/12.
“El Armstrong de los ‘30 es el menos conocido. Los conocedores suelen inclinarse por la etapa de mediados de los ’20 con conjuntos más chicos, mientras que el público en general conoce más que nada al Armstrong de los All Stars, desde los ‘50 hasta sus últimos días”, observa Gallo, que en el espectáculo además canta y reserva “un par de sorpresas instrumentales”. “Nuestra formación instrumental es la misma que la de Armstrong en aquellos alucinantes años, un noneto, y el trabajo de arreglos fue y es todo un viaje”, agrega el trompetista.
El reencuentro con una época
Mariana Melero señala a Getz/Gilberto como una de sus influencias más importantes. “Tiene que ver con mi búsqueda: la esencia bossanovera de Joao Gilberto y la forma de Astrud Gilberto como prototipo vocal”, dice la cantante. “Lo encontré un una época en la que también escuchaba bastante jazz y ese disco tiene ese condimento, con Getz, que se suma a la sutileza del estilo” agrega.
Lanzado en 1964, Getz/Gilberto es un disco de culto, que atraviesa la historia sin perder vigencia. “Tratamos de ser bastante fieles a los originales, porque creemos que está bueno hacerlo así en un show tributo. Todos venimos de hacer bossa nova, tal vez Gustavo –Cámara, el saxofonista–, viene más del jazz puro, pero es muy versátil y tiene un sonido tan precioso, que nos pareció que era ideal para sumarlo”, cuenta Melero y concluye: “Este tipo de propuesta atrae a un público que le gusta saber lo que va a escuchar y sobre todo reencontrarse con una época y sus vivencias. Algo que ya no está y reaparece ‘en vivo’, de repente es una opción para disfrutar”.
El trabajo del tributo
Para Camila Buch, escuchar The Beatles fue un antes y un después en su relación con la música. “Cuando nos conocimos con Juan Nevani descubrimos que a los dos nos habían marcado los Beatles de una forma muy definitiva. Tocábamos por puro placer y diversión esas canciones y de pronto sentimos que los arreglos que iban saliendo espontáneamente estaban buenos. Automáticamente nos entusiasmó la idea de armar este espectáculo”, cuenta la cantante.
“Tratamos de mantener la esencia de las canciones y a la vez aportar respetuosamente nuevas ideas. Es muy difícil atreverse a modificar algo que uno considera hermoso ‘tal y cómo está’, pero la pasión que despiertan estas canciones en nosotros nos llevan a animarnos. Nos arriesgamos a transformarlas luego de una búsqueda respetuosa”, continua Buch. “El trabajo en la selección del repertorio y arreglos es muy riguroso y en cada actuación notamos como el público sale satisfecho de escucharlas vivas y renovadas. Por eso es valioso el trabajo del tributo, siempre y cuando esté hecho con responsabilidad y pasión”, concluye.
Portar una tradición
“Más que tributo es una excusa para juntarnos a tocar su música, en particular lo que hizo en los años ’50, que nos apasiona y nos divierte”, asegura Mauro Ostinelli sobre su tributo a Sonny Rollins, referencia inevitable de saxo tenor moderno. Lo llevará a cabo junto a Gonzalo Beraza en guitarra, Walter Filipelli en contrabajo y Diego Lutteral en batería. “En la esencia de la música de Rollins hay mucho de juego de libertad, de búsqueda permanente y eso nos estimula. Rollins es el portador de una tradición y en épocas en las que la cantidad de música que circula es casi agobiante, eso adquiere un valor particular. Es importante ahondar en las raíces de un lenguaje para profundizarlo”, concluye el saxofonista.
También Leonel De Francisco considera el tributo como una forma de escuela. El jueves 3 de febrero en Thelonious, el trompetista presentará un tributo a Chet Baker, junto a Misael Parola en saxos, Miguel Marengo en piano, Piqui Dutil en contrabajo, Bruno Varela en batería y la cantante Barbie Martínez. El viernes 4, siempre en el club de la calle Nicaragua, De Francisco evocará a Louis Armstrong, al frente de otro quinteto, en el que se destaca el vibrafonista Martín Sánchez. “Aprendo mucho tocando estos repertorios. Escuchar los discos, transcribir los solos, robar frases, imitar, asimilar, y tocar con el compromiso y la sensibilidad que generan estos grandes intérpretes, ayuda a generar un lenguaje propio dentro de la tradición”, asegura De Francisco y concluye: “A la hora de armar el show la idea es tocar el repertorio a nuestra manera, crear algunos arreglos sobre los temas, no necesariamente replicar en detalle a los discos”.