Xiomara Castro de Zelaya se convirtió ayer en la primera mujer en la historia en presidir el ejecutivo de Honduras luego de que Luis Redondo, el nuevo presidente del Congreso, le colocara la banda presidencial de color turquesa. Con el conflicto aún latente por los diputados que armaron un legislativo paralelo, Castro igual juramentó sobre la Constitución con una jueza, como lo indicaba la ley.
“Querido pueblo hondureño. Esta fecha quedará en la historia como la impronta de una generación que decidió ser libre y que heredará a las generaciones venideras la posibilidad de crecer”, dijo a lo largo de un discurso que duró cuarenta minutos y en el que denunció la calimidad del Estado que hereda, pero también mencionó varios proyectos que levantaron los aplausos de la gente que hizo cola desde la madrugada para poder presenciar del evento en un Estadio Nacional de Tegucigalpa, que fue adornado para la ocasión con varios murales que representaban la historia del país.
Presencia internacional
El acto contó con la participación de 40 delegaciones internacionales, entre las que se destacaron la visita de la vicepresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, su par estadounidense Kamala Harris, la ex presidenta brasileña Dilma Rousseff, el ex presidente paraguayo Fernando Lugo, el Rey Felipe VI de España, el presidente de Costa Rica Carlos Alvarado y el Secretario General Adjunto de la Organización de Estados Americanos (OEA), Nestor Mendez, entre otros. Para aminorar la calurosa espera mientras llegaban los mandatarios restantes, el senador de la República Dominicana, el cantante de bachata conocido como “El torito” -llamado Héctor Acosta- conquistó al público con sus clásicos.
El retorno de Honduras al mundo quedó en evidencia cuando se contrasta la juramentación de Castro con lo que fue el acto de 2017 donde su predecesor Juan Orlando Hernández comenzaba su segundo e ilegal período presidencial. Castro primero se congregó en la Basílica de Zuyapa para luego recorrer una gran parte de la capital en un auto descapotable donde, acompañada por el ex presidente Manuel Zelaya Rosales, iba saludando a la gente que la esperaba al lateral de la avenida que la conectó con el campo de fútbol. El ahora ex presidente había jurado sin ninguna comitiva internacional que lo felicitara, mientras la gente era gaseada y reprimida en las calles por protestar por el robo electoral y los asesinatos posteriores.
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La flamante mandataria aseguró que los esfuerzos de su mandato se sentarán en cuatro pilares: salud, educación, seguridad y trabajo, y apuntó -igual que Cristina en su discurso en la universidad un día antes- contra el modelo neoliberal establecido después del Golpe: “La catástrofe económica que hemos padecido no tiene parangón en la historia del país, y su impacto en la vida de la gente se refleja por el aumento del 700 por ciento de la deuda. La pobreza se incrementó a un 74 por ciento, lo que convierte a Honduras en país más pobre de América Latina”, se lamentó. “La refundación de Honduras comienza con el restablecimiento del respeto al ser humano,” agregó.
Acto seguido, prometió que un millón de familias pasarán a tener gratis los servicios de luz, pero que esas facturas tendrán que ser subsidiadas por aquellos que más consumo reflejen, ya que recibe un Estado en bancarrota incapaz de hacerle frente a esa reducción para los más necesitados. Además garantizó merienda escolar gratuita para que los niños puedan volver a clases y no tengan que estar trabajando para ayudar a sus familias.
Otra medida que anunció fue el subsidio a los combustibles, lo que generó una ola de aplausos en un país donde la gente usa el auto hasta para hacer cinco cuadras, ya sea por falta de buen transporte público, por miedo a la inseguridad o por costumbre. La disminución de los intereses bancarios fue otra promesa que apuntó a aliviar las golpeadas billeteras de la población.
A los migrantes también les dedicó un fragmento de su discurso, prometiendo hacer todo lo posible para que puedan regresar y para evitar el éxodo masivo que aqueja al país desde hace tiempo, pero incrementado y visibilizado desde 2018 cuando comenzaron a salir las famosas caravanas que caminan miles de kilómetros para tratar de llegar a Estados Unidos y conseguir una oportunidad de vida más digna.
La pesada herencia
También aprovechó su intervención para denunciar que el Estado había sido violador de Derechos Humanos y para reclamar libertad para los presos políticos y para los defensores del Río Guapinol, además de pedir justicia para Berta Cáceres, la líder ambiental asesinada en 2016 por oponerse junto al pueblo lenca a la construcción de una represa en su sagrado Río Gualcarque. Su hija y actual líder del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), Bertha Zúñiga Cáceres, le dio a Castro un bastón de mando ancestral, convirtiéndose en el primer Jefe de Estado que lo recibe en la historia, con el compromiso que representa.
Otros de los momentos más festejados por el público fue cuando la presidenta le entregó al Congreso el decreto que deroga la Ley de las Zede, un proyecto repudiado por toda la población donde se regalaban los mejores territorios para la explotación de diversas actividades económicas sin que el Estado tuviera potestad sobre esas geografías, lo que había sido denunciado como inconstitucional por varios juristas.
Un regreso esperado
El acto sirvió también para que la presidenta le tomara juramento a su nuevo gabinete, en la que se destaca el regreso del General Ramón Sabillón al país como Ministro de Seguridad. Siendo Director de la Policía Nacional, se ganó el respeto popular cuando desobedeciendo una orden que venía de más arriba, decidió igual detener a unos narcotraficantes en 2016, lo que le costó el puesto y el exilio. Rixi Moncada, la representante del partido Libre en el Consejo Nacional Electoral y una de las máximas responsables de evitar un posible fraude, fue galardonada con la Secretaría de Finanzas.
Una vez finalizado el evento, las personas fueron desalojando de forma pacífica el estadio, para muchos ir a seguir la celebración en algunos de los escenarios montados en Tegucigalpa, donde la fiesta continuó la fiesta en una especie de carnaval artístico que duró hasta la noche del jueves.