Una guitarra Travis Bean que compartieron Luis Alberto Spinetta y David Lebón; una tabla de skate de Boom Boom Kid; la valija con la que Luca Prodan llegó a la Argentina, el arte de tapa original de ¡Bang! ¡Bang! Estás liquidado (1989) de los Redondos y el teclado que Fito Páez usó en días de Ey! (1988) y Tercer Mundo (1990) son apenas algunos de los objetos emblemáticos que se pueden encontrar en la muestra Los 80: El rock en la calle, que se exhibe en el Museo Histórico Nacional (Defensa 1600), con entrada libre y gratuita. La exposición –que se puede visitar de miércoles a domingos y feriados de 11 a 19 hasta el 30 de mayo– refleja la transición del rock hacia la masividad post dictadura, y la transgresión e irreverencia que mostró esta cultura joven a lo largo de los años '80. La muestra está pensada tanto para fanáticos y estudiosos de la historia del rock como para curiosos o no iniciados en la música de ésa época.
Desde la separación de Serú Giran al concierto gratuito de Soda Stereo
El recorrido temporal, precisamente, abarca desde 1982 hasta 1991. Y ese recorte se podría delimitar, según la línea narrativa propuesta por los curadores, entre la separación de Seru Giran (una foto de Charly García, Pedro Aznar, David Lebón y Oscar Moro saludando al público en el Obras de 1982 da cuenta de ello) y el multitudinario concierto gratuito de Soda Stereo en 1991, en la 9 de Julio, frente a 250 mil personas. “Una década de intensidad cultural para una sociedad que descubría la democracia, lidiaba con la herencia de la dictadura y sufría una larga crisis económica”, definen en el programa de la muestra. “El rock comenzó una era de masividad, renovación y efervescencia creativa”.
Muestra del Rock en el Museo de Historia Nacional
“Por un lado, la muestra trata de trabajar sobre esta especie de desmesura y energía acumulada durante años que de golpe se libera”, cuenta a Página/12 Gabriel Di Meglio, director del Museo Histórico Nacional. “Una cosa que me pareció impresionante es cómo en esa categoría una poco laxa que es el rock entraba todo en esa época, desde Sandra Mihanovich, Piero y Celeste Carballo hasta los punks y los metaleros. Y cómo convivían en particular en Buenos Aires, en una misma noche, un montón de propuestas muy disímiles pero dentro de un mismo tema”, señala Di Meglio, historiador y curador de la muestra junto a Ricardo Watson y el fotógrafo Carlos Gustino (Aspix). “Por otro lado, la idea del rock en la calle apareció investigando, porque todos los protagonistas hablaban de que en esa época de transición hacia la democracia empezaron a salir a la calle. Para ese momento, el rock ya tenía una tradición muy rica, pero en los '80 se masificó y se convirtió en un fenómeno central en el país”.
El trabajo de producción duró todo el año pasado y la exposición se inauguró finalmente el 18 de diciembre. “Son todos préstamos, nada es nuestro”, dice el curador en relación a los más de 600 instrumentos, fotografías, memorabilia, discos, afiches, vestuario, manuscritos, archivo audiovisual, tapas de revistas y diseños originales que se exhiben en las dos salas ubicadas en planta baja y las tres en el subsuelo del museo. La prohibición de la música inglesa en las radios durante la Guerra de Malvinas fue uno de los acontecimientos que propició la expansión y circulación masiva del rock argentino. Fueron días de gran producción discográfica. De hecho, en la muestra se pueden apreciar los vinilos originales de Soles (1982), de Marilina Ross; el debut de Riff, En acción (1983); Me vuelvo cada día más loca (1982), de Celeste Carballo, y discos de Fontova Trío, Alejandro Lerner, Nito Mestre y el rosarino Juan Carlos Baglietto.
No solo aparecen objetos de los artistas más representativos de la época sino también se reflejan a través de fotos y ejemplares el mundo de la industria, la prensa, las giras, el público y los festivales, como La Falda Rock y el B.A. Rock. "Una cosa que me impactó mucho fue la cantidad de vestuario que apareció. La estética fue muy fuerte en esta época. El vestuario de Viudas e Hijas, Los Abuelos de la Nada, Suéter y Los Twist, por ejemplo”, apunta Di Meglio. Uno de los objetos que se roba todas las miradas es la gigantografía de la tapa de Clics Modernos (1983), de Charly García, con la foto tomada en una esquina de New York. O la guitarra que Gieco usó en vivo cuando Mercedes Sosa volvió del exilio o el histriónico piano de Miguel Mateos.
En la planta baja del museo -apropiadamente- se encuentra la sala dedicada al under y a la contracultura del rock. Una campera de cuero negra del “Chino” Vera de Attaque 77; afiches de Don Cornelio y la Zona, Los Violadores, Todos Tus Muertos y Los Laxantes, y skates de Boom Boom Kid y Massacre le dan vida a esa sección. “El circuito under mezcla rock, poesía, clown, performance y teatro. La idea era romper con la lógica del mercado”, enmarcan en la muestra. “La autogestión y la fusión de diversas expresiones y pensamientos desembocaron en un gran movimiento interdisciplinario. El mundo del varieté y del clown vivió una época de oro; el desparpajo y lo festivo fueron herramientas para soportar el legado de la dictadura”, describen sobre “la escena subterránea” que sucedía en discotecas, sótanos, pubs, teatros y clubes.
“Yo asumí la dirección del museo en abril de 2020 y en realidad me dedico al siglo XIX. Y este museo está enfocado en el periodo colonial. Pero me tracé como objetivo recorrer periodos que el museo no visita habitualmente, como el siglo XX", contextualiza Di Meglio. "Y en el caso de esta muestra, es un tema que tiene un atractivo muy convocante, para también llamar a un público que no viene habitualmente a este museo. La muestra es disonante respecto a la temática del museo, pero no en el modo: porque lo que hace es tomar todo como patrimonio, como un volante que te daban en la calle en los '80 para ver a Massacre Palestina que acá se convierte en una pieza de museo, y eso implica tratarlo históricamente”, explica el historiador.