La versión argentina
Contraparte de una ciudad porteña que suele darle la espalda al río, la Zona Norte aprovecha su costa con múltiples opciones gastronómicas que miran al lejano horizonte sobre el agua. Una de las últimas –y más esperadas– novedades es el Mostrador Santa Teresita Olivos, abierto en noviembre pasado: se trata de la versión argentina del Mostrador Santa Teresita que nació en Uruguay hace ya varios años de la mano del cocinero Fernando Trocca y Martín Pittaluga (mismo dueño de La Huella). Un lugar por ahora diurno, con almuerzos y meriendas, que repite la dinámica de su par oriental: al ingresar se elige mesa (redonda, cuadrada o rectangulares de madera y hierro) y el mozo toma el pedido de las bebidas: aguas, pomelada, kale limonada, cócteles (diseñados por Inés de Los Santos). Luego, para la comida, hay que acercarse al mostrador y optar por un tamaño de plato, chico o grande ($1500 / $1700), que incluye una proteína y guarnición de vegetales.
El servicio está a cargo de los cocineros, el “Chino” González y Sofía Goldman. Cada día cambia el menú, pero siempre habrá una variedad de carnes que salen a la plancha, rebozadas o a la parrilla a leña, y que pasan por el horno de barro para finalizar su cocción. Pueden ser milanesas, bondiola de cerdo, lenguado, mero. Las ensaladas se asocian a la estación y a lo que ofrezca el mercado. De papas, huevo, mayonesa y perejil; boniato, cítricos y yogur; duraznos, queso, remolacha y eneldo fresco. Todas muy sabrosas, aunque la que se lleva todos los aplausos es la de hinojo asado, flores y frutos secos.
Para la mañana y la tarde se luce la pastelería de Carolina Ferpozzi: key lime pie, torta vasca, sándwich helado de coco y dulce de leche (desde $500), entre varios otros; también hay facturas y café de especialidad. A tono con la fama de Trocca, los fines de semana el Mostrador se llena rápido: conviene ir temprano o elegir un día de semana, mientras se espera que abran también de noche (lo prometen para marzo).
Cocina de estación en un espacio que sabe aprovechar el clima del verano.
Mostrador Santa Teresita Olivos queda en Juan Bautista Alberdi 25, Olivos. Horario de atención: todos los días de 12 a 19. Instagram: @mostrador.olivos.
Aires de parador
Paraná y el río suele ser un punto de referencia para deportistas y vecinos a los que les gusta correr y hacer largas caminatas; también abundan por allí los picnics a la vera del río, los juegos para chicos, las bicicletas y mucho aire libre. Un mundo bucólico a metros de la ciudad, que sumó nuevo bar y restaurante: Tribu, una propuesta festiva rodeada de vegetación de estilo playero y decoración en tonos beige, blanco y ocre. Afuera, sobre un amplio deck, hay mesas bajas de madera y hamacas, todas orientadas hacia el río. Por la noche, la ambientación cambia con luces bajas en el interior y colgantes afuera. El salón es amplio, con lámparas de mimbre, ratán y caña, y mucho mobiliario de madera revestido en cuero. Todo tiene un aire de parador, de esos que podrían estar en una costa de Pinamar o Cariló.
La apertura es reciente y al servicio y cocina aún le faltan cierta coordinación. Para desayunar sirven panes caseros, huevos revueltos, avocado toast, yogur natural y frutas frescas. Al mediodía se puede seguir picando unos ricos langostinos ($1600) y bastones de pescado blanco rebozados ($1100) o tres empanadas de bondiola ($690). Para probar un poco de todo se recomienda la tabla de mar (rabas, escabeche de calamar, mejillones, papas fritas y salsas, $2800). Es siempre sabrosa la burrata ($1200) y están bien las rabas ($1300). También ofrecen tabla de quesos y fiambre ($2400), hamburguesas ($1100), sándwich de bondiola braseada ($970), pastas y cortes de carne vacuna a la parrilla: ojo de bife, entraña, tira de asado.
La carta de bebidas es corta, con énfasis en tragos como el Nootka Punch con ron de coco, jugo de ananá, cordial de limón y helado de coco; y el Berry-Tonic, con Campari, cordial de frutillas, jugo de pomelo y tónica ($610). Entre los dulces, de postre o para la tarde, unos golosos waffles con Nutella y torta de chocolate.
Sin complicarse y apostando a un espíritu de playa estival, Tribu aprovecha su buena ubicación para sumarse al paseo por la costa de Martínez.
Tribu queda en Juan Díaz de Solis 2794, Martínez. Horario de atención: lunes a miércoles de 8 a 24. Jueves a sábados de 8 a 2. Instagram: @tribu_ba.
Bodegón español
La esquina de Azcuénaga y Melo tiene un pasado gastronómico casi centenario, modificando propuesta pero siempre dando de comer: hace 40 años allí estaba Gallego Norton y, desde hace dos décadas, lleva el nombre de Viejo Norton, lo que da una idea de continuidad en la tradición de cocina española del local. Una esquina circundada por casonas antiguas que forma parte del conjunto de bares, restaurantes y panaderías que miran hacia los terrenos verdes del ferrocarril, a una cuadra de la estación de tren Vicente López.
Viejo Norton posee un gran salón con ventanas guillotina de madera y –a tono con tiempos de pandemia– mesas en el exterior, dentro y fuera de un gazebo. De entrada, salen las rabas ($1200), el platito de jamón crudo ($950), las gambas al ajillo ($1300). La tortilla de papas (en sus tres versiones) es súper sabrosa y se puede pedir bien jugosa (desde $800); al inicio también es recomendable probar las empanadas fritas de carne ($130, la unidad), deliciosas. De las minutas los bestseller son la milanesa napolitana con papas fritas y los raviolones (de elaboración en el local). Otros puntos fuertes de la carta son las carnes a la parrilla y los pescados. También hacen paella y cazuela de mariscos, a tono con esa idea de cocina española apropiada desde Buenos Aires.
Daniel Montes, el cocinero Juan Carlos Bondone y Diego Núñez abrieron Viejo Norton en diciembre de 2001, con la crisis a punto de estallar. “Yo venía de chico a comer acá”, señala Montes, quien después de adquirir experiencia en el negocio gastronómico, y al enterarse de que los descendientes de la familia española del restaurante no iban a continuar, se le ocurrió buscar socios para trabajarlo. “En ese momento no teníamos nada que perder, y aunque la situación nos generó incertidumbre podemos decir que nos fue bien”, dice.
En un barrio repleto de propuestas trendy, Viejo Norton muestra otra cara, un bodegón de barrio como punto de encuentro de vecinos.
Viejo Norton queda en Miguel de Azcuénaga 900, Vicente López. Tel. 4797-9712/4797-9581. Horario de atención: lunes a domingos de 12 a 15:30, martes a domingos de 20 a 24. Instagram: @viejonortonresto.