Tras el anuncio del acuerdo de Facilidades Extendidas con el FMI para los próximos dos años y medio, PáginaI12 consultó a analistas económicos para realizar una evaluación del entendimiento tal como se conoce hasta ahora. El principal logro de la negociación que se destaca es haber podido acceder al Programa de Facilidades Extendidas sin reformas estructurales. Las metas de déficit fiscal se considedra que son alcanzables e incluso compatibles con las proyectadas en el Presupuesto 2022 que no fue aprobado, aunque el financiamiento monetario podría exigir un mayor esfuerzo. Se entiende pero preocupan las revisiones trimestrales, que le dan mucho poder al FMI para inmiscuirse en la política económica argentina.
El análisis de los economistas
"El Fondo no parece haber cedido en temas de plazos ni en sobretasas, aunque sí lo hizo en no pedir reformas estructurales en un acuerdo de facilidades extendidas y no hay muchos antecedentes al respecto", explica el diputado nacional, economista y director del OCEPP Itai Hagman.
"Se corre de algunos de los ejes que tradicionalmente vienen de la mano del FMI, ya que no plantean reformas estructurales en materia laboral y previsional. Tampoco incluye un programa de privatizaciones como se planteara en otros acuerdos similares", complementa Martín Epstein, analista económico del CEPA.
"En definitiva es un acuerdo muy largo sin reformas estructurales y que no implicaría un recorte del gasto en términos reales ni achicar el gasto del Estado en Ciencia y Tecnología, ni en obra pública", refuerza el economista e investigador del CEDES Joaquín Waldman.
Como contraparte, sí genera una gran alerta el monitoreo trimestral, que pone al país en una situación de permanente evaluación: "Si Argentina no cumple estas metas puede generar expectativas negativas y eso genera inestabilidad cambiaria. Además le das una herramienta al Fondo para exponer al país a una situación de crisis si no se cumplen las metas, y eso es un poder muy grande que va a tener el FMI", alerta Hagman.
Epstein coincide en este diagnóstico: "Aparece un horizonte de default latente frente a cada instancia de revisión trimestral. Eso podría conspirar con políticas a mediano plazo por esa potencial inestabilidad en el frente externo". "Si te alejás de las metas, los condicionamientos políticos empiezan a aparecer", simplifica el economista jefe del CESO Nicolás Pertierra.
Waldman relativiza este punto: "Las revisiones cada tres meses son las tradicionales de todo acuerdo con el Fondo- estaba en el Stand By en 2018 ya- y son inevitables. Te condicionan con hacerte los desembolsos de a poco para poder ir monitoreando cómo avanza el cumplimiento. Puede haber trimestres en que no se cumplan, pero era algo casi inevitable y también existen figuras como el waiver que evitan que se entre en un default por algún incumplimiento".
Los detalles del acuerdo con el FMI
El ministro especificó tres cifras que dan una primera aproximación a lo que luego serán los memorandos de entendimiento con los detalles del acuerdo. El más importante y principal escollo en la negociación de acuerdo a las propias declaraciones de Guzmán es el sendero fiscal. El titular de Economía planteó que pasará del 3 por ciento actual a 2,5 por ciento en 2022, a 1,9 por ciento en 2023 y a 0,9 por ciento en 2024.
"La búsqueda del equilibrio fiscal es un objetivo que se atrasó con la pandemia, pero que ya estaba en los planes del gobierno desde que asumió con un enfoque progresista en términos impositivos y previsionales", asegura el coordinador del Departamento de Economía Política del Centro Cultural de la Cooperación, Martín Burgos. "No pareciera brusca ni difícil de alcanzar. Incluso alcanzaría con recortar los gastos que se hicieron por Covid en 2021 para llegar a la meta para este 2022 ", complementa Waldman.
"Se venía sosteniendo que el ejecutivo quería llegar al equilibrio fiscal en 5 años hasta 2027, reduciendo 0,5 puntos cada año y el FMI pedía déficit cero en 2024 ( es decir 1,5 puntos cada año). En este punto fue buena la negociación", asegura Cecilia González Bonorino, economista integrante de Undav. Y agrega que "esta reducción estaría vinculada con la segmentación de tarifas según capacidad adquisitiva y la adjudicación de la tarifa social. La discusión estaría entonces en cómo se van a cumplir estas metas de 2023 en adelante".
La segunda certeza que dio el ministro es la meta monetaria, que parece ser más exigente porque requiere conseguir fuentes de financiamiento fuera de la asistencia del BCRA. Apunta a que sea de 1 por ciento del producto en 2022, 0,6 por ciento en 2023 para llegar a 0 en 2021."Preocupa porque es más difícil de controlar porque depende que la recaudación mejore pero también de variables que no son del control directo y uso exclusivo de la política económica, como el acceso a créditos", asegura Hagman.
Epstein resulta más optimista en este sentido: "En caso de llegarse al déficit de 2,5 por ciento, la meta de emisión de 1 por ciento parece cumplible. Sobre todo de la mano de una política fiscal de moderada expansión y manejando el tipo de cambio sin grandes saltos como plantea el ministro Guzmán y confirma en los hechos".
Finalmente, el ministro mencionó el objetivo 2022 de crecimiento de 5.000 millones de dólares de reservas internacionales, que Waldman entiende como "muy exigente, porque tampoco se sabe cómo se conseguiría porque faltan detalles del sendero cambiario y lo que puede pasar con el dólar".
Evitar el default
Los y las analistas coinciden en que aún faltan detalles para poder calificar si es un acuerdo bueno o malo, pero entienden que evitó la posibilidad de un default dentro de las reglas del Fondo, que era muy perjudicial para el país. "En ese contexto no podíamos ir al default sin pagar serias consecuencias, así que el acuerdo era necesario y tanto política como económicamente puede servirle a esta gestión de gobierno", asegura la economista de Paridad en la Macro Mara Pedrazzoli.
"Hacer un programa con el FMI o ir a default son dos malas alternativas porque son dentro de las reglas del Fondo. La única buena alternativa podría ser fuera de las reglas del Fondo, que eso hoy significa la posibilidad de generar una correlación de fuerzas a nivel internacional y cuestionar la legitimidad de la deuda y des esta manera lograr que el FMI acepte un acuerdo extraordinario con Argentina en términos de plazo o quita de capital. Pero son opciones que de alguna manera fueron quedando fuera del mapa y se llegó a esta solución que es el acuerdo menos malo", concluye Hagman.