For Those I Love
For Those I Love
El arco narrativo que construyen las nueve canciones del debut del dublinés David Balfe es el que abarca una noche de rave clandestina, con la previa, el durante y el después. Pero en realidad a lo que le canta --y por lo que baila-- es al angustiante vacío dejado por su amigo de la infancia y compadre musical Paul Curran. Luego de su suicidio, Balfe se refugió en el galpón donde se encerraban a escuchar y hacer música, dándole forma a un proyecto que expone sus intenciones desde su nombre: Para Aquellos Que Amo. El debut de The Streets, en el que Mike Skinner demostró que alcanzaba con hablar para ser la mejor voz cantante, fue una revelación para Balfe, algo evidente desde el primer tema de un álbum emocionante y catártico, cargado de ausencia y pena, pero también de gratitud, por lo vivido y aprendido, y por el abrazo de los sobrevivientes.
Bleachers
Take The Sadness Out Of Saturday Night
“Si le sacamos la tristeza a las noches del sábado/ me pregunto qué nos quedará/ ¿Algo por lo que valga la pena pelear?”, canta Jack Antonoff al frente de Bleachers, bautizando su tercer disco desde ese verso de “Stop Making This Hurt”, columna vertebral de un trabajo que, de su concepción a su aparición, mutó de álbum de separación --de Lana Durham-- a canto hacia un futuro que debe estar ahí aunque no lo veamos. Más conocido como productor top para Lana Del Rey, Lorde o Taylor Swift, Antonoff saca chapa de ochentista y oriundo de New Jersey en el que para muchos es el mejor de los discos que lleva editados al frente de Bleachers desde 2014. Con una letra firmada junto a Zadie Smith, y ayuditas de St. Vincent o Del Rey, el desfile de nombres conocidos se completa nada menos que con la aparición de su coterráneo Bruce Springsteen en “Chinatown”.
Alostmen
Kologo
El punto de partida de la música de este cuarteto oriundo de Ghana es el kologo, un instrumento de apenas dos cuerdas, tradicional de las tribus Frara, nómades que habitan el norte del país y el sur de Burkina Faso. Lejos de tomar el camino antropologico y testimonial, en las manos del también cantante Stevo Atambire el kologo se convierte en el corazón rítmico de un debut irresistible, que no da respiro de comienzo a fin, sumando invitados e influencias que van desde el juvenil rapper Yaa Pono hasta el pionero de highlife --suerte de jazz ritmico africano-- Gyedu-Blay Ambolley. Grabado durante una gira por Uganda y editado en 2017 en su país natal, fue remezclado para su lanzamiento internacional a comienzos del año pasado, por suerte sin perder su encanto original, como se puede apreciar en los deliciosos bonus tracks con la mezcla original.
Nala Sinephro
Space 1.8
Última gema de la vibrante escena del nuevo jazz londinense, el debut de esta arpista de sangre caribeña y belga comenzó a gestarse luego de haber perdido otro álbum, más tradicionalmente jazzero, como el cuarto movimiento de este trabajo, concebido junto a la saxofonista Nubya García, una de las estrellas de la escena. Con apenas 22 años, hija de un saxofonista y una maestra de piano, Sinephro compuso el que terminaría siendo su primer disco en piano, sumó sintetizadores y arpa, para recién entonces invitar a sus compinches de una movida que la acogió desde su llegada a Londres, media década atrás. Y la complicidad se nota en lo orgánico de un álbum emotivo, que por momentos es etéreo y en otros se planta bien en la tierra, y en que el ambient se convierte en el mejor jazz, con temas que duran desde poco más de un minuto a casi veinte.
Arooj Aftab
Vulture Prince
“Lahore en los ’90, grandes robles, frutas de temporada, culto al fuego, espacios vacíos y Purple Rain”. Así es como esta cantante pakistaní destiló los temas y los estados de ánimo de su tercer disco con la intención de crear un perfume para acompañarlo. Tal como se puede leer en Pitchfork, la enumeración funciona también como un poema sobre la nostalgia y la añoranza, y lo mismo se podría decir de la obra de esta joven nacida en Arabia Saudita que hoy reside en Brooklyn, pero que pasó su adolescencia en Lahore, escuchando a Nusrat Fateh Ali Khan en familia y a Jeff Buckley en soledad. Después de un debut anclado en la poesía urdu y un segundo disco cercano al ambient, Aftab quería evitar ser encasillada grabando un disco bailable, pero la muerte de su hermano cambió sus planes y el resultado terminó siendo hipnótico y consagratorio.
Buffalo Nichols
Buffalo Nichols
Nacido el calor de Texas pero criado en el frío de Nebraska, Carl “Buffalo” Nichols creció tratando de tocar la guitarra como los artistas de la colección de discos de su madre: Robert Cray, B. B. King o Corey Harris. Pero como en Milwaukee no había donde tocar blues, terminó sumándose a grupos punk, hip hop e incluso llegó a tocar en alguna iglesia, pero solo después de que al final de una gira europea terminó tocando en un club de blues de Kiev, es que regresó a casa para retomar su amor de infancia. Apenas con una guitarra acústica y un espíritu cercano a los artistas nómades de los años ’30, Nichols se suma al lote de cantantes negros que tratan de poner al día el estilo, como lo hace también la blusera gay Amythyst Kiah, con su disco Wary+Strange. “Para que usar una capucha/ cuando una placa es igual de buena”, canta en “Another man”, apenas uno del puñado de temas urgentes con aire de clásicos que redondean su contundente debut.
Isaiah Rashad
The House Is Burning
Dicen los que saben que este aspirante a predicador hasta que AtLiens de OutKast le voló la cabeza tal vez no sea tan gangster como ScHoolboy Q, colgado como Ab-Soul ni conceptual como Lamarr, sino que su rol es el del introspectivo, que lucha con sus pensamientos pero lleva sus sentimientos en la solapa. Y algo de eso hay en el seductor y atrapante trabajo con el que reaparece sobrio después de cinco años de espera, aunque hay quien dice también que Rashad sólo hace discos de reaparición: The Sun’s Tirade (2016), su primer álbum propiamente dicho, abre con una queja de la discográfica porque su demora impide capitalizar el exito de Clivia Demo (2014), su consagratorio mixtape. “Lo que sea que haya bajo mi cama/ no tengo miedo, estoy listo”, canta ahora Rashad, que demuestra estar en su mejor forma tanto posando de duro como relajándose.
Leonie Pernet
Le Cirque de Consolation
Compositora, cantante y multinstrumentista de ascendencia tuareg, Leonie Pernet supo llamar la atención dentro del indie francés con su debut Crave, después de haberse hecho un nombre organizando la veladas queer Corps vs. Machine. Tres años y una pandemia después, dobla la apuesta con un disco “denso, demandante y de imperfecta belleza”, como llamativamente ha celebrado el diario Liberation lo que su autora presenta como “una tierra de asilo colectivo”. Acompañada por Jean-Sylvain Le Gouic, ex integrante del dúo Juveniles, Pernet es capaz de desplegar en su particular circo del consuelo tanto percusiones africanas como cuerdas neo-clásicas o campanas de iglesia, todo lo que sea necesario para conjurar un repertorio que le cante a “una reconstrucción individual, pero también a la esperanza de una reconstrucción colectiva”.
infine-music.com/leonie-pernet
Black Country, New Road
For The First Time
Fanáticos confesos del post-rock de Slint, Black Country, New Road han sido los últimos en llegar al primer disco dentro una incipiente escena de noise-rock del sur de Londres centrada en la sala The Windmill, de la que forman parte los celebrados Black Midi y Squid. Capaces de comenzar sus shows --y su álbum debut-- con crescendos de musica klezmer que les confieren un improbable rostro carnavalesco mientras su guitarrista y cantante Isaac Wood recita con la convicción de un Nick Cave leyendo de twitter en vez de la Biblia, este septeto reune músicos de Londres con otros de Cambridge, y estudiantes de conservatorio con autodidactas, que desdeñan las estructuras musicales tradicionales persiguiendo sonidos discordantes y virtuosos a la vez, con guitarras --y saxo-- bien al frente.
Spencer Cullum
Spencer Cullum’s Coin Collection
Alumno tan destacado del maestro británico en el pedal steel B. J. Cole --el de “Tiny Dancer”, el clásico de Elton John-- que dejó su Londres natal para instalarse en Nashville, listo para salir de gira con Miranda Lambert o grabar con Kesha, su debut como solista tiene todo el aspecto de ser el clásico disco de sesionista que se toma años perfeccionando. Evidente fan de la música de su país de los años sesenta y setenta, la admirable colección de monedas de Spencer Cullum homenajea de manera impecable y creativa al primer Pink Floyd, Pentangle, Kevin Ayers o Fairport Convention. Con la ayuda de luminarias de su ciudad de adopción como Caitlin Rose, hasta se permite salir del marco de sus referencias con un tema de krautrock, y le pone el moño a un disco impecable con una hermosa versión de “The tree”, de Incredible String Band.
Los mejores, pero de verdad
Entre los nombres rockeros conocidos que más se repiten en los principales puestos de listas de fin de año están los nuevos trabajos de Low, The War On Drugs y el Carnage firmado por Nick Cave con Warren Ellis; así como relativamente recién llegados a semejantes privilegios como los canadienses The Weather Station, liderados por Tamara Lindeman, una luminaria del nuevo soul como es Jazmine Sullivan o la debutante absoluta Olivia Rodrigo. También aparecen ahí arriba estrellas de la canción como Lana del Rey, Adele o Billie Eilish, la británica Little Simz o Tyler The Creator como representantes del rap, el jazz con el grupo referente de la escena londinense Sons of Kemet o –¡sorpresa!-- el disco de Pharoah Sanders con Floating Points. Y por último hay que mencionar que, por la puerta abierta por Rosalía, ha entrado en las listas anglo El madrileño de C. Tangana, una suerte --con perdón-- de Manu Chao de los tiempos del trap.