El gobierno desató un nudo, pero ahora deberá demostrar mano firme para sostener los lazos que se soltaron. La trampa del Fondo que le dejó la anterior gestión, con vencimientos de pago acumulados para este año y el próximo que los hacían impagables, fue resuelta pateando para adelante el problema. Una deuda por 44.500 millones de dólares que seguirá siendo deuda dentro de dos años y medio, pero con facilidades para pagarla.
¿Todo estará igual que al principio, entonces? No, la diferencia está en qué es lo que pueda hacer Argentina en este período, de aquí a dos años y medio. A partir de haber desatado el nudo de los vencimientos impagables con el FMI, y haber quedado con todos los cabos sueltos.
Si la deuda impagable era el nudo, los cabos sueltos son las distintas políticas económicas y las metas en la economía real que quiere alcanzar con ellas. Crecimiento económico, desarrollo productivo, más empleo de calidad, más equidad distributiva, desarrollo científico y tecnológico, fortalecimiento de las economías regionales, por nombrar las más cercanas al plano económico.
¿El compromiso con el Fondo le impedirá avanzar en esos planos? "La pelea por el margen de autonomía de la política económica será cotidiana, como parte de la herencia altamente condicionante que dejó el gobierno de Macri", dice un paper interno de uno de los más destacados centros de estudios económicos del país.
Desde las cercanías del gobierno aseguran que, el que se alcanzó, es "el mejor acuerdo posible". Imposible saberlo. Tampoco puede juzgárselo tan tempranamente como bueno o malo. Sí está claro, y lo explicitaron las autoridades intevinientes en las negociaciones con el FMI, que la opción tomada fue "llegar a un acuerdo que evitara la situación de no-pago de la deuda, porque esta última pondría en jaque la posibilidad de alcanzar los objetivos económicos del gobierno (crecimiento, trabajo y mejora del poder adquisitivo de la población)".
Esos objetivos se mantienen, y se eligió el camino por el cual transitar mientras se busca alcanzarlos.
Más que preocupación por no poder gastar más, la obligación será gastar mejor, en función de las metas en cada área. Y no hay duda que tiene margen para mejorar.
Con inflación, será dificil mejorar el poder adquisitivo de la mayoría. La menor presión sobre el tipo de cambio tras el acuerdo con el FMI puede ayudar, pero hará falta más que eso.
Los funcionarios y las políticas deberán estar más cerca del pequeño o mediano empresario o productor, para demostrarle que éste es, de verdad, el momento de apostar a la producción masiva, ya no más el tiempo de la especulación de unos pocos.
Si el gobierno quiere convertir el Acuerdo con el Fondo en una virtud, deberá demostrar eso, que es el momento de la producción. Y convencerse a sí mismo, también, de que es el momento de la política.