“Justicia, justicia perseguirás” es la traducción castellana de la expresión hebrea “tzedek, tzedek tirdof” presente en la Torá, para ser más precisos en el Deuteronomio, y ha sido interpretada y malinterpretada tantas veces y de tantas maneras que hasta el ex Sumo Maurífice se dio el lujo de “perseguir a la justicia”, atraparla y encerrarla en algún sitio oculto, mientras la reemplazaba con algo que ni siquiera se le parecía.

Con todos sus medios enfermónicos, económicos e infodémicos, nos hizo creer que “eso” era justicia. “Eso” es lo que algunos llaman “lawfare”, o sea: “Con la justicia, perseguirás a quien te convenga perseguir”, mientras que a otres no les cabe ninguna palabra en castellano y por eso usan la locución latina MMLPQTP, que vaya uno a saber quid carajum quiere decir.

Al parecer, en tiempos antiquérrimos, no era “justicia” sino “verdad” la palabra presente en el texto hebreo (me lo contó Gugl, que nunca miente). Y algún talmudista (estudioso de los textos sagrados hebreos) amigo tuvo la gentileza de explicarme que los antiguos hebreos creían que "sin verdad, no hay justicia”, con lo cual ya nos estaban hablando de un camino que pasaba por la verdad para llegar a la justicia.

Lástima que el ex Sumo, la Patríficie Magna, la Heidi Manontroppo y el resto de la banda que los contiene y cobija no consultaron al talmudista amigo, o a algún otro, o a quien sea que les pudiera explicar la diferencia entre “verdad” y “decreto”, entre “pruebas” y “loqueamisemecanta”, entre “tribunal” y “canchadetenis” o, incluso, entre “jueces" y “compinches”.

Quizás no dominaban el hebreo antiguo ni el latín y por eso confundieron el objeto directo con el indirecto y, en vez de perseguir "justicia", persiguieron “a la justicia”. No lo sé. Y mi amigo talmudista tampoco pudo explicármelo. Me dijo que una cosa era interpretar antiguos textos sagrados y otra muy diferente era darles un sentido lógico a los tiempos cambiemitas.

Por otra parte, el concepto de justicia no es el mismo para todes. Personalmente, creo más en la justicia social que en la individual: por ejemplo, si matan a alguien y luego el asesino (concreto o instigador) es enjuiciado y encarcelado, eso no “vuelve a la vida” al muerto. Lo “estrictamente justo” sería que no lo matasen.

Pero, en cambio, sí es una señal para la sociedad. Nos dice, colectivamente, que hay un límite. Que todos, más allá de otras disidencias, compartimos algunas normas que nos permiten salir a la calle sin ver en cada vecino a un sicario, hoplita o similar. Que la sociedad, con la ley y su obligatorio cumplimiento, limita ciertas conductas individuales (o grupales) en pos de ciertos valores compartidos y establecidos como principios legales para todos y todas.

Y acá viene el drama de la historia argentina. Porque el neoliberalismo, en sus tres nefastos sabores, fue demoliendo uno a uno esos acuerdos sociales establecidos y vigentes:

  • La dictadura en los 70-80 le dijo a la sociedad que “a veces matar no está mal, depende de a quién”.
  • La etapa “Carlosaúlprimero” de los 90 le dijo que “robar, si es para la corona, no está del todo mal”.
  • El macrigarcado de 2015-19, recontraafirmó que “mentir no está mal, si somos nosotros (o sea, ellos) los que mentimos”.

En nombre de la Libertad (de mercado), aniquilaban la Igualdad (de derechos), para no hablar de la Fraternidad (entre todas las personas).

Si “matar, robar, mentir” (además de espiar, perseguir, empobrecer, etc.) son cosas que “sí, se puede”, entonces difícilmente podamos encontrar a la justicia si la perseguimos, ya que la han dejado tan flaquita que se vuela con la menor brisa.

La justicia de esta gente es una justicia “autopercibida”: más vinculada a la subjetividad (palabra que algunos usan para no decir “conveniencia” porque queda feo) que a las pruebas reales que la ley determina:

  • “Hoy me siento justo, así que voy a endeudar al país, fugar divisas, nombrar jueces por decreto y echar a los que no me gustan".
  • “Ese es un buen juez; te lo digo yo que juego al tenis con él, así que conozco sus habilidades judiciales”.
  • “Los jueces que no fallan como a mí me gusta son unos desconsiderados, así que los considero despedidos”.
  • “Mis medios, mis redes sociales, mis jueces y mis amigos afirman que Tal es un ladrón, así que lo es”.
  • "Tengo la íntima convicción de –o “sea, mi subjetividad indica"– que tal persona es culpable, así que la meto presa aunque no tenga pruebas (así fue dicho, sic).
  • “Gran parte de la población quiere que esta persona esté presa, así que no pienso liberarla” (esto también fue dicho).
  • “Todos son iguales ante la ley del más fuerte”.

Ya sé que pedirle otra cosa al ex Sumo Maurífice es como pedirle ya no peras, sino, digamos, un panqueque de manzana al rhum... a un sapo. Pero quizás la respuesta no esté en él, sino en nosotros mismos, respecto de buscar la manera de que esa justicia, no infalible pero que puede reparar a una sociedad tan herida, dé señales de vida y obra.

Sugiero acompañar esta columna con el video-estreno “La Suprema”, de RS Positivo (Rudy-Sanz). Es bailable, así que

¡A mover esas causas…muchaches!