Con el glamping --“camping con glamour”-- sucedió como con la plataforma Zoom: preexistía a la pandemia, explotó con ella y la sobrevivirá. Están brotando en casi todas las provincias como una opción más segura en los tiempos de la covid: permiten casi no compartir lugares cerrados, ni siquiera el baño y la ducha (la mayoría lo tiene incorporado a la tienda). Y están en plena naturaleza, desde la estepa patagónica al bosque cordobés y el desierto salino de Jujuy. Su público es variado: desde parejas jóvenes que nunca durmieron en carpa hasta mochileros algo aburguesados o que ya les duele la espalda sin un buen colchón (a veces hay cama king-size). Algo debe quedar claro: la idea es no pasar ni frío ni calor --suelen tener aire acondicionado frío-calor y luz eléctrica-- y si bien hay diversidad de precios, la mayoría no son económicos.

Al ser fácil de instalar, estos campamentos de lujo están alejados en medio de la naturaleza y tienen bajo impacto ambiental: en cuestión de días se puede levantar todo sin dejar casi rastro. En algunos se mantiene el aire clásico de comunidad en las noches y otros son más intimistas. Pero en todos, uno levanta el cierre o abre la puerta y se asoma al bosque, la selva, el desierto o la pampa (el paisaje también entra al recinto por la transparencia de los ventanales de tela). Los diseños van desde el domo geodésico de paredes sólidas a la tienda de tela estilo safari africano y burbujas noruegas. Este sería un tipo de camping sin la épica de levantar el propio refugio --la consigna es cero esfuerzo-- pero a juzgar por el boom, esto no sería problema: están siempre llenos desde primavera al fin del verano.

Glamping en Salinas Grandes

Partimos desde Purmamarca en Jujuy, caracoleando por la Cuesta de Lipán hacia lo alto: tras una curva --a 3.500 metros de altura-- aparecen las Salinas Grandes como un mar de sal hasta donde se nubla la mirada. Abandonamos el asfalto para rodar sobre lo que parece un lago congelado. Y el auto avanza como un rompehielos en la llanura hacia seis semiesferas que parecen una estación lunar. Al Pristine Camps algunos vienen a alojarse y otros solo a almorzar (el menú de tres pasos con vino cuesta $ 7.500 incluyendo visita a producción de sal con pobladores originarios). La chef Mariana García del Río prepara entradas como carpacho de llama en crema de palta y esferas de queso de cabra; y platos como lomo de llama al adobe en cocción de arcilla y paja con pimienta de molle y romero en hojas de parra con reducción de Malbec y manzana verde, roseta de papines andinos con corazón de crema de zanahoria y crocante de queso. Al atardecer nos sentamos en las sillas del deck a mirar la planicie salina con su suelo como una red hexagonal reproducida hasta el infinito con exactitud de telaraña. La sensación es estar en el centro de un vacío sideral que parece expandirse como el universo. Y la noche es el momento cumbre con una sesión de astrofotografía con instructores que también interpretan las estrellas bajo el cielo límpido de la Puna.

A medianoche la salina se alumbra un instante y en tres segundos nos alcanza un trueno apocalíptico: llueve a chorros. Al amanecer descorro el cortinado del gran ventanal y la salina está cubierta por una fina capa de agua: es un espejo kilométrico donde se ha borrado la línea del horizonte. El mundo se ha dado vuelta y el cielo está en la tierra. Hay nubes arriba y a mis pies. Me descalzo y salgo a caminar las aguas pisando nubes, como levitando. Al alejarme hacia la nada, me siento un náufrago interplanetario sobreviviente de una batalla de Star Wars, disparándole con la cámara a una camioneta que se aleja entre dos cielos, abriendo las aguas como Moisés.

Precio: $ 44.000 por persona con merienda, cena, desayuno y traslado desde el borde de la salina. www.pristinecamps.com

El confort en el increíble escenario de las Salinas Grandes.


Domos en Pilar

Al bajar en el Km. 52 de la Ruta Panamericana en Pilar, un camino de tierra lleva a Villa Rosa, un barrio de quintas en un bosque con ambiente a pueblo de campo con caballos pastando. Allí está el glamping Saimon's a un costado de la casa de la familia Grieco en un parque. “Roxana es arquitecta y yo carpintero y su brazo ejecutor” dice Hernán, quien instaló dos domos geodésicos en su terreno de un cuarto de hectárea, uno para dos personas y otro mucho más grande para cuatro, cada uno con yacuzzi temperado al aire libre. Además tienen mesa y vajilla para comer adentro, pero también una gran mesa bajo la pérgola junto a la parrilla. Quien gusta, se hace su asado pero también Hernán puede encargarse, incluyendo la compra de la carne (se puede invitar amigos a comer). Los domos tienen aire acondicionado frío-calor, piso de madera pulida y baño con agua caliente adosado. Hay bicicletas para explorar el barrio y la Reserva Ecológica de Pilar. Un vecino da clases de arquería, hay una sala para masajes --al aire libre en verano-- y se practica yoga. En el domo doble se puede agregar un colchón inflable para un niño (hay quien ha traído su carpa extra). Por la noche el silencio es total y de día hay pájaros carpinteros y una pareja de teros vive en el jardín con dos teritos. Hay una hamaca para la siesta y piscina. La política es petfriendly y el desayuno llega a la carpa en una cesta con jugos exprimidos, café, leche, manzana, banana, mermelada y queso. Se puede encargar delivery o ir a un restaurante. La pareja creó este proyecto pensado para integrar laboralmente a su hijito Simón, con síndrome de Down, en el futuro.

Cuesta desde $9500 para dos personas. www.saimonsglamping.com.ar


Tiendas del Dakar en Cañuelas

En el Partido de Cañuelas --provincia de Buenos Aires-- a 45 minutos del centro de Buenos Aires, Puesto Viejo es un lujoso glamping dentro de una estancia de 225 hectáreas con seis campos de polo --mirar un partido es un plus dominical--, un gran laberinto vegetal con paredes de 4 metros de alto, restaurante de campo y lago con garzas, gallaretas y una isla con puente. Hay 20 tiendas de alto diseño con lona reforzada elevadas sobre un deck con gazebo, media sombra y sillas con mesita para mirar la inmensidad de la Pampa Húmeda. Las tiendas están alfombradas y tienen dos camas separadas y dos ventanales laterales con mosquitero --igual que la entrada-- que dejamos abiertos a la noche. Estas tiendas se usaron en el rally París-Dakar y les adosaron un baño de madera tan grande como la carpa. La estadía incluye cabalgata para explorar el campo en uno de los 300 ejemplares de la caballeriza (o en carruaje). Las carpas están alineadas en L mirando a un césped como de golf con fogón en el centro. En la mañana salimos a caminar por las arboledas entre una leve capa de niebla en soledad. El desayuno es en mesas al aire libre y el almuerzo un asado en el restaurante con ventanales o bajo la galería (la cena es a la carta). Al estar alejados de la ciudad, el cielo es muy oscuro y las estrellas titilan más: oímos el chistido de una lechuza, el trompeteo de un chajá, el canto de grillos, mugidos, el chillido histérico de los teros y relinchos lejanos. La estancia es como un gran jardín arbolado con palmeras egipcias, hileras dobles de álamos en caminos internos, pinos y montes de eucaliptus con cotorras.

La tienda doble con desayuno y almuerzo --asado-- cuesta $ 14.000 ($7000 los niños) (ingresos viernes y sábado). www.puestoviejoestancia.com.ar


En Amboy, pueblito cordobés

Amboy es un pueblito de 300 habitantes en el Valle de Calamuchita cordobés, desde donde nace una ruta de tierra que se interna luego en un caminito por el bosque: tres tranqueras más adelante aparece el glamping Aguada de Lunas camuflado en un bosque autóctono achaparrado. Son cinco domos de dos pisos --cama doble kingsize abajo y dos singles arriba-- con baño y antebaño, un potente ventilador, estufa a gas y enorme ventanal panorámico de tela transparente hacia el bosque. Allí pastan tres ovejas, tres llamas y una yegua manchada. Los que duermen en el piso superior miran las estrellas desde la cama. Los domos son espaciosos y comparten una piscina. Nos instalamos y salimos a caminar junto al arroyo que bordea el glamping para conocer Amboy, un pueblo colonial que en las horas de sol parece deshabitado. Primero nos damos un chapuzón en uno de los pozones y seguimos. Aguada de Lunas es obra de los hermanos Alejandro y Gabriel Alciati y esposas. Una de ellas entretiene a los niños llevándolos a pescar mojarritas y organiza partidos de fútbol, softball y salidas en bici. El otro pilar es Beto Pucheta, chef y carpintero, quien participó de la construcción de los domos. Aquí hay intimidad en el bosque --quien gusta desayuna y almuerza a solas frente al domo-- y otros optan por sumarse al clima de camping en el fogón con guitarreada, pingpong, sapo y metegol.

Cuesta $19.990 por persona con caminatas guiadas, desayuno, picada, almuerzo, merienda y cena con vinos, aperitivos y cervezas. www.aguadadelunas.com.ar

Domos en Quebrada de Humahuaca

La jujeña Quebrada de Humahuaca nace en la Cuesta de Bárcena, donde el valle no es aun rojizo, sino verde. Allí, en lo alto de una lomada, el nuevo The Canuto Glamping sirve de base para recorrer la zona. Son tres domos dobles de 20 m² --se puede agregar una cama-- con baño privado y gran ventanal hacia las montañas y las estrellas que se ven desde la cama. La electricidad es a panel solar y el calor con salamandra a leña. El nombre Canuto tiene doble sentido, pero ese fue el sobrenombre del abuelo de Francisco Mulqui, dueño y en gran parte el creador de este glamping con sus propias manos, desde que se instaló en una simple carpa (ahora se hizo una casa de piedra). Desde aquí parten vario strekking a lo alto de cerros y a una cascada de 70 metros. Purmamarca queda a 20 Km y Tilcara a 60 (el lugar es una buena estación intermedia hacia Iruya). Francisco en persona cocina humitas en chala, ensaladas de quinoa y sofisticados sándwiches de bondiola que trae en bandeja al domo de madera reciclada, que tiene una mesa techada al aire libre para comer contemplando la vastedad entre montañas de 4.000 metros.

El domo doble con desayuno cuesta $24.000 ($ 15.000 en marzo). www.thecanutoglamping.com


Frente a la laguna de Lobos

A 120 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, a orillas de la laguna de Lobos, Refugio Natural Glamping combina un ambiente sociable en su zona de costa con cervecería y mesas al aire libre, al mismo tiempo que ofrece intimidad y calma en el sector de carpas, separadas entre sí por 20 o 30 metros, semiocultas en el bosque. Las 800 hectáreas de la laguna implican una playa con arena, kayak de alquiler para remar horas, pesca embarcada de tarariras o desde tierra en los juncales y esquí acuático, banana y gomón. En la cervecería se arman guitarreadas --hay una guitarra de uso público-- y a un costado hay una tirolesa de uso libre sobre un estanque. Desde la cervecería se suele mirar el atardecer sobre el agua. Las carpas, los módulos de baño, las sillas y mesas y la cervecería, están hechos con madera reciclada del bosque y chapa: Refugio Natural carece de cemento. Hay 18 carpas en un bosque de 16 hectáreas con centenares de pájaros donde se hace una cabalgata cada 45 minutos. Hay varios tipos de carpa, algunas equipadas con bolsa de dormir y otras con colchón de goma espuma de alta densidad y entrada de pendrive para el celular. Si bien aquí los baños son compartidos, están a la altura de un glamping: son muy espaciosos con diseño moderno y grifería de calidad --incluso una elegante araña cuelga del techo-- y los limpian de manera permanente. Acordes a nuestra época, los carteles indican “hoy me siento hombre” y “hoy me siento mujer”. Hay un gran parque como una pradera con juegos para niños y “para grandulones también”, aclara el dueño Matías Gracia. En la cervecería el fuerte son la pizza al horno de barro y leña, y sándwiches de bondiola, picadas, empanadas y cerveza tirada. Algunos fines de semana hay DJ o bandas en vivo. Cada sábado hay clase de yoga abierta y gratuita. En el bosque de olmos y acacias a veces aparece un zorro gris y en los juncales hay carpinchos, nutrias y garzas pico espátula rosadas. Cada carpa de techo a dos aguas y tela impermeable tiene fogón para un asado o charlar, mesas de madera con bancos, luz eléctrica, sommier y sillón (algunas están frente al lago). El lugar es tan grande que algunos vienen solo a pasar el día bajo un árbol y preparar un asado (se puede traer carpa propia). En la noche, el silencio y la oscuridad son absolutos. Este glamping quizá sea --entre muchos otros-- el que mejor logra esa combinación de íntimo confort con espacios de socialización, acordes a los tiempos: entre “las que sabemos todos” ya no están las canciones de Sui Generis.

Una carpa standard para 4 personas cuesta $ 15.000 ($ 22.000 la opción “confort” --cuádruple-- y $ 29.000 la “Premium” doble). Incluye la cabalgata.www.refugio.com.ar

Glamping transparente en Neuquén

En el bosque andino-patagónico de Bahía Manzano --Villa La Angostura-- Inspira es un glamping con un domo-burbuja, una pirámide, un domo clásico y otro más grande --todos dobles-- donde el perfil propio es la transparencia casi total de techos y paredes: los brillos del lago inundan las habitaciones y el bosque parece entrar en ellas. Y también la noche (el diseño imita las burbujas noruegas para dormir bajo auroras boreales). Quien quiere, oscurece todo con cortinados, pero la luz entra igual (se entregan tapaojos). Las camas son kingsize con bolsa de dormir --no hay calefacción-- y se refuerza el calor con manta eléctrica y bolsa de agua caliente. Tienen una pequeña mesa, bancos y vajilla para usar en el espacio de parrilla compartido (se busca no perder el espíritu sociable de un camping). El complejo está camuflado en el bosque --no se lo ve desde ningún lado-- y el 70% de su electricidad es a panel solar. Hay un jacuzzi al aire libre para seis personas que comparten entre todos --se reserva-- y el complejo de baños es externo a las tiendas (son de calidad).

Cuesta $ 18.000 para dos personas. www.lasramblas.com.ar