Desde París
La izquierda francesa entona desde hace bastante tiempo la estrofa “La Lucha Final” perteneciente a la canción que durante décadas representó al movimiento obrero mundial, La Internacional. Pero esa “Lucha Final” no es ya por el poder, la transformación, la igualdad o el progreso social, sino que se trata de una lucha por la propia aniquilación de la izquierda. Sin resonancia en la sociedad, pobre de propuestas novedosas, boicoteada por los medios, dividida en una serie de patéticas capillas que se confrontan públicamente e incapaz de elegir a un candidato único que la represente en las elecciones presidenciales de abril de este año, la izquierda atraviesa una de las crisis políticas y existenciales más agudas de su historia. La paradoja es tanto más cruel cuanto que la letra de lo que más tarde se convertirá en La Internacional fue escrita en París, en 1871, por Eugène Pottier, un obrero que participó en el sublevamiento de La Comuna de París y que plasmó en esa letra las aspiraciones de los trabajadores.
Espectáculo desolador
Pero en la izquierda francesa del Siglo XXI no hay obreros sino un espectáculo desolador cuyos actores participan en una matanza pública que ha borrado los contenidos políticos. El antagonismo no es programático. La batalla entre los ocho candidatos de la izquierda se centra en la candidatura presidencial y deja al descubierto los obstáculos internos para pactar una oferta común. Las candidaturas de los aspirantes de la izquierda ni siquiera alcanzan los porcentajes que suman los dos candidatos de la extrema derecha, Marine Le Pen y Eric Zemmour (28 por ciento). Jean-Luc Mélenchon, Francia Insumisa, Yannick Jadot, Ecologistas, Anne Hidalgo, Partido Socialista, Fabien Roussel, Partido Comunista, Christiane Taubira, Independiente apoyada por el Partido Radical de Izquierda, Nathalie Arthaud, Lucha Obrera, Philippe Poutou, Nuevo Partido Anticapitalista, Anasse Kazib, Revolución Permanente, todas estas candidaturas totalizan un porcentaje alrededor del 25 por ciento. Los mejor ubicados son Jean-Luc Mélenchon (9 por ciento) y el ecologista Yannick Jadot (7 por ciento). En cuanto al Partido Socialista, su historia más que centenaria y las tres elecciones presidenciales que ganó entre el Siglo XX y el XXI no le sirvieron de mucho. Su candidata, Anne Hidalgo (actual Intendenta de París) ni siquiera roza el 5 por ciento de las intenciones de voto.
Primaria popular
Durante estos últimos meses, lo único que se vio de la izquierda fue su división. Ante esa frontera los militantes de la izquierda lanzaron una iniciativa en internet para elegir casi por la fuerza un candidato común. La mayoría de los líderes de la izquierda rechazaron participar en lo que consideraron como un “mero sondeo clic”. Sin embargo, esa Primaria Popular se instaló en la opinión pese a ellos y el voto se inició el pasado 27 de enero y concluye este domingo 30. Mathilde Immer y el diputado Ecologista David Cormand fueron quienes propusieron este Primaria Popular cuyo impacto superó incluso al de las primarias de otros partidos. Hubo 467.000 personas inscriptas para votar contra 122 mil para la primaria ecologista de septiembre 2021 y 140 mil para la primaria de la derecha que se celebró en diciembre del año pasado. Los militantes deben responder a la pregunta: “para que en la elección presidencial gane la ecología y la justicia social, estimo que la siguiente personalidad sería…”. Luego, cada candidato sale con una mención “Bien, Muy Bien, Bastante Bien, Aceptable, Insuficiente”. Además de los candidatos más conocidos participan otros oriundos de la sociedad civil como Pierre Larrouturou, Charlotte Marchandise y Anna Agueb-Porterie. La fuerte participación indica claramente que esta Primaria Popular propuesta por los militantes, es decir, de hecho, impuesta por la calle, suscita mucho interés y es percibida como una necesidad por una izquierda que cada día llora su absoluta orfandad. Mathilde Immer, cofundadora de la Primaria Popular, explica que “el 85 por ciento de los electores de la izquierda y ecologistas anhelan la unión. A su vez, 73 por ciento desea que esa unión se lleve a cabo a través de una elección primaria. Sin embargo, parece que los candidatos son sordos”.
Descomposición
Que sean los “niños” que le impongan a los “padres” una conducta dice mucho sobre el estado de descomposición de la izquierda. Los tres más importantes, Jean-Luc Mélenchon, Anne Hidalgo y Yannick Jadot son “como astros muertos. No cuentan. ¿ Cómo voy a votar por una derrota construida por los mismos líderes que plantean salvarnos del liberalismo pero que, de principio a fin, sólo se han ocupado de sus egos, de su poder interno, de sus intereses partidistas mezquinos ?. Vivimos un momento dramático y nuestros candidatos sólo se han concentrado en ridiculizar a la izquierda”, dice con mucho pesar Maxence Girau, un militante de esa izquierda en la que también converge la ecología. ” Esto es el reino del revés, un comic de mal gusto, humillante, inmaduro, infecundo. ¡ Dan ganas de llorar !", comenta entre la risa y el llanto Pirre Pochès, un antiguo militante del Partido Socialista a quien “la mudanza del PS hacia las tierras liberales” lo llevó a “hacer trizas el carnet de adherente. ” Pero hoy es peor –agrega: “ya no hay ni siquiera a donde adherir. Nos hemos vuelto una generación de desadheridos, de jóvenes y menos jóvenes de izquierda sin opciones racionales de voto”.
Sin debate ni programa
Anne Hidalgo (PS), Yannick Jadot (ecologista), Fabien Roussel (Comunista), y Jean-Luc Mélenchon adelantaron que no deseaban figurar en ese voto de la Primaria Popular, tanto más cuanto que no aceptan condicionar su candidatura al resultado. La contradicción es alucinante, sobre todo por parte de la Intendenta de la Capital francesa. Anne Hidalgo gobierna París desde hace diez años gracias a una alianza con los ecologistas. Esta elección espontánea, organizada como una suerte de sondeo no vinculante, sin debates ni programas expuestos, sin obligación tampoco de que los candidatos se presenten, es ante todo un grito de desesperanza de los simpatizantes de la izquierda que ven no solamente a sus candidatos hundirse en los sondeos sino, sobre todo, la desaparición de las ideas que defienden y el surgimiento de una ultraderecha con un doble componente: el llamado “nacional populismo” de Marine Le Pen y una vertiente ultra reaccionaria, revisionista y obsesionada por la identidad representada por Eric Zemmour. Entre estas dos propuestas combinadas, más la derecha y el “extremo centro liberal” del actual Presidente, Emmanuel Macron, la izquierda no ha encontrado ni audiencia, ni legitimidad. Francia atraviesa una conocida paradoja: es un país de izquierda que termina votando a la derecha, incluida, hoy, la propuesta más dura de la ultraderecha.
Bronca y vergüenza
Indignación, bronca, vergüenza y hartazgo son los sentimientos de los militantes y simpatizantes de la izquierda. ”Esto ha sido un suicidio colectivo por parte de nuestra izquierda, una demostración de su ceguera, de sus terribles limites para entender la época en que vivimos y las necesidades que son las nuestras”, comenta Jean-François, otro militante “frustrado”. Algunos militantes de la izquierda le cuentan a los más jóvenes los tiempos en que la unión condujo a la presidencia. Ocurrió primero en 1981 cuando el difunto presidente socialista François Mitterrand fue electo mediante una alianza con el Partido Comunista. La experiencia se repitió en el período 1997-2002 cuando los socialistas ganaron las elecciones legislativas y formaron lo que se llamó un “gobierno arcoíris” rosa – rojo -verde compuesto por socialistas, comunistas y ecologistas. El socialismo ganó otra vez una elección presidencial en 2012 (François Hollande), pero en ese momento el PS ya estaba controlado por el “realismo liberal” y tanto Hollande como su Primer Ministro Manuel Vals son retratados hoy como “los sepultureros de la izquierda”. Ambos son una suerte de Don Quijote y Sancho Panza que destruyeron todos los relatos y las herencias de la izquierda. ”Cuando me lo cuentan, me acuerdo y no me lo creo, pero fue cierto. Juntos, fuimos incluso capaces de imponerle al patronato liberal la semana laboral de 35 horas. Nadie habla de eso ya. Siento que esta izquierda de hoy tiene vergüenza hasta de sus propias conquistas”, dice Jean-François.
Voto clic
El voto clic de la Primaria Popular aparece como un llamado de atención más que con el perfil de una elección de candidatos. La base le dice a los de arriba:” muchachas y muchachos, basta de jugar a ver quien es el más lindo, el que tiene más poder. Estamos agonizando”. Toda la tragedia que envuelve a la izquierda está en esta propuesta: el voto electrónico habilita a los simpatizantes a votar por candidatos que rehusaron participar en el voto, incluso que despreciaron la propuesta. La lucha final está siendo una realidad al revés: la izquierda compite por su superviviencia y no por su afianzamiento.