Ale Sergi: –Contá la anécdota del día que te tragaste un bicho en el escenario. Ah, no, cierto que eso ya le pasó a Lali.
Juliana Gattas: –Sí, ¡pero yo seguí cantando! Igual, no va ser ni el primero ni el último bicho que me como.
A. S.: –Si vieran la de bichos que nos hemos comido...
El diálogo es casi un paso de comedia. Parece hasta ensayado, pero no: ocurre, sin más. Ale Sergi y Juliana Gattas funcionan así, en tándem, de una manera que parece inevitable. Miranda! recibe a PáginaI12 en el living de su estudio del barrio de Chacarita para conversar acerca de su último disco, Fuerte, editado por Sony en abril, y de su presentación en el teatro Ópera (Corrientes 860, hoy a las 21). El vestuario de él, el de ella, la decoración, la iluminación del ambiente: no hay nada librado al azar y, sin embargo, aparece como lo más natural del mundo. “Nosotros siempre pensamos que la comunicación es fundamental y que lo que el grupo hace es parte de un todo. No se trata sólo de las canciones o los shows en vivo. Son las fotografías, las declaraciones, las cosas que decimos en una nota gráfica, en la televisión, en un alfombra roja: todo es show”, explica Sergi a propósito de esa lógica performática que rodea al dúo.
Sí, al dúo. Porque, tras la desvinculación de Lolo Fuentes y Monoto, la dupla decidió formalizar lo que se venía dando de hecho. Los créditos del disco indican claramente: “Miranda! es Ale Sergi y Juliana Gattas”. Los demás músicos que intervinieron aparecen como colaboradores. Lo cierto es que esos renovados votos entre Sergi y Gattas se reflejan de manera inequívoca en el resultado artístico: Fuerte suena preciso, ajustado, nítido, como si cada fragmento de esa bola de espejos que es Miranda! hubiera sido obsesivamente pulido y lustrado para la ocasión. “Lo que buscamos con nuestras canciones es la comunicación y la claridad. Tratamos de que del parlante salgan ganchos que agarren las orejas de la gente, y que la traigan y la vuelvan a traer. La música que hacemos es para el cuerpo, para sentirla, no es para ponerte a pensar”, arriesga Sergi, en una contundente definición de pop.
–¿Por qué eligieron como tema “la boda” para el arte del disco?
J. G.: –Todo el concepto estético fue creación de (el diseñador) Alejandro Ros. A raíz de la palabra “fuerte”, que era la que habíamos pensado para el título, empezaron a surgir estas imágenes de una boda, de un compromiso, de la solidez, y la verdad es que nos sentimos muy orgullosos y muy representados por esta estética. Representados filosóficamente y musicalmente en el cambio de roles que existe en Miranda!, desde lo que se ve en el escenario, desde lo vocal, desde la ambigüedad que siempre planteamos, desde la voluntad de no delinear nunca ningún límite.
–¿No tiene nada que ver con que Miranda! finalmente haya gravitado en ustedes dos solos?
J. G.: –Esa es tu lectura y tal vez la de varios, pero no lo pensamos de esa manera.
A. S.: –No partió desde ahí. Partió desde el nombre, la fortaleza, la unión. Quizás, el tiempo que pasó hace que el casamiento se lea como una consolidación del grupo. En cuanto a la imagen (Gattas, de smoking, sostiene a Sergi, de vestido de novia, con ramo y todo), nos pareció importante evitar el grotesco, el típico chiste del tipo maquillado y vestido de mujer. Eso nos parecía un poco anticuado y no era la idea. Nosotros queríamos que fuera una imagen fina y delicada, que invite a pensar. Creemos que es un reflejo de los tiempos que corren, más allá de todo el significado interno que pueda tener. Es como una foto de lo que es hoy la sociedad, donde hay tanta lucha y reconocimiento de la igualdad, donde las mujeres ocupan un lugar que antes no ocupaban. Más allá de que seamos nosotros los que estamos ahí, son un varón y una mujer cambiando sus roles.
–El disco termina con “Mala señal”, una balada melancólica bastante fuera del registro de los demás temas.
J. G.: –Lo pusimos en ese orden para no cortar el mambo antes, ya que los temas venían muy bailables. A mí me gustan mucho las baladas, sobre todo si son de sufrir. Hay un disfrute que tiene que ver con la identificación.
–Ese final tiene algo de “continuará”.
A. S.: –No lo había pensado, pero sí. En todo caso, es un final esperanzador. Dice que la mala señal no afectará, que igual se van a comunicar. Todo parte de ideas musicales. En general, en nuestras canciones, siempre está primero la música y después las letras. Con “Mala señal”, el plan era hacer algo donde las voces se entretejieran. La idea es que un poco se conectan y un poco no. Se abren, se juntan. Por eso habla de la conexión, de la señal, del contacto.
–¿Piensan Miranda! como un concepto?
A. S.: –Creo que sí, que es un concepto desde que empezó.
–¿Desde que empezó tuvieron claro que iban tras ese concepto específico?
A. S.: –No, no. Eso recién ahora, hace unos años. Digo que siempre fue un concepto en el sentido de que es parte de nuestros gustos, nuestros deseos. ¡Cada persona es un concepto! En un comienzo, nosotros decíamos que el concepto era el no concepto. Trabajamos mucho por instinto, no hay mucha charla en el momento creativo. Las cosas nos salen de casualidad, pero una casualidad que sale de nosotros. Y cuando son muchas casualidades provocadas por la misma persona, termina siendo un concepto.
J. G.: –Lo que sí intentamos hacer desde hace un par de años es ir con todo junto: sacar un disco, plantear un arte, llevar ese arte al show y de gira. Si bien no es explícito ni explicativo, nos gusta porque nos hace sentir empoderados de nuestra música.
–Hay, también, una construcción de lo que para ustedes es el amor. O los amores.
A. S.: –Más que una construcción, es un manual de todo lo que no hay que hacer. ¡Un antimanual! Escribimos sobre los errores que cometemos desde un lugar irónico o cómico. Yo me siento muy vulnerable en ese aspecto. La torpeza del amor me da un poco de risa y de ternura.
J.G.: –Como un diario íntimo. Es un lugar donde vamos volcando todas las cosas que nos pasan.
–¿La canción “Enero” es un descargo a propósito de la situación mediática que vivió Sergi hace unos años?
A.S.: –Hay diferentes maneras de percibir las cosas, y cada uno mira y consume lo que más tiene ganas. “Enero”, en particular, puede interpretarse así, pero creo que si no se conociera mi historia mediática, también podría interpretarse como que, muchas veces, la verdad televisada se desfigura un poco. Por eso, habla de “verdad de utilería” y de que no hay que prestarle tanta atención. Es entretenimiento y habría que tomarlo así: con un poco más de liviandad. También dice que mucha gente habla sin saber y eso va más allá de mi historia. Pasa como con todas las demás canciones, porque, en definitiva, todas nuestras canciones tienen que ver con nosotros, lo que pasa es que no todas tienen tan claramente fecha y dato. La idea no es contar nuestra historia personal, sino contar nuestras sensaciones para compartirlas. Me parece que lo que dice “Enero” no deja de ser universal: no tomemos tan en serio todo lo que se dice y, antes de hablar, escuchemos más.