Perón decía que un objetivo requiere siempre de una acción de tiempo, y que las luchas políticas (¿acaso la negociación con el fondo no lo es?) comprenden un campo de espacio y tiempo. El general en sus lecciones enseñaba que respecto al espacio hay lugares donde predomina la importancia de una decisión favorable, y en esta negociación logramos la decisión favorable de no hipotecar el crecimiento, ni nuestro modo de salir de la crisis (con inversión pública y desarrollo científico); con respecto al tiempo existen momentos en que es necesario enfocarse en ganar una determinada cosa, en esta negociación la cosa que había que ganar era tiempo, y también lo logramos.
La deuda externa que el gobierno de Alberto Fernández encontró era el agujero negro del Estado argentino, y era imposible de eludir. Un acuerdo necesario era una decisión favorable para ganar tiempo: tiempo para crecer, tiempo para recomponer las condiciones de bienestar y anímicas de nuestro pueblo, un Estado Nacional en incertidumbre no puede dar certidumbres a su gente, tiempo para que la región vuelva a tener gobiernos favorables desde los cuales crear sinergias de crecimiento y justicia social.
Como dice la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, el Estado argentino viene sin beneficio de inventario. Además de la Pandemia, la inflación, la recesión, etc., nos tocó esta deuda. Y gobernar la Argentina es, por empezar, gobernar la deuda. Así lo entendió Néstor en 2003 y gano tiempo con un acuerdo, que estuvo vigente durante sus tres primeros años de gobierno, un acuerdo que exigía superávit (no déficit como el actual). Deuda que fue cancelada en su totalidad en un contexto regional favorable donde se decidió la cancelación conjunta entre Brasil y nuestra Nación, de nuevo tiempo necesario para ir construyendo condiciones favorables.
Lo “lento”, “trabajoso” y “profundo” de la negociación tiene mucho de defensa del interés nacional y poner de nuestro lado los intereses del pueblo. El derecho a gozar el crecimiento económico, el derecho del Estado a tener obra pública, a no negociar la inversión en ciencia y tecnología. Ni negociar reformas que hagan todo más inviable.
Está claro que esto no es sin dolor o sacrificio, pero es con la posibilidad de asegurar presente y futuro. Nuestro Frente acaba de recibir un castigo electoral. Hubiera sido más fácil echarles la culpa a los otros. O negarnos a la negociación. Pero somos responsables, y tenemos con qué: con el aval de una Historia que nos puso siempre en las horas difíciles defendiendo el interés general.
La responsabilidad política de esta deuda, de este auténtico yunque, es del macrismo y la Historia ajustará esas cuentas. Y no debemos tener concesiones para quienes sean negacionistas de sus responsabilidades, pero lo dijo Alberto en su discurso: mirar para adelante. Sin olvidar, pero con los ojos fijos en el horizonte.
Lo que sigue requiere algo en lo que también debemos emular a Néstor, audacia para darle protagonismo al movimiento obrero, a los empresarios, a los movimientos sociales. A todos los que trabajan, producen, invierten y se organizan frente a la pobreza, porque necesitamos de todas y todos para regenerar un Proyecto de Nación que nos permita asumir en unidad la deuda interna.
Acá, en la Argentina de hoy, apareció una solución a un problema que no creamos. Es una solución posible y necesaria. Y es una solución que haremos efectiva. Vendrán chicanas, operaciones, el juego típico de la política, pero será siempre el árbol que tapa el bosque. Negociamos con el Fondo, sí. Y preservamos la dignidad del pueblo… también.
(*) Fernando "Chino" Navarro es secretario de Relaciones Parlamentarias, Institucionales y con la Socidad Civil de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación.