“Creo que el arte es un espacio infinito de lo posible, un sitio donde mirarse y revisarse”, define Martín Neri. En su caso, esto sería como un mirarse hacia dentro a través de un espejo interior hecho de guitarras, canto y poesías. De guitarras, porque esta nota habla de un eximio y exquisito violero rosarino que ha sabido poner sus finas cuerdas al servicio del Dúo Salteño -cinco años tocó con ellos-, de Teresa Parodi y de la orquesta sinfónica de Rosario, por mencionar algunos ejemplos. Y de canto y poesía porque, claro, el músico tiene varios espejos donde mirarse: ha publicado seis años atrás una obra conceptual sobre una familia de pescadores llamada Matriz del agua. Ha ideado “De un mismo barro”, canción que logró compartir con Silvio Rodríguez, el Chango Spasiuk, Estela de Carlotto y Ramiro González, entre otros y otras.
Y ahora, acaba de publicar Encierro, otra profunda aunque breve obra conceptual en la que se deja acompañar por Leopoldo Teuco Castilla, Jorge Fandermole, Nadia Larcher, Carlos Aguirre y Teresa Parodi, a través de siete piezas audiovisuales. “Me gustó la idea de pluralizar el pensamiento, invitarles a sumar sus puntos de vista”, sostiene él. “En términos de formato, pensé cada canción como un cortometraje y para rodearlo de distintas perspectivas de compañeras y compañeros cercanos. Habitar la riqueza de lo intergeneracional, digamos. La verdad es que amorosamente convidaron sus miradas sobre el encierro en el formato que eligieron, sea prosa, poesía o crónica”.
En las siete pieza interviene Neri, claro. Pero los invitados cambian según pasan los temas. Teuco Castilla –con quien también compartió Manada, otra de sus obras- relata “Adentro”; Fandermole, “Unos y otros”; Larcher lo acompaña en “Quiénes seremos”; Gustavo Cortés y Sig Ragga reencarnan en “Susurros del bosque”; Carlos Aguirre, el “Negro”, hace con él “Tal vez la libertad”, y cierra Parodi, con su sentida voz al servicio de “A lo lejos, alguien canta”. “El trabajo tiene un hilo cinematográfico, por eso compuse en esa dirección: una música para cada escena”, explica el rosarino, que también está ultimando detalles de Proyecto Sur, obra sinfónica sobre canciones latinoamericanas, que comparte con el director y arreglador Carlos Villavicencio, y va a presentar su flamante trabajo durante marzo, en una gira por Bahía Blanca, La Pampa, Tandil, Viedma y Olavarría.
-¿La alianza con lo cinematográfico es el eje principal de la obra o hay otro propósito de similar importancia?
-Conceptualmente, desde un principio la concebí como una intervención audiovisual, ya que me inquietaba mucho que dialoguen los distintos relatos subjetivos en una misma línea de tiempo. Pero apenas apareció la música, me invadió la inquietud de vincular la técnica stop motion con ciertos rasgos motrices del encierro. Por cierto, las características del movimiento fragmentado que la misma técnica propone, me resultaba muy de la mano con esta temática.
Es un a priori tan fuerte como trillado considerar que el disco se llama Encierro a causa de la pandemia. Su creador no niega ni afirma... lo somete a interpretación. “Las palabras siempre vienen a enunciar, a abrir un interrogante”, avisa. “Cuando el encierro pasó a estar en boca de todes, comenzó en mí la inquietud e ironía de preguntarme: ¿ahora hablamos de encierro?, ¿ahora nos pensamos encerrados? En fin, hace unos años que me viene rondando la idea de abordar esta temática. Pero también siento que a partir de la situación epidemiológica hay cierta hegemonía respecto a esta palabra”.
-¿Y entonces?
-Entonces creo que este presente vino a interpelarnos: uno se detiene o continúa. Yo elegí pensarme.
-¿De qué otros encierros habla el disco además de la pandemia, entonces?
-Creo que el encierro es muchísimo anterior a esta literalidad que nos propone la realidad. La obra apunta a eso, a la imposibilidad de ver más allá de uno mismo. Al estar encerrado en una idea, en el enojo, en las dudas, en los miedos que uno no puede resolver y, por ende, queda imposibilitado de comunicarse con los demás. Es más, cuando me puse a trabajar el disco venía pensando en todas esas formas de encierro que manifestamos como sociedad.
-Qué finas brumas sonoras las de “Encierro”, el tema. ¿Cómo nació, cómo lo fuiste trabajando?
-Me gusta pensar la música como un estado. A veces me responde, otras veces se aquieta, y en esa dirección fui con esta canción: la rítmica melódica fue la inquietud constante y lo armónico, la escucha. Cuando le compartí a Fandermole la música terminada para que le ponga el texto, le dije que se llamaba "Encierro". La escuchó y coincidió en que la atmósfera era por ahí. A la semana nació la canción.
-La segunda pieza se llama “Adentro” y resulta paradojal la frase que dice “Para salir del encierro, hay que ir más adentro”. ¿Qué esconde tal?
-Puede resultar paradójica si uno lo concibe en términos de polarización, de entrar/ salir. En cambio, si pensamos que los pedazos preceden a la unidad, es imperiosamente necesario recurrir al interior, volver al origen. No podría habitar otra forma de componer que no sea yendo hacia adentro.