Sellado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), Argentina se propone sustanciar el cumplimiento de la reestructuración apoyado en un crecimiento sostenido de la economía. Para que eso se logre más allá del arrastre lógico de un alza del PBI de 10 puntos en 2021, en el Gobierno apuntan todos los cañones a resolver la madre de todas las batallas: una inflación que superó el 50 por ciento el año pasado, que en este enero vuelve a coquetear con 4 puntos mensuales y que impacta sobre todo en la canasta básica, ergo, en los sectores más golpeados de la sociedad en la post pandemia. 

En ese contexto, el gobierno de Alberto Fernández se somete a una prueba de fuego: tener efectividad en una pulseada con los sectores del poder real, que si bien celebraron el pacto con el organismo, fueron parte de la especulación previa, tanto sumando tensión cambiaria como temperatura en las góndolas. "Es el objetivo número uno", adelantó a Página I12 un ladero del presidente Alberto Fernández, y agregó que el mandatario puso al asunto como uno de los prioritarios en 2022. Así, en los próximos días se empezará a trabajar en reuniones grupales e individuales para un acuerdo de precios más serio y que exija a las partes a un cumplimiento a rajatabla. Esto en paralelo con otros objetivos que se encuadran en una mirada "multicausal" de la economía que sostiene el ministro Martín Guzmán: las tasas de interés, el recorte de la brecha cambiaria, la acumulación de reservas y la potenciación de las exportaciones. 

Si la variable inflacionaria se modera, en el Gobierno confían en que Argentina puede superar el crecimiento del 4 por ciento pronosticado para el PBI (el FMI subió la perspectiva a 3 puntos) para situars cerca del 6 por ciento. Pero no es todo: este diario dialogó con un puñado influyente de grandes ceos que se sientan a la mesa de Gobierno con intención de aportar, que apuestan que el alza de la economía puede ser de 7 o hasta 7,5 por ciento si se ordena ese frente. 

En el Gobierno saben que, además, el tema del crecimiento con mejor distribución no sólo es una asignatura pendiente, sino que además es lo que tensiona en la interna del espacio, sobre todo con los sectores vinculados a la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. "Hay que subir a los sectores que aún no están en la locomotora. Poner plata en los bolsillos de la gente", describen en la Casa Rosada. La lectura es que con una baja en la inflación, se sentirá el poder de compra, que acompañará a los rubros que ya están en marcha: el agro, la industria y la construcción. Naturalmente, el contexto de esta pelea es posiciones internas en el Frente de Todos que sostienen que el acuerdo con el FMI exige ajustes de cumplimiento imposible; en contraposición a los funcionarios y negociadores que aseguran que el crecimienro redundará en una superación de esa instancia. 

El brazo ejecutor de los acuerdos de precios, que son herramientas validadas además por el organismo que conduce Kristalina Georgieva, será la secretaría de Comercio Interior, bajo el ala del ministerio de Desarrollo Productivo que conduce Matías Kulfas. Lo puso sobre el tapete la encargada de negocios internacionales de la Cancillería, Cecilia Todesca Bocco: “Una aproximación heterodoxa al tema de la inflación requiere estas mesas donde uno se sienta y discute cómo se conforman los precios en cada una de las cadenas y tratar de ir, de a poco y todos juntos, reduciendo el nivel de inflación que, al ser elevado, es mucho más difícil de controlar que en niveles mucho más bajos”. 

Contaron a este diario que la sintonía de Guzmán con el secretario de Comercio, Roberto Feletti, está bastante más acomodada y que hay confianza en la implementación de un acuerdo integral. Vale decir que ya está en curso la renovación de Precios Cuidados, con una canasta amplia y desde el 7 de enero al 7 de abril, pero el seguimiento del funcionamiento y el control será clave. En paralelo, Guzmán tendrá reuniones más seguidas con empresarios y sectores influyentes en las góndolas.

Los riesgos de nadar con tiburones

Para lograr la meta de crecimiento que evite un ajuste, el Gobierno deberá nadar en aguas peligrosas. Tendrá que llegar a acuerdos serios con sectores como el de los alimentos y el financiero, que si bien glorificaron el pacto con el FMI, fueron los que ante la incertidumbre del cierre y lo candente de la negociación, "colaboraron" imprimiéndole mayor tensión y volatilidad en los mercados, el dólar y los precios de góndola. 

"Si vos tenés concentrada el 80 por ciento de la producción de cemento y aluminio, y en 10 o 12 sectores hay sólo dos o tres jugadores, tenés un problema", contó un funcionario que sigue la agenda de los precios básicos. Allí, observa el Gobierno hay que sentarlos a la mesa y explicitar los costos y márgenes de ganancia. "Explicarles que la economía va a crecer y no hay más lugar para vivos", sintetizó. Todos los cañones apuntan, aquí, a la Coodinadora de Productores de Alimentos (Copal), que reúne a los fabricantes de alimentos y productos de limpieza, que venían excusando los aumentos y remercaciones en la inestabilidad cambiaria producida por el no acuerdo con el FMI. 

Una hora y media después de que Fernández anunciara el acuerdo, el dólar paralelo bajó 10 pesos, luego de haber escalado 11,50 pesos en ocho días. Este lunes, tuvo un rebote breve, de 50 centavos. Los bonos argentinos, en tanto, volvieron a crecer 3 puntos (luego del raid alcista del viernes) y el Riesgo País sigue más cerca de los 1700 puntos básicos, cuando supo rozar los 2000. Más allá de las reacciones anímicas a los estímulos e incertidumbres, el sector financiero es otro en el que habrá pulseada, porque muchos de los sectores hoy beneficiados, jugaron a volatilizar la plaza adrede. 

El Gobierno pretende allí marcar que se va camino a un proceso de estabilidad macroeconómica que quita del horizonte los problemas para financiarse. Donde aún hay dudas es en la política de suba de tasas de interés, un punto que exige el FMI. "Van a subir pero no tanto. No somos un gobierno que fomente la especulación", se jactó un dirigente oficial. Es que ese régimen de tasas altas tiene un antecedente funesto en el Gobierno de Mauricio Macri: subieron tanto para contener la inflación que no sólo nos e contuvo, sino que terminó sacrificando al sector productivo. 

Respecto al dólar, hubo sectores que en la previa al acuerdo pulsearon por una devaluación. Pero en el Gobierno insisten que la estabilización de los precios va a ordenar la brecha, corriendo esos fantasmas. Entienden, además, que el tipo de cambio es competitivo, algo en lo que coinciden analistas privados.