Desde Lima
Una nueva crisis ministerial complica al presidente Pedro Castillo. Este lunes cayó el gabinete que encabezaba Mirtha Vásquez, una exlegisladora de izquierda y abogada ligada a la defensa de los derechos humanos. En la tarde, Castillo anunció por Twitter que producto de “una constante evaluación” había decidido cambiar a su segundo gabinete ministerial, pero minutos después Vásquez dijo que ella había renunciado e hizo pública su carta de renuncia. Ahora Castillo deberá formar su tercer gabinete ministerial en solo seis meses de gobierno. Vásquez había asumido en octubre pasado. Hasta el momento del envío de esta nota no se conocía el nombre del sucesor, o sucesora, de la saliente jefa del gabinete, ni tampoco cuáles de los otros dieciocho ministros serían cambiados o ratificados.
La oposición de derecha y el sector radical del partido oficialista Perú Libre (PL), encabezado por su secretario general Vladimir Cerrón, que se define como marxista-leninista, coincidieron en celebrar la caída de Vásquez. Ambos sectores han venido criticando casi en coro a la centro izquierda aliada del gobierno, con la cual se identifica Vásquez, y han venido exigiendo el cambio de lo que despectivamente coincidían en llamar “gabinete caviar”. “Caviar” es un término usado por la derecha peruana para atacar a los sectores progresistas y a los intelectuales de izquierda, y que ahora Cerrón y el radicalismo verbal de la dirigencia de su partido también han adoptado para referirse a esos sectores que apoyan a Castillo y a los que no quieren en el gobierno.
La presidenta del Consejo de Ministros renunció en medio de la crisis originada por la salida del ministro del Interior, Avelino Guillén, quien dimitió el pasado viernes al no recibir el respaldo del mandatario cuando le pidió el pase al retiro del jefe de la policía, general Javier Gallardo, a quien el ministro le cuestionaba pretender hacer cambios en las jefaturas policiales que debilitarían unidades fundamentales en las investigaciones al crimen organizado y la corrupción política. Pero Guillén recibió como respuesta el silencio del presidente y renunció. Guillén es un exfiscal de prestigio -fue el fiscal en el juicio por secuestro y asesinato contra Alberto Fujimori que terminó en la condena a 25 años del exdictador-, de reconocida honestidad y una trayectoria en la defensa de los derechos humanos, y su salida gatilló duras críticas a Castillo, especialmente desde los sectores progresistas que apoyan su gobierno. En un intento de bajarle el tono a esos cuestionamientos, el presidente decidió, con la crisis ya encima y la renuncia de Guillén consumada, pasar al retiro al cuestionado general Gallardo. Pero esa tardía decisión no contuvo la crisis y la caída del gabinete.
“El gabinete está en constante evaluación. Por tal motivo, he decidido renovarlo y conformar un nuevo equipo”, escribió Castillo en Twitter. “Seguiremos por el camino del desarrollo por el bien del país”, agregó. Eso fue todo lo que el presidente dijo sobre esta crisis.
Mirtha Vásquez también envió un mensaje por esa red social con una versión distinta de lo sucedido. “Ante la imposibilidad de lograr consensos en beneficio del país, informo que hoy presenté mi carta de renuncia, la cual fue aceptada”, señaló.
En su carta de renuncia, Vásquez señala que con la renuncia del ministro del Interior el gobierno había llegado a “un momento crítico” y que estaba en duda la posibilidad de avanzar en realizar “cambios imprescindibles”. En una crítica a la demora de Castillo en tomar decisiones, como se vio en la crisis que llevó a la renuncia del exministro Guillén, indicó que “en este momento es inadmisible dudas o indecisiones”. Señala que durante su gestión de poco menos de cuatro meses enfrentó crisis provocadas por sectores opositores “con clara intención golpista”, pero también otras “por temas asociados, lamentablemente, a posibles actos de corrupción o irregularidades cometidas por funcionarios de alto nivel de esta administración”.
La caída del gabinete Vásquez abre un espacio de incertidumbre de hacía dónde se podría mover ahora Castillo. Su relación con sus aliados de los sectores progresistas queda golpeada, lo que Cerrón y la derecha celebran por igual. Caído el gabinete al que los dos extremos le hicieron la guerra, Cerrón espera recuperar el poder que él y su partido han perdido en el Ejecutivo, y del otro lado la derecha presiona para un gabinete con nombres más aceptables para sus intereses.
“Creo que estamos ante una suerte de última oportunidad para el gobierno de Castillo. Lo siguiente será, si fracasa, la vacancia (destitución del presidente). Castillo tiene que cambiar su entorno que es muy tóxico. Mi temor es que tengamos un gabinete conformado por la derecha, por el grupo de Cerrón y por las mafias políticas del Congreso”, le señaló a PáginaI12 el sociólogo y analista político Alberto Adrianzén.