Son como ollas a presión que estallan en simultáneo en varias partes del mundo. Lionel Messi recibe la confirmación de una condena a 21 meses de prisión por evasión en España. Las casas de Angel Di María y Javier Pastore en Francia son allanadas por presunto fraude fiscal. Dirigentes del fútbol y deportistas aparecen en los Panamá Papers. Las consecuencias todavía presentes del escándalo FIFA derivan en múltiples detenciones que incluyen a empresarios de medios de comunicación como Alejandro Burzaco. Un ex agente de futbolistas como Gustavo Arribas –hoy máximo funcionario del área de Inteligencia– está salpicado por los sobornos del Lava Jato.
Todo tiene que ver con todo. Sucede en un gran escenario donde la doble moral domina el partido desde hace décadas. Solo mencionamos los casos de Argentina y su juego multitudinario, porque de por sí son ilustrativos. Pero hay más ejemplos y se cuentan por decenas. Desde Estados Unidos a Brasil o de Suiza a Inglaterra. La corrupción es estructural, como los alcances nocivos del capitalismo salvaje. Y ese capitalismo salvaje gobierna la lógica del fútbol y el deporte en general. Determina o condiciona sus reglas, contamina casi todo lo que toca, permite un libre albedrío donde los que tienen más, quieren más. Convierten en hojarasca cualquier tentativa institucional y legal para darles caza a los sobornados, evasores y ocultistas de negocios sospechados. El sistema financiero internacional los torna escurridizos, volátiles. Hay demasiadas guaridas fiscales para esconderse.
Se dirá: pero si Messi y su padre recibieron condenas a prisión en suspenso y terminaron de pagarle al fisco español unos 5 millones de euros que incluyen los intereses por su fraude. También se recordará que el FBI investigó, detuvo y logró las confesiones de decenas de dirigentes de la FIFA en un proceso que aún sigue abierto. Estos dos casos son la coartada perfecta. Supone que el rumbo planetario del castigo no tiene desvíos. Y paga quien tiene que pagar. Pero no hay que caer en la trampa.
Para la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) en 2016 la evasión fiscal de la región llegó a 340.000 millones de dólares. Es solo un botón de muestra que incluye a ésta, nuestra parte del mundo y su problemática. El estudio concluye que la mayoría de los flujos ilícitos de dinero se dan con Estados Unidos y China. Son datos para analizar del mercado global. Uno más va en la posdata de esta columna. El presidente de la UEFA, el esloveno Aleksander Ceferin, reconoció en diciembre pasado que la evasión fiscal en el fútbol es “un gran problema”.