Claudia del Río, Mónica Millán y Adriana Bustos son tres artistas que juntas podrían formar un aquelarre de hechiceras. Lo que hay en las imágenes de sus obras es un encantamiento, un truco de magia que transporta a cualquier persona hacía un mundo en donde solo hay lugar para la fantasía. Pero el poder de donde surge esa magia está acá cerca y no en otra dimensión: es la naturaleza, el litoral, el río Paraná y el pasado colonial.
En la muestra Paisaje Peregrino, que reúne a estas artistas en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, se puede ver el recorrido que hicieron en las últimas décadas. Se trata de una exhibición antológica con obras de años anteriores y algunas hechas específicamente para esta ocasión. Estas tres artistas ponen sobre la mesa la discusión entre historia, naturaleza y fantasía.
1. En 1958 la editorial Nova publicó Geografía Plástica Argentina, un libro del crítico de arte Romualdo Brughetti. Lo que el autor trató de hacer en ese libro fue buscar cuáles eran las características que tenían las artes visuales del país y tratar de encontrar algún hilo conductor que definiera rasgos diferenciales de la pintura argentina. Así, el libro está separado por regiones y en cada una de ellas hay un grupo de artistas que trabajan o son de esos lugares.
Dentro de la sección “litoral” el autor habló de Leónidas Gambartes, el pintor rosarino que falleció en 1963. Brughetti fue crítico de algunas de las figuras que aparecen en las obras del artista y dijo que la inclusión de “aparecidos, amuletos y talismanes, pueden convertirse en caricatura o 'folklore’, estratos que el artista sabe que urge superar cuando se alude a la plástica”. Por suerte Brughetti murió y esas cosas que aparecen en la obra de Gambartes -y que él miró con desconfianza- son elementos se convirtieron en una tradición que llega a nuestros días y que también aparecen en las obras de Del Río, Millán y Bustos: objetos que pueden funcionar como talismanes o amuletos.
La imaginación que se propone en Paisaje Peregrino retoma esa tradición donde el mundo de las artes visuales y el mundo metafísico se pueden encontrar en las obras: los objetos funcionan como pasajes, como esa puerta que al abrirla no nos lleva a una habitación sino a otra dimensión. En esta dimensión paralela que proponen estas tres artistas los mapas representan mundos que no existen, las vírgenes se quedan atrapadas en medio de una selva y el maíz cobra vida propia para darse unos besos.
Lo que Brughetti veía como un peligro, que algo se transformara en “folklore”, finalmente resultó ser una bendición: la tematización de la fantasía y su relación con la naturaleza dio origen a este imaginario en el que se incluyen imágenes como las de Millán, Del Río y Bustos. Y con obras así se puede unir naturaleza, espiritualidad y práctica artística.
2. En Paisaje Peregrino, cada una de estas artistas tiene una función específica. Entre las tres van a dar origen a un espacio donde las obras van a proponer un mundo propio. A pesar de que estas imágenes pueden ser ubicadas como parte del imaginario del litoral (o algunas de la pampa húmeda), también pueden ser pensadas fuera de ese lugar, como si al juntar las obras de Del Río, Millán y Bustos se pudiera dar origen a un nuevo ecosistema que no existe.
En un ecosistema cada cosa cumple su función para que ese ambiente natural se mantenga y sobreviva. En esta muestra, las obras de cada una de estas artistas también van a tener una misión para poder organizar y sostener esta imaginación peregrina: cada artista debe conocer su misión y realizarla.
Las obras de Adrina Bustos van a proponer un territorio y una historia de este ecosistema imaginario habitado por estas artistas. Con sus obras con formas de mapas de gran tamaño, Bustos va a proponer una posible lectura de la historia de este lugar y también de esta geografía imaginaria. En esa fantasía territorial aparecen las obras de las otras dos artistas: el territorio que crea Bustos con sus mapas son la tierra fértil para que Del Río y Millán completen el paisaje.
Las obras de Millán van a aportar la naturaleza del paisaje. Piezas como “Paisaje” o “Jardín de novias” van a sumar, sobre todo, el espacio natural y salvaje. El mundo exterior se refleja en sus producciones. Los mapas que imagina Bustos son mapas políticos y los que inventa Millán son mapas físicos. El relieve de la naturaleza, la vida de los animales, los insectos y las plantas aparecen en las imágenes de esta artista.
Finalmente, Claudia del Río va a sumar la parte metafísica o fantástica a esta imaginación peregrina. De la tierra que crea Bustos, nacen las plantas de Millán y entre esas plantas caminan los seres de Claudia del Río. Las criaturas de esta artista son las que convierten el paisaje en un lugar fantástico, en un País de las Maravillas, pero del tercer mundo.
Las obras de las tres artistas combinadas dan origen a una imaginación posible, pero no única ni totalizadora. El imaginario litoraleño reapareció en los últimos años (el de la pampa siempre está en el aire y nunca se va), a contramano de lo que sucede con otras regiones que hasta el momento se han visto poco, como es el caso de la Patagonia.
No hay forma de abarcarlo todo: la curaduría es una práctica que necesita recortar imágenes y que nace desde el capricho. Sin embargo, vale la pena preguntarse por todas esas imágenes que no vemos cuando se piensa en la imaginación argentina y si, al final del día, las instituciones como el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires no contribuyen a crear una imaginación hegemónica, una tiranía de las imágenes que prioriza un capricho curatorial antes que una escena artística.
3. Hay una pregunta que susurran las obras de estas tres artistas y que tiene que ver con la historia: de dónde venimos y hacia dónde vamos. A pesar de que vivimos en la época de “el fin de la historia”, las artes visuales todo el tiempo vuelven a ella y de la misma manera que esta muestra tematiza la imaginación, también tematiza el paso del tiempo.
Hay tres obras que representan esto a la perfección: por un lado “Imago Mundi V - Goldsilver Map” de Adriana Bustos; y por otro lado, “How to dress hardcore” de Claudia del Río.
La obra de Bustos presenta un mapa de una geografía inventada en la que se esparcen figuras emblemáticas de la historia. Ahí aparecen desde San Martín hasta Juana Azurduy, pasando por todas las personas que integraron la generación de 1837. El mundo colonial y el origen de la Argentina, como nación, aparecen representados en la cartografía de Bustos.
Esa herencia colonial se mantiene en la obra de Claudia del Río “How to dress hardcore”. En la obra se puede distinguir la imagen de una persona que tranquilamente podría ser alguien de la colonia. Sin embargo, en sus ropas aparecen símbolos del presente: pokemones, nuevas princesas de Disney, fragmentos de etiquetas de Coca Cola. Ahí conviven el pasado y el presente, Internet y la colonia.
Del Río incluso vuelve aún más atrás en el tiempo hasta llegar a una época precolonial, con obras como su escultura sin título, de 2020, en la que el objeto se asemeja a algún tipo de estatua rupestre. En esta obra vuelve a aparecer la conexión con Gambartes y esas pinturas suyas que parecían sacadas de cuevas de pueblos originarios.
Sin embargo, estas artistas no van a quedar presas en el pasado y van a buscar también una conexión con discusiones del presente, específicamente con discusiones planteadas por los movimientos feministas. Parte de la exhibición presenta obras de Del Río y de Millán que justamente recuperan consignas y tensiones que aparecieron desde que emergió el movimiento Ni Una Menos a esta parte.
Así, esta muestra presenta un imaginario creado por tres artistas que sirve para crear un punto de unión entre el pasado y el presente. Son obras que miran para atrás, pero que también atienden el presente. Un espacio para imaginar y habitar otra tierra, otro paisaje y otro tiempo.
Paisaje Peregrino: Adriana Bustos, Claudia del Río y Mónica Millán. Museo de Arte de Moderno de Buenos Aires. Muestra en exhibición hasta el 27 de marzo.