La renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia de la Cámara de Diputados -en desacuerdo con el pacto cerrado con el Fondo Monetario Internacional- fue un cimbronazo político a la interna del Frente del Todos, pero expresa en realidad un nuevo capítulo de diferencias marcadas sobre cómo conducir la política económica en el año y medio de mandato restante. "Blanquea tensiones que se venían manifestando en los últimos meses", contó a Página I12 una fuente de la Casa Rosada, para describir un hecho que puede parecer coyuntural, pero que representa el mayor desafío para las tres patas del partido gobernante.
La interna en el Frente de Todos
Puesto en terminos sencillos, esa diferencia se parte entre un Gobierno que asegura que se puede crecer sin dejar de gastar y achicando el déficit y, a partir de allí distribuir a los que todavía no vieron la recuperación; y la pata del sector más kirchnerista que asegura que es imposible pensar en recortes o correcciones cuando, luego de la crisis del macrismo y la pandemia, hay sectores que necesitan una inyección de recursos sin dilaciones. Esto último, algo que no podría hacerse en el marco del acuerdo con el FMI.
El círculo cercano de Alberto Fernández
Esta mañana, el entorno del presidente Alberto Fernández se abroqueló en el círculo propio para planear el viaje a Rusia y China. Con foto incluida, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, y algunos ministros del riñón presidencial como Martín Guzmán, Gabriel Katopodis, de Obras; Matías Kulfas de Desarrollo Productivo; Julián Domínguez, de Agricultura y el Canciller Santiago Cafiero, listaron las acciones en orientes como siguiendo en la dinámica del modelo planteado hasta ahora. "Desde lejos se ve mejor", sintetizó uno de los presentes ante la consulta de este diario por el día después de la idea de Máximo. Y si bien hay necesidad de bajar el tono y tomar distancia, en el Gobierno confirman que la teoría oficial del crecimiento es sólida y no se negocia.
Las repercusioens del acuerdo con el FMI por la deuda macrista
Hay dos puntos que en la Casa Rosada y el Ministerio de Economía plantean. Uno político y otro técnico: el primero, que si habían intención del Frente de patear el tablero con el FMI, no se podía hacer a unos días de caer en default. "Lo hubiesen planteado en 2018 y se llevaba un reclamo a algún tribunal internacional, pero eso no pasó", explicaron desde el Gobierno. El segundo, que si entre a la caja más plata por mayor crecimiento, achicar el déficit fiscal no supone achicar el gasto. De hecho, se puede gastar más con menos déficit. "Son cosas distintas", expresan, y los más osados apuntan "a cierto olvido de algunos dirigentes del apuntalamiento de los superávits del primer kirchnerismo".
Crecimiento económico
En ese contexto, en las carpetas de algunos funcionarios nacionales figuran números de crecimiento bastante menos conservadores que los planteados en el Presupuesto 2022. La ley aseverá que será del 4, el FMI lo subió a 3 puntos, pero se especula con una mejora de por lo menos 6 por ciento. Las consultoras privadas y el Círculo Rojo, en tanto, apuestan a que con la macro ordenada y si se controla la inflación, el PBI puede mejorar hasta un 7,5 por ciento.
Naturalmente, en el Gobierno afirman que no hay nada para celebrar en el acuerdo, y que la discusión sobre si es mejor o menos peor, puede durar décadas. Se centran en la premisa de que había que iniciar un proceso de resolución de una herencia que dejó el Gobierno de Mauricio Macri y que, de no cerrarse, compromete el futuro del Gobierno. En paralelo, buscan curar heridas de las diferencias con más política, más allá del ruido generado por la renuncia del diputado Kirchner.
Vale recordar, en este escenario, que las críticas desde el entorno de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, sobre el ajuste, son bastante anteriores al cierre del acuerdo. Pero adquieren significación hoy: lo que CFK cuestionó hace un año, fue lo que entendió un carreteo del ministro Guzmán hacia un acuerdo. Una especie de "hacer la tarea" para lo que vendría. Ese dato lo pone de relevancia en ese espacio, advirtiendo que nunca ocultaron las posiciones, que ahora empezaron a verse con mayor claridad.
¿El presidente quiere cambios?
"Se supone que se va a discutir, para eso va al Congreso. Vamos a llamar la atención sobre los peligros y los riesgos del acuerdo y ojalá sirva para que cuando se firmen los memorándum de entendimientos algunas cuestiones se remuevan, sino estaremos en una situación compleja”, expresó el diputado Leopoldo Moreau, del Frente de Todos, en una entrevista radial. Adelantando de algún modo la intención del ala kirchnerista de modificarle cosas al pacto con el FMI. Por la tarde, se rectificó en su cuenta de Twitter, al expresar que "algunos portales titulan que propuse que el Congreso modifique el acuerdo con el FMI Lo que no se puede. Dije que en el Congreso, en el Frente de Todos iba a discutir para intentar que antes de la firma del memorándum de entendimiento se cambiaran algunas cosas".
El viraje en la posición tiene que ver con que ambas posibilidades planteadas son impracticables, porque ya hay un principio de acuerdo. En segundo lugar, en Presidencia se preguntan si, más allá de los debates internos lógicos sobre el caso, "el presidente quiere hacerle cambios o no". En ese escenario, tampoco se aclara qué cambios se pedirían. Un ejemplo: es técnicamente imposible tocar los acuerdos de déficit, que son los que están en la picota. Cuentan en Hacienda que, además, todavía el programa no está listo, "están hablando de algo que recién verán en unas semanas".
En lo concreto, en las próximas semanas estará listo en Memorando de Entendimiento, que irá al directorio del FMI para luego volver. De allí, la secretaría de Legal y Técnica que encabeza Vilma Ibarra deberá redactar un proyecto de ley más abarcativo, que será el que irá al Parlamento para el debate. En este escenario, en el Gobierno aseguran que si bien es cierto lo que plantea el ala cristinista respecto a que buena parte de los sectores sociales más golpeados por el macrismo no vieron la recuperación, el objetivo debe ser trabajar para que, vía un recorte inflacionario y más inversión social, eso se vea plasmado en los próximos meses. Un dato que también es innegable es que en esta dinámica de puesta en práctica del acuerdo, se juega las chances de cara al 2023 en un Frente de Todos con las diferencias antes planteadas.