El Banco Municipal nació de la voluntad del intendente Floduardo Grandoli, que a fines del siglo XIX consideró que una entidad financiera pública y local era una buena manera de dar apoyo a las clases más desfavorecidas, conteniendo la usura. Con los años y pese a todos los embates privatizadores de los 90, el Banco se mantuvo en la órbita púbica, sostenido por todas las administraciones municipales, y especialmente por sus trabajadores.

 

Esto permitió que durante la pandemia, la entidad acompañara a más de 3.000 unidades productivas con líneas de crédito a tasas por debajo de la inflación, y que apoyara al comercio local manteniendo sus promociones con tarjetas de crédito en momentos en que otros bancos las reducían.

En su calidad de facilitador de políticas públicas, el Banco tuvo antes de la pandemia líneas de crédito muy convenientes para promover la inversión en energías renovables. Y en pleno 2020 decidió invertir en este tipo de energía instalando 84 paneles solares en la terraza de su edificio, con los que produce 25 kva/hora, el equivalente a toda la iluminación de su casa central. 

Esta acción tan trascendente, así como su origen estrechamente ligado a lo social, lo llevaron a pensar en la importancia de medir y mejorar su accionar en términos del triple impacto, económico, social y ambiental. Así, en 2021 realizó un acuerdo con las Universidades Nacional de Rosario y Católica Argentina para presentar su primer informe de sostenibilidad o Balance Social siguiendo estándares internacionales GRI. Hacia fines de 2021 la entidad suscribió el Protocolo de Finanzas Sostenibles y en 2022 se propone suscribir el Pacto Global de Naciones Unidas.

 

Para el Banco Público local, cumplir años implica renovar el compromiso fundacional y actualizarse con los más altos estándares internacionales de sostenibilidad para apoyar a la ciudad no sólo en cada coyuntura sino también en el largo plazo.