La comediante Bridget Everett es el nombre obligado en la escena de clubs neoyorquina, donde agota entradas para sus shows desfachatados en el clásico Joe´s Pub en el sur de Manhattan. Y, aunque tiene seguidores como Jennifer Aniston o visitó en diversas ocasiones The Tonight Show o participó de películas y series o, incluso, viene forjando una escueta pero interesante discografía, lo que ella estaba esperando era una oportunidad como Somebody Somewhere. Y esa oportunidad acaba de llegar. En la serie recién estrenada por HBO en América Latina como Alguien en algún lugar, la actriz, cantante y escritora (y ahora también productora ejecutiva) es la protagonista. Con un papel que está hecho a medida, literalmente. Porque, cuando se la convocó para este proyecto, los guionistas se inspiraron en su vida para construir esta atractiva historia.
La leyenda fundacional dice así: Carolyn Strauss (que venía de trabajar en gigantes como Game of Thrones o Chernobyl) decide formar parte del “show” (como la propia Everett lo llama), y tiene una idea no tan vaga pero aún no consolidada de lo que va a ser hasta que se reúne con Bridget y le propone participar de un programa que saque provecho de su talento, para luego sumar a los creadores Hannah Bos y Paul Thureen (escritores reconocidos de HBO). Así fue como nació Alguien en algún lugar que, con sólo tres capítulos emitidos (se estrenan los lunes a la 0.30, y duran media hora), no deja de recibir elogios, narrando una historia mínima pero que saca a relucir todos y cada uno de los atributos artísticos de Everett.
La actriz y su alter-ego (Sam Miller) están en sus cuarentitantos, nacieron en Manhattan (una ciudad del estado de Kansas, bautizada como “la pequeña manzana”), tienen una voz extraordinaria y fueron altas competidoras en natación de muy jóvenes, y ambas perdieron a su hermana favorita. La diferencia entre Everett y la protagonista de la serie es que la primera supo salirse de la vida claustrofóbica (y aun así entrañablemente familiar) de la zona republicana del Medio Oeste estadounidense para vivir en la “Gran Manzana”, donde durante años trabajó como moza en los bares de la zona norte de Nueva York mientras se lucía con monólogos y canciones en el Downtown. Y rogaba que nadie la reconociera en su doble faceta. Así se fueron forjando sus metas, que hoy tiene incrustadas en dos joyas. La primera es una frase que se resume en las siglas DDHD (“Dreams Don´t Have Deadlines”: Los sueños no tienen fecha de entrega) y que le robó al rapero LL Cool J. Brigdet siempre lo cita porque le quedó grabado desde el momento en que lo escuchó decírsela a Oprah Winfrey en su programa. La segunda es el número “1”, que lleva en un dije en el cuello. Porque en eso aspira convertirse la comediante. Y lo bien que lo está haciendo.
La comediante Amy Schumer (a quien acompañó Everett en varios episodios de Inside Amy Schumer) se animó a profetizar un futuro más que prometedor para su amiga gracias a la serie. Incluso se animó a soñar que Bridget va a ser más pronto de lo que se espera headliner en el Madison Square Garden. Lo cierto es que parece llevarse el mundo por delante. Con mucha alegría, con las habilidades dramáticas que requiere su Sam y que no suelen aparecer en el jolgorio de sus shows en vivo. Porque ahí se centra en su histrionismo y su sexualidad, y canta y habla de sus genitales, y de los de todos y todas, y se mete con el público, y dice: “Hola, soy Bridget Everett. Tal vez algunos de ustedes no me conozcan. Pero les prometo que nunca, nunca se van a olvidar de mí”.
Puede que en sus presentaciones se genere lo mismo que ella describe como necesidad y hallazgo para su personaje en Alguien en algún lugar: una comunidad. Y esto se ve desde el inicio, cuando Sam es citada por su ex compañero de colegio para unas reuniones disfrazadas de eclesiásticas pero que tienen dos fines: cantar y, justamente, forjar una comunidad. Su amigo es un chico de anteojitos, tímido, llamado Joel (interpretado por Jeff Hiller), gay y platónicamente encandilado por Sam (a quien se la pasa tratando de rescatar, de acercar a lo que ella es y puede ser y a lo que ella creía que iba a ser).
Y la comunidad que se presume es LGBT+ (están, entre otros, Fred Rococo interpretado por el Drag King Murray Hill) pero no excluyentemente. Es “el” lugar en el mundo de desclasados, inadaptados o simplemente personas adorables que no entran en los cánones hegemónicos de esta pequeña ciudad cerrada de Kansas. Por eso, la otra hermana de Sam quiere ver un noviazgo en la relación entre Sam y Joel y, por eso, también, la quieren mandar al gimnasio. Para que “encarrile su vida”.
Puede que ella esté perdida, pero en otro sentido, porque se la ve protestando el madrugón --¡al mediodía!-- que le hizo pegar su vecino con el ruido: aparece en ropa interior (prestada de su mamá) sin darse cuenta que sale de su casa en bombacha. Está perdida porque odia su lugar natal y porque el cáncer de su hermana (tampoco aceptada por la familia, pero por lesbiana) la dejó destrozada cuando murió. Y, a pesar de todo y después de mucho tiempo, se anima a cantar. Y ése es un primer momento cumbre de la serie. Porque Everett tiene una voz irresistible.
Sus presentaciones en vivo son, en general, con la banda The Tender Moments (en la que participa el ex Beastie Boy, Adam Horovitz). Y con este grupo editó sus discos Pound It (2013) y Gynecological Wonder (2015), además de varios simples, que dan cuenta del tono desbocado y lúdico de sus shows: “Eat It”, “Titties”, “Pussy Grabs Back”. Sin embargo, una de las actuaciones que recibió mayores elogios fue durante su visita de 2017 a Jimmy Fallon, cuando cantó “Piece of My Heart”. Y no es casualidad que el trailer esté musicalizado con la versión de Janis Joplin de este tema.
De hecho, luego de escucharla cantar por primera vez, los momentos más esperados de la serie son las interpretaciones vocales de Sam, además de la acidez y el humor (y el drama) que van destilando ella y los otros personajes. Y la trama. Así se luce en el primer episodio, con todo lo que significa no bajar los brazos en el contexto de su pérdida. Por eso, conmueve su version de “Don’t Give Up”, el tema que Peter Gabriel canto junto a Kate Bush, y vale la pena escucharla y volver a hacerlo. Un tema que, según señala Everett, resume el mensaje de Alguien en algún lugar: “Si amás algo de verdad, no te rindas”.