A dos años de iniciada la pandemia, los gobiernos del mundo apuestan por diferentes decisiones sanitarias que se vinculan con flexibilizar las actividades. Dinamarca, en este sentido, fue noticia porque el martes decidió levantar todas las medidas de cuidado y retornar a un escenario prepandemia. Noruega y Finlandia siguen este rumbo, al que también buscan plegarse más países europeos como Francia y Reino Unido. Desde la Organización Mundial de la Salud, esa acción es criticada por tratarse de “prematura”, ya que Dinamarca promedia entre 40 y 50 mil contagios diarios, con una población que no llega a los seis millones de habitantes. El gobierno danés confía en la campaña de vacunación y que, como se ha visto a diferencia de las olas previas, los contagiados, al estar protegidos, no suelen desarrollar formas graves de la enfermedad. En este marco, ¿qué opinan los especialistas consultados? ¿Lo mismo podría suceder en Argentina con un número de infecciones a la baja y una cobertura considerable?
“Esto que hizo Dinamarca es algo que se viene planteando en varios países del mundo. Ellos van experimentando el descenso después de los tremendos picos que se alcanzaron con Ómicron. Tienen unos 43 mil casos diarios de promedio y una cobertura de vacunación que es realmente muy buena”, dice Daniela Hozbor, bioquímica e investigadora principal del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata. Luego continúa: “Con tanto nivel de protección y con una variante que por lo general se muestra más leve, flexibilizar es algo que socialmente tiene efectos muy positivos”.
Humberto Debat, virólogo e investigador del INTA en Córdoba, por su parte, presenta una visión más crítica de la decisión tomada. “Pienso que es prematura en medio de una ola de infecciones record. Es una acción política basada en una evidencia parcial, que se ancla fundamentalmente en la altísima efectividad de la vacunación en prevenir casos severos, hospitalizaciones y muertes. Al mismo tiempo, debe ser acatada como una decisión que, potencialmente, puede ser revertida”. Y completa: “Durante estos dos años de pandemia hemos tenido innumerables ejemplos de autoridades que han decretado ‘el fin de la pandemia’. Los anuncios deben tener en cuenta el contexto, creo que no era el momento ideal porque aún tienen muchos contagios”. El “Freedom day” en Reino Unido (levantamiento de la mayoría de las restricciones en julio de 2021), o bien, las campañas publicitarias en Israel (descartando los barbijos ante la llegada de las vacunas) son ejemplos cabales de ello. En Dinamarca, los barbijos, el pase sanitario y las restricciones horarias para el ingreso a bares y restoranes fueron eliminados. Las únicas medidas de contención y de monitoreo están relacionadas con el ingreso de los viajeros no vacunados.
Al respecto, apunta Hozbor: “Hay algo que debemos tener en claro: la pandemia no terminó, por ello, hay que seguir de cerca la evolución. Si emergiera una variante más complicada, la población debería estar receptiva a una nueva situación y aceptar las restricciones que haya que imponer”. Volver a la vida anterior, a la “vieja normalidad”, desde el punto de vista de ambos, podría ser muy riesgoso. ¿Por qué? Porque más allá que desde algunos espacios científicos y médicos se afirma que Ómicron “es más leve”, por su nivel de transmisibilidad podría conducir al colapso de los centros de salud como ya ocurrió en Estados Unidos.
Inmunidad colectiva y autotest
En Dinamarca parece primar la estrategia de lograr la inmunidad colectiva a partir de las vacunas (el 60 por ciento de su población ya fue inoculada con un refuerzo) y de la infección masiva. La propagación de Ómicron, plantean desde Dinamarca, contribuirá a crear una protección más durable y permitirá enfrentar mejor futuras olas del virus. Proyecciones que, a esta altura, resultan difíciles de confirmar. La epidemióloga danesa Lone Simonsen, profesora en la Universidad de Roskilde, sostuvo el martes: “Tenemos un número extremadamente elevado de adultos vacunados con las tres dosis, es nuestro secreto”. Y agregó: “Con Ómicron, que no es una enfermedad grave para los vacunados, pensamos que es razonable levantar las restricciones”.
A partir del empleo del autotest, la responsabilidad que antes recaía por entero en el Estado y su infraestructura de diagnóstico comienza a ser delegada en los individuos, que tienen la obligación de comunicar el resultado y aislarse en caso de dar positivos. Los contactos estrechos, mientras tanto, no deben confinarse. Se trata de una política similar a la que ensayan Argentina y otros países, con el objetivo de evitar resentir aún más al sector económico. Si con las vacunas se abre una nueva etapa de la pandemia, es conveniente que los comportamientos sociales puedan adecuarse a la par.
¿Argentina podría seguir el mismo rumbo?
A la fecha, Argentina cuenta con el 77 por ciento de su población protegida con el esquema completo, mientras que más de la mitad de los mayores de 40 años (el 54 por ciento) ya recibió la dosis de refuerzo. Asimismo, la ocupación de camas UTI es del 51 por ciento a nivel nacional y del 48 por ciento en el AMBA. Las infecciones disminuyen de manera considerable: si el 14 de enero se reportaron 139.853 casos, el 28 de enero --dos semanas después-- fueron 63.884. La tendencia resulta favorable porque continúa la reducción día tras día. Si algo exhibió la tercera ola de Ómicron es que los contagios suben de manera veloz, pero bajan con un ritmo similar.
Hozbor describe la situación local de esta manera: “Argentina experimenta un descenso significativo de casos, con un promedio que, durante los últimos siete días, fue de 55 mil. En provincias como Córdoba, donde primero explotó la variante, ya se advierte un descenso en las internaciones y fallecidos. En paralelo, la vacunación viene con muy buenos porcentajes de cobertura”. Buenos Aires, por ejemplo, lanzó esta semana La noche de las vacunas, evento que se realizará el 4 de febrero y consistirá en la apertura de 50 nuevas postas que se sumarán a las 50 ya existentes, para que las persones inicien o completen sus esquemas de vacunación. “A nivel doméstico también se podrían rever las restricciones. Desde mi perspectiva, pienso que el uso de barbijos en lugares cerrados habría que seguir manteniéndolo, así como también la ventilación y el distanciamiento”.
Debat subraya las repercusiones que la medida danesa podría tener en otros países del mundo. “La evolución viral del Sars CoV-2 no deja de sorprendernos. Pensar que no volverá a hacerlo no tiene sentido. El temor de la OMS es que lo que hizo Dinamarca pueda influenciar a otros gobiernos a tomar decisiones similares”, comenta el científico. El conflicto, según el investigador, estará en que otras naciones sin las mismas características (sociales, demográficas, económicas y de infraestructura sanitaria) que el país nórdico escojan una salida equivalente sin estar debidamente preparadas. Será cuestión de analizar cómo evoluciona la covid en territorio doméstico y examinar cuáles son las posibilidades reales de volver a una situación prepandemia. Hay muchos contagios, pero no parece haber tolerancia para nuevas restricciones en el futuro. Hay vacunas pero pueden surgir nuevas variantes que compliquen las cosas. Las complejidades sobran.