“El Derecho es el poder de una comunidad”.

                                                                                                Sigmund Freud

Los acontecimientos de público conocimiento de la así llamada "causa Gestapo" o "mesa Gestapo" evidenciaron que esta fue la punta del iceberg que develó una amplia trama de corrupción en la justica. Se transparentó así que el gobierno anterior utilizó una red de espionaje a través de la AFI (Agencia Federal de Inteligencia) para armar causas judiciales en connivencia con la justicia para perseguir a políticos opositores y sindicalistas. Estas maniobras fueron funcionales al sostenimiento de una política económica que en dicho gobierno implicó un importante retroceso de las políticas redistributivas e impunemente ejerció estas arbitrariedades judiciales al servicio de defender poderosos intereses económicos que se veían limitados en su voraz ambición.

El gobierno de Alberto Fernández dio un gran paso con la intervención de la AFI. Su actual interventora, Cristina Caamaño, permitió develar esta trama. En segundo lugar, tal como lo expresó Luis Bruschtein en Página 12, "el gobierno de Alberto Fernández intentó primero que el mismo Poder Judicial se autodepurara y la respuesta fue una Corte que hizo política con la oposición. Después envió al Congreso un proyecto muy moderado de Reforma Judicial. Y los que usaron a los jueces para la persecución política acusaron al Gobierno de avanzar sobre la Justicia".

El poder del estado es importante, pero a veces no es suficiente para contrarrestar una tendencia estructural de la justicia a quedar coaptada por los sectores más poderosos, por lo cual requiere, junto con otros recursos, del accionar decidido de las fuerzas comunitarias en su conjunto para relegitimar un estado de derecho. Entiendo que a esto apuntó la marcha del 1 de febrero, a la cual se sumaron distintos sectores de la sociedad en pos de una democratización de la justicia.

A la luz de estos hechos, no deja de sorprender la fuerte penetración freudiana respecto de una visión estructural acerca de las cuestiones que se dirimen entre el Derecho, la ley y la incidencia que sobre los mismos ejerce la comunidad. Freud en su valioso artículo “¿Por qué la guerra?"  pone de relieve justamente el enorme valor de las fuerzas comunitarias como principal garantía para retrotraer el poder autoritario y violento al derecho de los iguales.

En dicho artículo de 1932 respecto a la carta dirigida a Albert Einstein, quien lo había interrogado acerca de la relación entre Derecho y poder, Freud ubica en el lugar del poder la palabra violencia. Alude de esta forma al origen violento de la ley. El poder era impuesto por la “fuerza bruta”. Se pregunta por la vía que hizo posible el paso de la violencia al derecho. Dice: “la violencia es quebrantada por la unión, y ahora el poder de estos “unidos” constituye el derecho, en oposición a la violencia del “único”. [1] “El derecho es el poder de una comunidad”.[2]

Freud describe cómo lo que idealmente sería expresado en las leyes entre una sociedad de iguales “de igual potencia” lleva a una renuncia a utilizar la violencia como modo de solución de los conflictos, apuntando así al logro de una convivencia segura, de un pacto que comprometa a los individuos a una renuncia compartida en beneficio de la vida en comunidad; o si se quiere, como un precio ineludible a pagar, la deuda simbólica que la vida en sociedad implica.

De inmediato Freud desestima la posibilidad de un equilibrio tal, advirtiendo que todo va bien mientras “la comunidad se compone sólo de individuos de igual potencia”[3] y de lo inevitable de las desigualdades que se van produciendo en cuanto al poder.

Su postura respecto de la constitución de las leyes no deja lugar a eufemismo alguno, dice algo tan contundente como: “El derecho de la comunidad se convierte en la expresión de las desiguales relaciones de poder que imperan en su seno; las leyes son hechas por los dominadores y para ellos, y son escasos los derechos concedidos a los sometidos”.[4] Platón asimismo en La República hace decir a Trasímaco: “...lo justo es lo mismo en todas partes: la conveniencia del más fuerte”.

Freud no cierra sus apreciaciones en una posición estática y unilateral del derecho, sino que postula más bien la idea del mismo como una instancia que va siguiendo las fluctuaciones del conflicto social. Estos conflictos de carácter irreductible determinan dos importantes fuentes de movimiento en el derecho y su desarrollo.

El primer movimiento lo atribuye a “los intentos de ciertos individuos entre los dominadores para elevarse por encima de todas las limitaciones vigentes, vale decir, para retrogradar del imperio del derecho al de la violencia.”[5] Sitúa al segundo movimiento como “los continuos empeños de los oprimidos para procurarse más poder y ver reconocidos esos cambios en la ley, vale decir, para avanzar, al contrario, de un derecho desparejo a la igualdad de derecho”.[6]

Por lo tanto, Freud deja aquí muy clara su posición en cuanto a que el derecho en sí mismo no es garante de equidad o justicia sino que la violencia puede asomar desde sus entrañas mismas.

¿Qué instancia efectivizaría entonces esta garantía?, ¿qué es lo que hace de garante de la ley en una sociedad? ¿La Justicia? ¿El Estado? ¿Los representantes de los partidos políticos con sus instancias parlamentarias? ¿Los medios de comunicación?

La complejidad de estos fenómenos no permite pensar en respuestas unívocas ni sencillas, mas siguiendo el derrotero que se desprende de las líneas trazadas, se intentará extraer algunas consecuencias de las mismas para trabajar este interrogante.

Retomando la idea de los dos movimientos descriptos respecto del derecho y su dinámica, ¿qué valor podemos otorgarles a los efectos de la oscilación, de los aludidos movimientos? Oscilación que podría inclinar la balanza de la ley, imprimiéndole un carácter de arbitrariedad o de mayor ecuanimidad.

La lucha de la de la comunidad como un polo tensional que va en dirección a restituir equidad al derecho queda puesta en el lugar de lo que contrarresta la tendencia de los que están en una posición de poder, a avanzar por sobre la comunidad en forma ilimitada, “retrogradando el imperio del derecho a la violencia”. La responsabilidad comunitaria puesta en juego hace límite, hace tope a la arbitrariedad inherente al poder, es el control de “los comunes” por sus derechos. Es el “movimiento” que en su “arriesgar” incide con su “peso” inclinando el fiel de la “balanza,” impulsando una dirección, un poner en “camino” o en marcha lo que preserva o construye en una dialéctica de marchas y contramarchas, el pacto social, constituyéndose quizás en su principal garante.

Cintia Ini es psicoanalista.

Notas:

[1] Fragmento del libro de Cintia Ini: Psicoanálisis Poética Política. Dimensiones del acto.

[2] Freud, S. (1989) Obras completas. “¿Por qué la guerra?”. volumen 22 Amorrortu editores: Buenos Aires. Pág 189.

[3] Freud, S. (1989) Obras completas. “¿Por qué la guerra?”. Amorrortu editores: Buenos Aires. Pág 189.

[4] Freud, S. (1989) Obras completas. “¿Por qué la guerra?”. Amorrortu editores: Buenos Aires. Pág 189-190.

[5] Freud, S. (1989) Obras completas. “¿Por qué la guerra?”. Amorrortu editores: Buenos Aires. Pág 190.

[6] Freud, S. (1989) Obras completas. “¿Por qué la guerra?”. Amorrortu editores: Buenos Aires. Pág 190.