1) La escandalosa deuda contraída por Mauricio Macri era sin dudas la hipoteca más pesada para el gobierno del Frente de Todos. Préstamo impagable, normativamente ilegítimo y de efectos nocivos, solo entendible a partir de la intención de Donald Trump de evitar el retorno al poder del "populismo". 

2) La disyuntiva para el Frente de Todos era enorme. Por una parte desconocer esa deuda implicaba una colisión con la estructura completa del mundial y por la otra había un mandato popular que no soportaba los tradicionales ajustes promovidos por ese organismo. 

3) Alberto Fernández eligió una estrategia conceptualmente correcta y económicamente razonable. Buscar un nuevo acuerdo que no nos desconectase plenamente de las reglas del capitalismo global y simultáneamente mantener grados de autonomía para un programa de crecimiento con justicia social. 

4) El default era una opción disponible que no cabía desechar de plano si las exigencias del FMI eran intolerables, pero sus consecuencias eran imprevisibles y seguramente poco gratas. De hecho, el acuerdo es obvio que se destrabó cuando Argentina decidió no pagar el vencimiento del viernes pasado si no se concretaba un trato aceptable. 

5) El entendimiento alcanzado es favorable para el país dada la magnitud y la gravedad del problema. No incluye reformas estructurales de perfil neoliberal, ni los recortes al gasto tan habituales en estos casos. 

6) Es evidente que el FMI no aceptó estas condiciones por dadivoso ni por un cambio ideológico, sino por tener el traste sucio y temer que un eventual default del país desatase un gigantesco descalabro financiero global. 

7) Sin dudas, todas las enfáticas denuncias y prédicas de Argentina en distintos foros, sirvieron justamente para crear un mejor escenario para un acuerdo final. 

8) Suponer que la alternativa viable era abandonar todo vínculo con Occidente y sumarse geopolíticamente al bloque formado por Rusia y China no se corresponde con la información disponible. Sin ordenar el vínculo con el FMI esa alianza económica es intransitable. 

9) Es obvio que el aspecto más enojoso de lo firmado son la revisiones trimestrales de cara a los desembolsos. Pero eso es propio de todos de estos acuerdos, y son las mismas cláusulas que aceptó Néstor Kirchner en 2004. 

10) El principal desafío macroeconómico que queda por delante es poder disminuir el déficit fiscal solo a través del aumento de la recaudación vía crecimiento del PBI. Veremos. En el mismo sentido, hay que bajar la inflación y mejorar la política de ingresos, sin lo cual las perspectivas electorales del 2023 quedan seriamente comprometidas.