Aunque parezca sorprendente, nunca hubo un festival de tango electrónico en Buenos Aires. La movida tiene ya un cuarto de siglo y recién saldará esta cuenta pendiente este viernes, con el 1º Festival de Electrotango, que se extenderá hasta el domingo en el Galpón B (Cochabamba 2536) con la participación de una decena de bandas –incluyendo las referentes Tanghetto, Otros Aires y Narcotango-, djs, bailarines e invitados internacionales.

La aparición del Festival coincide con la conformación del colectivo de electrotango dentro de la ACIT (Asociación de Creadores e Intérpretes de Tango), que reconoció al movimiento como una de las corrientes estéticas del tango. “Max Masri sostuvo la idea de que éramos un colectivo, que no éramos ‘nuevas tendencias’ ni otras estéticas, y mantener esa bandera nos hizo unir voluntades”, cuenta a Página/12 Fran Borra, líder de Tangorra. Al encuentro con Borra y Fer Bietti –bailarín y organizador de milongas, otro de los organizadores-, se agrega justamente Masri, director de Tanghetto. Y luego, por teleconferencia, se sumará la bailarina y también organizadora Lía Martínez. “El Festival aparece ahora porque quizás porque sólo recientemente sentimos la aprobación plena del resto del ambiente. Siempre fuimos parte, y capaz en un festival había un día dedicado al tango electrónico, o invitaban a un grupo suelto, pero ahora necesitábamos juntarnos todos”, reflexiona Masri.

Ninguno de los entrevistados entiende al electrotango como algo esencialmente distinto del tango. “Esa es una división más ficticia que real”, plantea Borra. “La gente del electrotango, para tener alguna transformación y apropiación, tiene que ir siempre a las fuentes”, señala. “Quizás por el uso de la tecnología en su momento muchos tangueros no dejaron depurar el movimiento, lo vieron como algo que no continuaba una tradición, y quizás el Festival viene a cerrar esa grieta”, se esperanza. Bietti sintetiza: “toda la gente que participa es de vanguardia, pero es re tanguera, no vienen de otros géneros”. En el medio, entiende, aparecen otras influencias, tanto para bailarines como para músicos. “El resultado de esas influencias es una música que igual es tango”.

Para Masri, el “electrotango debería verse como una expansión, no como una competencia, ni como si quisiéramos imponer algo que es otra cosa, para nosotros no hay pelea ni negación del pasado”.

“En el primer momento del electrotango, a fines de los ‘90 y principios de los 2000, las lógicas electrónicas estaban en mayor proporción que las lógicas tangueras en ese tango electrónico, y quizás de ahí viene el primer susto”, considera Borra. Curiosamente, como recuerda Bietti –y corroboran los testimonios de los bailarines de esa época, hay algunos muy interesantes en el perfil de Instagram Quilombo Tango-, el electrotango también fue un boom en las milongas porteñas. “Quizás eso también generó miedo, de que íbamos a invadir todo, a comernos el tango, y la respuesta vino de los dj’s pasando música del ’30, pero las tres bandas referentes del Festival salimos de las milongas, tocando ahí para gente que bailaba, la conexión ya estaba en nuestros orígenes”, agrega el integrante de Tanghetto.

“El gran mérito de la movida en su momento fue traer gente al tango”, opina Borra. “El tango tradicional es complejo de escuchar para alguien sin el ejercicio de hacerlo, pero el electrotango se lo acercó a gente que nunca en su vida escuchó un fueye y de pronto movía la patita”, asegura. Ahí coincide Bietti, quien señala que con la reacción conservadora del ambiente, esta vertiente encontró otro público. Las estadísticas del streaming parecen darles la razón. Los miembros del colectivo aseguran sumar más de 9 millones de reproducciones en las distintas plataformas digitales. Y eso sin contar las cifras de Bajofondo, otro de los nombres históricos del género. “Las tres bandas referentes –Otros Aires, Tanghetto y Narcotango- suman cuatro millones de escuchas en Spotify en 2021”, cuentan. Además de Tanghetto, Narcotango y Otros Aires, el colectivo está integrado por Tangorra Orquesta Atipica, San Telmo Lounge, Lili Gardes, Las Rositas, D-Mol, Gato Maula, Calavera Acid Tango, Hybrid Tango y Kai Za San.

La renovación que propone lo electrónico no se circunscribe a la música. También llega a los cuerpos que bailan y por eso el Festival ofrecerá varios talleres de y para bailarines. Pero este avance, reconocen los organizadores, es un poco más complicado, pues en muchas milongas se rechaza el estilo. “Es difícil porque no hay una educación de los organizadores de milonga, de escuchar en las milongas electrotango. Eso es con lo que yo me encuentro”, observa Martínez. “En mi última recorrida por milongas porteñas sólo en dos escuché un tango electrónico”, advierte.

“La búsqueda en el baile es más compleja y ahí se puede entender esa falta de ejercicio, porque la gente no está acostumbrada a escucharlo, y al momento que irrumpe un tango electrónico en una milonga, la gente se pregunta ‘¿qué hago ahora?’, porque se aleja de los lugares cómodos y comunes de los tangos que bailaron siete millones de veces”, reflexiona Bietti. “Mucha gente cuando la música es desconocida, vive eso como un problema, no se relajan ni se permiten disfrutar de la música” considera. “Pero –interviene Masri- el tango electrónico te da permiso, con el electrotango aparece el disfrute”.

Grilla de programación

Todos los días desde las 21.30 en Galpón B (Cochabamba 2536)

Viernes: Ezequiel Sanucci (dj), Lilí Gardés, El Cachivache Orkesta, Mona Isabelle (dj), Tanghetto, Trastango.

Sábado: Play Tango (dj), Gallardo-Decarre, Kaia Za San, Hugo Mastrolorenzo y Agustina Vignau, Tangorra, Anita Escobar y Adrián Luppi, Tandas Nuevas, Narcotango, VJ Data Dada.

Domingo: Fran Borra (dj), Moon Riders, D-Mol, Marío Rizzo, Ignacio Amatrain (dj), San Telmo Lounge, Alison Bradley (dj), Otros Aires.