El 5 de febrero de 2014 siete dotaciones de bomberos acudieron a la calle Azara 1225, en Barracas. El galpón de la firma Iron Mountain, que guardaba los archivos bancarios de grandes empresas y corporaciones, ardía en llamas. Durante los primeros minutos del operativo se desencadenó un derrumbe que causó la muerte de seis bomberos de la Policía, dos bomberos voluntarios y dos rescatistas. Otros dos bomberos se suicidaron luego de los hechos. Por el predio aún en llamas, familiares de las víctimas recorrieron los escombros buscando explicaciones. La hipótesis de que el fuego se originó accidentalmente fue rápidamente confrontada por los primeros indicios y testimonios de los sobrevivientes. 

El documental En cumplimiento del deber, dirigido por Jorge Gaggero, cuenta esta historia y se mete en los laberintos de la firma de alcance global, denunciando que ya había sufrido siniestros en Estados Unidos, Inglaterra, Canadá e Italia, y que en cinco de esos casos fue demostrada su intencionalidad. El film tendrá su preestreno este viernes a las 19.30 en la esquina de Jovellanos y Quinquela Martín, al aire libre, un día antes de que se cumplan ocho años de aquel impactante y doloroso siniestro. Y podrá verse también este domingo a las 22 por El Nueve, en exclusivo para la TV abierta.

En cumplimiento del deber contó con la colaboración del Grupo Octubre y apoyo del Incaa y la Universidad Nacional de Quilmes; en tanto, la narración se hilvana con la voz inconfundible de Cecilia Roth. El documental también señala que 29 empresas investigadas por lavado de dinero guardaban sus archivos bancarios en el depósito siniestrado, entre ellas la misma Iron Mountain. La investigación del film da cuenta que la empresa, beneficiada con una exención impositiva, no contaba con habilitación. En cumplimiento... busca responder las preguntas acerca de qué escondían esas cajas de papeles siniestradas, qué responsabilidades tuvieron el poder político y sus relaciones con las empresas involucradas. Acompañando a los familiares de las víctimas en su búsqueda de justicia (muchos de ellos hablan en el film), con pruebas y documentos importantes, se mete en una escalofriante trama de intereses y corrupción que permanece impune.

“Nació por un par de situaciones”, cuenta Gaggero a Página/12 sobre la película. “En 2017 se daba luz al tema del lavado de dinero, las cuentas offshore. Con el productor Renato Miari teníamos ganas de volver a hacer algo juntos. Me lo propuso. También fue un impulso mi padre, Jorge Gaggero, que es economista, y se dedicó en el último tiempo a denunciar y estudiar el lavado de dinero, cuentas offshore y paraísos fiscales. Era como hacer algo con mi padre y reunir todo eso que me había transmitido. Pero cuando Renato me propuso trabajar, le dije que la historia que teníamos que contar era el incendio de Iron Mountain. Se reunía una historia que había que contar, porque todo ese trasfondo de lavado de dinero parecía que había ocasionado ese incendio y las víctimas”. El realizador contó con un equipo de investigación compuesto por Ari Lijalad, Pablo Waisberg y Juan Manuel Valdés.

-¿Cómo fue ese trabajo de investigación?

-Hicimos un trabajo desde varios ángulos. Por un lado, reconstruir el momento del hecho porque se investigaba el lavado a varias empresas, había una puja política, económica, empresas que querían poner el precio del dólar y empujaban para devaluar. Había empresas investigadas por lavado y evasión, empresas investigadas por banca privada. Todo ese mundo, que era bastante árido, convergía en un momento álgido de esa disputa y de investigación, cuando se conoció que el depósito de una empresa multinacional que aseguraba información sensible se quemó. Muchas empresas investigadas guardaban su información ahí. Y no era el primer hecho de la empresa.

-La estructura de la película se sostiene en una pata informativa y una más emotiva. ¿Cómo fue complementar esas dos miradas?

-Lo fuimos encontrando. Uno de los caminos, muy difícil e importante, era ponerse en el lugar de las víctimas: ¿Qué te sucedería si te pasa esto, si perdés un hijo, un familiar? ¿Y qué pasa si te das cuenta de que no fue un accidente, que fue provocado? Hay familias de tradición de bomberos. Los padres son bomberos, sus hijos fueron bomberos. Hay una conciencia de que uno sale ahí a trabajar, a rescatar gente y puede no volver, pero la indignación y la impotencia de descubrir que eso fue intencional y que se perdieron vidas tratando de salvar unos papeles que escondían información sobre corrupción, hechos ilícitos, es algo tan doloroso, tan fuerte y terrible. Por otro lado, que su lucha por la justicia está confrontada con uno de los poderes económicos, políticos, también en connivencia con estructuras políticas. Hay un ocultamiento del Estado, hay habilitaciones fraudulentas, subsidios mal dados. La misma empresa es una empresa offshore. Es un tema muy denso, pero había que contarlo.

-¿Cómo viviste personalmente las entrevistas con los familiares?

-Al borde del llanto constantemente. También son un ejemplo de lucha. Estamos hablando de bomberos, hablamos del barrio profundo. Bomberos voluntarios, bomberos de la Policía, gente de Defensa Civil. Gente de a pie enfrentándose a algo muy pesado y de mucho poder y no respaldados lo suficiente por la Justicia ni el Estado. Hay que decirlo también: muchas veces solos.

-¿Cómo surgió la idea de convocar a Cecilia Roth para la narración?

-Fue una idea que hablamos con el productor. Realmente queríamos que la voz fuera femenina, de alguien con llegada. Queríamos a Cecilia, le mostramos la película. Y ella se conmovió. Lo tomó como un proyecto propio, lo hizo suyo y la verdad es que fue genial. Nosotros estamos muy agradecidos y sabemos la llegada que Cecilia tiene, su talento... estuvo buenísimo. Es una más y este viernes va a estar con nosotros proyectándola por primera vez. Cecilia es una persona comprometida y muy sensible y, como todos los del equipo, necesitábamos ese compromiso.

-¿Uno de los objetivos es que a través del drama de las víctimas del incendio los espectadores también puedan conocer más la historia de la ingeniería financiera de las grandes empresas?

-Sí, corre por esos dos lados. Yo no quería hacer un documental solamente de víctimas porque los victimarios muchas veces se amparan en las sombras, pero los victimarios son los responsables de esto y gente muy poderosa, según las hipótesis. Había que ponerlos y mostrarles las caras. Y contamos también que es un tema bastante árido, pero la gente tiene que saber de este tipo de manejos. Son mafias que causan muertes.

-¿Cuán difícil fue contar un suceso muy impactante donde se narra una historia que involucra muchos temas sensibles que tienen que ver con lo público, una empresa privada, lo multinacional, el lavado de dinero y la política?

-Es cuestión de contrapesar, de graduar. Es una película destinada al gran público, no es totalmente técnica porque los temas del lavado son complejos, pero fuimos accesibles y nos interesaba contrapesar eso. Es un momento histórico también porque hay que remontarse a 2014, con una gran pugna preelectoral, un momento en que desembarca toda esta situación en una elección que gana Cambiemos. Y, a partir de ahí, se inicia el tercer ciclo de endeudamiento y lo que estamos sufriendo ahora. Esta película está inserta en ese momento histórico, en el que había una defensa de estos grandes bancos que querían carta verde para manejarse mafiosamente, para no rendir cuentas, para ocultar el lavado. En otros países estaban siendo multados. El HSBC tuvo que pagar multas de miles y miles de millones de dólares en Inglaterra y acá nada. Querían salirse con la suya. Era una pugna fuerte que tenía que ver con mucho dinero. Ese era el contexto. Y termina en una elección en la que gana ese poder.

-El galpón de Barracas se incendió en 2014. El documental señala que dos años antes, se empezó a investigar por lavado a bancos y empresas y que veintinueve de esas empresas guardaban su documentación en Iron Mountain. De acuerdo a su investigación es imposible negar que fue intencional, ¿verdad?

-Fue intencional porque las pericias dicen que fue intencional. Eso está fuera de duda. Lo que no se sabe quiénes o si la misma empresa que brinda ese servicio lo hizo para satisfacer varios intereses. Si yo fuera una de esas empresas me gustaría que se sepa para lavar mi imagen porque la verdad es que están todos manchados. Pero no sé, quizás ni siquiera les importa. Es parte de su procedimiento. Pero la forma en que actuaron muchos fue encubrir, victimizarse en vez de entender que las víctimas fueron los bomberos que murieron. Ellos se victimizaban como que los estaban atacando "injustamente", que cómo les iban a echar en cara eso. Pero tendrían que ser los primeros interesados si realmente no tienen nada que ver en que esto se descubra.

-Y el documental recupera informes de los peritos que hablan de intencionalidad. ¿Cómo analiza, en ese sentido, el rol de la Justicia en torno al hecho?

-Yo creo que sin palabras. Estamos esperando. Hay muchas pruebas: desde la habilitación de los lugares, de funcionarios públicos, desde connivencia de estos funcionarios con la empresa, de dar subsidios a empresas que no estaban habilitadas y ni siquiera tenían las medidas de seguridad pertinentes. Eso por un lado. Y por otro quién entró al galpón y puso los activadores, quién fue el que mandó a hacer eso. Hay grabaciones, videos, testimonios, situaciones, cosas muy sospechosas. Y hay que encontrar al responsable. Yo creo que se puede.

-¿Iron Mountain fue beneficiada por el gobierno de la Ciudad?

-Fue beneficiada por la Ley de Fomento de Empresas Tecnológicas en Barracas, Parque Patricios. Recibía una exención impositiva y distintas prebendas porque se ponía como una empresa tecnológica, si bien no había demasiada tecnología en ese galpón porque no tenía ni siquiera las bombas de agua en casos de incendio, y los tanques de agua no funcionaban. Era un galpón de principios de siglo que ni siquiera tenía tratamiento ignífugo, paredes de ladrillo con un tinglado de hierro. De tecnológico no tenía mucho, pero entraban en ese hueco y cobraban. Tenían prebendas pero no invertían en seguridad.

-¿Se puede hablar de una práctica sistemática por parte de esta empresa respecto de los incendios?

-Sí, siete o nueve incendios alrededor del mundo. El incendio del depósito de Londres fue el más grande de la historia de esa ciudad después del gran incendio de principios de siglo. Fueron dos manzanas ardiendo durante dos días. El incendio en Italia, también tres galpones en New Jersey. El jefe de Bomberos de New Jersey dijo que comprobaron que fueron intencionales. Queríamos tener su testimonio. Nos escribió que no podía. Es un tema muy sensible, son empresas muy grandes, y hasta algún gobierno podría estar atrás, algún servicio de inteligencia importante. Pero no quiso dar más su testimonio que había dado en su momento en The New York Times. Imagínese: en su propio territorio quemar intencionalmente galpones. Era como un modos operandi y comprobado. Lamentablemente aquí sufrimos víctimas.

-En estos días se conoció la noticia de que destrozaron parte del santuario en homenaje a las víctimas en Barracas. ¿Cree que es algo que tiene relación con las amenazas que recibieron los familiares?

-No lo sé. Es increíble: el gobierno de la Ciudad pone cámaras por todos lados pero esas cámaras nunca funcionan. Si funcionasen, sería fácil saber quiénes fueron.

-¿Esta película puede molestar?

-No sé qué es molestar: ¿contar lo que pasa? Para mí no. Es una película que intenta poner algo de luz, contar un modus operandi, algo que quizás ya pasamos en otras tragedias pero es particular en lo que son estos ladrones de guante blanco, lo que es un poder que parece no cumplir penas, el poder de los grandes capitales que parece que nunca van a llegar a ser encarcelados o punidos por ciertos comportamientos. En nuestra sociedad se sabe punir a un motochorro y todo ese espectro es punido y perseguido, pero donde hay mucho dinero y poder parecería que la justicia no llega.