“Imelda cumple 10 años y siempre digo lo mismo: no voy a hacer más Imelda; pero también surge siempre alguna oportunidad o aparece alguien que me dice: ¿cuándo vas a volver con Imelda?”, comenta entre risas Lisandro Ramos Calandri, habida cuenta del regreso que su personaje protagonizará esta noche, a las 21.30, en Teatro La Comedia (Mitre 958). Imelda el Unipersonal se presenta en el marco del Ciclo JaJaJa que lleva adelante la Municipalidad de Rosario y que continúa mañana, a la misma hora, con el show de circo y música Triple Orquestina Ilustrada. Las entradas pueden adquirirse en sala como también a través del sitio web 1000Tickets.com.ar.
Imelda surgió en 2012 con Imelda It’s OK y continuó en sucesivas encarnaciones: Imelda, la despedida de Rosario y La Noche de Imelda (ambas de 2016), Imelda Kitsch, la diva de la decadencia (2017), Imelda: Políticamente Incorrecta (2019), y una inevitable Imelda en Cuarentena (2020) que resultó ganadora del Concurso Nacional de Actividades Performáticas en Entornos Virtuales del Instituto Nacional del Teatro. “En verdad, Imelda era una obra de teatro más entre otras, como Jettatore, pero nadie me dice ‘¿cuándo vuelve Jettatore?’. Con Imelda pasa eso. Creo que un poco me atraviesa, en el sentido de que su caracterización reúne un montón de mujeres de la vida cotidiana que vemos o con las que compartimos cosas, y porque Imelda tiene la posibilidad de decir sin moralizar. Ella habla un humor trágico, dice lo que le pasa y lo que siente, y entra en conflicto con sus propias creencias. Le cuesta entender algunas cosas, pero eso es lo atractivo del personaje”, continúa el actor en diálogo con Rosario/12.
-¿Cómo es la Imelda actual?
-Toda función es distinta y la reacción de la gente hace que el personaje se modifique. La Imelda de ahora es la más empoderada, ella se va a acomodando a los contextos y los va viviendo de maneras diferentes, si bien la idea del personaje es siempre la misma. Como tiene el desparpajo de decir lo que quiere, eso resulta incómodo pero al mismo tiempo da risa, y es lo que a mí me atrapa: poder decir lo que uno, cotidianamente, en diversos contextos, no diría.
-¿Y cómo es trabajar el humor desde cuestiones como, justamente, el empoderamiento de la mujer?
-Es un desafío, pero lo que pasa con Imelda es que su empoderamiento se ve en su hacer, no hay una bajada de línea sobre cómo deberían ser las cosas. Ella entra en contradicción consigo misma todo el tiempo, entre los “haceres viejos y nuevos”, como digo yo. Esto hace que la gente se ría. Por ejemplo, tal vez critique algo que tiene que ver con el machismo de su marido, pero luego ella hace la misma acción, se da cuenta pero no lo puede cambiar del todo. Algo que incorporé en esta versión es la opinión sobre los cuerpos. Sin darnos cuenta hacemos observaciones sobre los cuerpos de las y los demás, y ella lo hace. Es decir, la obra va creciendo hacia esos lugares, donde ella se encuentra con sus contradicciones, y es allí donde se presenta el conflicto. Imelda tiene 60 años, llegó a este momento, y no sabe qué hacer con todo eso.
-La elaboración continua del personaje seguramente implica un constante poder de observación de tu parte.
-Es el trabajo más interesante que tengo sobre la obra. De hecho, fue por casualidad que llegué a componer el personaje de una mujer, no fue buscado. Durante una muestra, en un taller, salió un personaje parecido, y a partir de ahí comenzó a crecer. Gracias a esa casualidad, aprendí a maquillarme, a caminar con zapatos con tacos, y otras destrezas que hay que tener para convertirse en una señora como Imelda. Ahora al personaje ya lo tengo, la voz ya está, pero lo más complejo y atractivo es cómo ir adaptando a Imelda, porque los personajes evolucionan; ése es un trabajo que me gusta mucho y tiene que ver con la observación. También es lo que más tiempo me lleva, al observar mujeres de la edad de Imelda que están en mi familia o en las de otras personas, para ver qué les pasa –digamos– con lo nuevo. Eso es lo que más me nutre al trabajar con la dramaturgia.
Imelda el Unipersonal cuenta con actuación, dramaturgia y dirección de Lisandro Ramos Calandri, producción audiovisual de Mauro Ramos, y asistencia técnica de Pablo Arzuaga y Yanina Feresín. La propuesta incluye, además, una propuesta audiovisual que consiste, como explica Ramos Calandri, en “micros cortitos que son una especie de parodia al canal Utilísima, cuyos programas yo veía cuando era chico. Hay un juego con lo audiovisual, para que no esté todo el tiempo el cuerpo en el escenario y también porque me permite un descanso para seguir, me deja respirar. La intención es que la gente la pase bien, que se ría y se divierta, pero siempre desde una visión crítica y reflexiva, desde una búsqueda”.