¿Quién no recuerda La clínica del Dr. Cureta, la incorrectísima historieta creada por Ceo y Meiji? Su cuna fue la revista Humor Registrado, esa obra maestra que dirigió Andrés Cascioli. Cureta tuvo tanto éxito que, además de lograr el desprendimiento en revista propia, produjo una versión cinematográfica que dirigió Alberto Fischerman en 1987: es memorable el momento donde un Cureta enojado (Gianni Lunadei) reitera “pelotuuuudo” –con matices variados– por altavoz. Ceo y Meiji eran, respectivamente, los seudónimos del dibujante Eduardo Omar Camilongo y el guionista/dibujante/artista plástico Jorge Meijide. La buena noticia es que el sitio web del Centro Cultural Fontanarrosa ofrece por estos días la muestra virtual Jorge Meijide: Retrospectiva, organizada por el Museo de la Ilustración Gráfica de Buenos Aires, con curaduría de Hugo Maradei y Gonzalo Cadenas, junto a imágenes y videos a cargo de Nicolás de Brun.

En cuanto a la obra plástica del artista nacido en 1947 en la localidad bonaerense de San Fernando, la muestra ofrece el acercamiento a una producción notable, repartida en técnicas múltiples. Desde una apreciación general, sobresale la predilección de una plasmación urbana, a través de imágenes abiertas, de ciudades como hormigueros. En este sentido, puede observarse el laberinto en el cual los citadinos se pierden. Hay algo del orden de lo atomizado pero sin embargo salvaje y ensoñado: puede pensarse en el recurrido término “surreal” para algunas de sus obras, hay una plasmación deforme, tan extraña como familiar, que sorprende y misteriosamente atrae. Obras como Pasarela (de 2007, que de alguna manera parece evocar rasgos presentes en el arte de Max Cachimba) y Sr. Linterna (Premio Trabucco en dibujo 2007) son atractivamente feroces: edificios como cohetes, cabezas geométricas, ondulantes, trenes que vuelan, el blanco y negro. De igual modo La ronda en Corrientes (1978), con sus imágenes y tiempos históricos tan superpuestos como los ánimos de sus protagonistas.

Hay dos retratos formidables, que logran pliegues en los rostros. La cara descifrada podría guardar otras, todo pasa por la figuración que se desee mirar/leer/entender: por un lado en Retrato (Primer Premio Adquisición Dibujo, XXVII Salón Municipal Manuel Belgrano 1982): ¿un rostro-servilleta?, ¿una servilleta que parece/padece rasgos humanos? Hay una plasmación casi fría, que indaga sin piedad en este rostro aplastado. Por otro lado en La vida (Mención Dibujo Salón Manuel Belgrano 1979), donde la participación de dimensiones diferentes (una mano muy grande agarra/arruga una frente) ofrece rasgos discernibles o radiografiados, que hacen que lo visto lo sea tanto por dentro como por fuera de ese cuerpo: la mandíbula remite así al cráneo, y éste al invariable “esqueleto de la muerte” (esa otra cara de la vida). De todos modos, habrá que atender a lo que el mismo artista menciona a lo largo de los videos que acompañan la muestra, donde distingue que los títulos de sus cuadros siempre surgen después, como consecuencia de un recorrido que lo lleva a realizar lo que no sabe cómo será.

Esta comprensión alterna, encerrada en la misma imagen, tiene otro juego perturbador en Mesías de manicomio (Primer Premio Salón Nacional 1980), donde el blanco y negro adquiere matices expresionistas, el rostro bondadoso es sospechoso, los cuerpos están conformados por piezas más o menos conexas, en un paisaje general que habita simultáneamente el exterior y el interior. Hay que destacar que la mayoría de estos trabajos están realizados en bolígrafo sobre papel, la experiencia de verlos en vivo y directo debe ser extraordinaria.

A lo largo del recorrido, interesa observar la aparición del color y la irrupción de los códigos de la historieta, como el mismo Meijide señala. El color aparece saturado y hay yuxtaposición de acciones que simulan movimiento, tal como la practican de suyo propio las páginas de ciertos cómics. Algo distinguible en Lluvia de bancos (2002) y ¿Dónde está Francisco? (2015); en éste, la acumulación emula al famoso ¿Dónde está Wally? pero lo desborda, a partir de referencias entrelazadas y superpuestas del mundo pictórico y gráfico. Son particularmente llamativas las obras sobre boletos de tren, algunos de ellos individualizados, otros en relación secuencial (otro rasgo de la historieta), que articulan el viejo coleccionismo de los boletos con el ardid plástico en las ganas de dibujar o pintar lo que surgiera en el momento del viaje. Si se los mira con atención, las imágenes guardan el relieve y los datos del trayecto. Toda una intervención sobre la dinámica urbana.

Tapa

Otro caso son los “dameros”, grillas que encierran pequeñas ilustraciones en un orden secuencial que perturba el sentido, en función de una disposición que dialoga tanto con los tableros de juego así como con las páginas de cómic. Litografía, aguafuerte, xilografía, serigrafía y monocopia, acompañan también la muestra virtual, junto a fotografías de murales y testimonios fotográficos sobre el Museo del Juguete de San Isidro, surgido a partir de la iniciativa del artista.

Desde luego, la muestra ofrece un lugar destacado a la producción de historieta y humor gráfico. A Cureta se le suman páginas de 67 Bis y Desvínculos (junto a los dibujos de Peni, en Revista Humor), Protección al menor (con Tabaré, en Humor), Infancias algo imaginarias y Los Compunautas (las dos con O´Kif, en Billiken), José Tanza (Curador contemporáneo) (guionado y dibujado por Meiji y publicado en las redes), y una buena selección de cuadros humorísticos, muchos de ellos realizados para Tía Vicenta y Humor. Destacan además numerosas entrevistas y un recordatorio imperdible sobre revista Humor, a la que Jorge Meijide llena de justificados elogios.