Los británicos ya se aprendieron el número 16, por la cantidad de fiestas bien regadas en las que estuvo Boris Johnson en el diez de la calle Downing, residencia y oficina del primer ministro. Ahora van contando las renuncias en el gabinete, gente que cae rodando como precio del escándalo y para preservar a su jefe político. Esta semana, se fueron su jefe de gabinete, su secretario privado, su jefe de comunicaciones y, lo más fuerte, su secretaria política, que lo acompaña desde el arranque de su carrera política. Alguno que otro se pudo disimular como cambios "previstos" en la formación de un nuevo equipo. Pero la salida de Munira Mirza es lapidaria.
Johnson es un gran mentiroso, en el sentido de que miente mucho y en el de que miente bien, como demostró en sus años de periodista de derecha. El problema es que la casa de la calle Downing no es tan grande y las fiestas se notan, involucran mucha gente y terminan filtrándose. El premier las negó, terminó admitiéndolas y tuvo que pedir disculpas al público y al Parlamento. Y a la reina, porque una de las parties fue la noche antes de que enterraran a su marido, el príncipe Felipe.
Esta pérdida de magia fue lo que disparó un motín entre los conservadores, que va creciendo. En el sistema político británico hay tres maneras de perder el poder. Uno es que te vaya mal en las elecciones. Otra, por algo similar a un juicio político o impeachment. La tercera es peculiar del lugar, que tu propio bloque vote internamente en reemplazarte. Esto se hace cuando una mayoría de diputados envía una carta a la dirección del partido pidiendo un voto interno, partidario, para sacarte. En este momento, hacen falta 54 cartas y doce diputados dijeron públicamente que están tratando de convencer a más colegas para que escriban las suyas.
La renuncia de Mirza fue notable no sólo por los quince años de trabajo político común, sino por el palo que le dedicó a Johnson. La dura carta acusaba a Johnson de mentir al acusar a un enemigo político que fue fiscal, de no presentar cargos contra Jimmy Savile, un animador de la televisión que murió en 2011 acusado por acoso sexual. Mirza dijo que acusar de encubrimiento a Keir Starmer, el jefe de la oposición laborista", era "de reptiles". Johnson relativizó sus comentarios pero no se disculpó, y Mirza escribe que "todavía espero que puedas disculparte por este error de juicio cometido bajo enorme presión".
El otro que criticó a Johnson fue Rishi Sunak, actual ministro de Economía. Sunak fue mucho más suave, porque no estaba renunciando y porque sabe que para adentro del partido ya lo están midiendo para que sea el próximo premier. Más allá de la verdad, el ministro ya está jugando a la interna.