El entendimiento con el FMI presentado por Martín Guzmán detalló un esquema de baja del déficit fiscal con equilibrio hacia 2025 y de reducción del financiamiento monetario al Tesoro tendiente a cero para 2024. Ambas medidas apuntan, desde una visión ortodoxa, a reducir la inflación. Sin embargo, el capítulo precios tiene complejidades en Argentina y PáginaI12 consultó a especialistas para pensar en cuál es el plan antiinflacionario que, Fondo Monetario mediante, podrá encarar el gobierno para los próximos años.
"Nuestro objetivo principal es sacar a la Argentina de este camino muy peligroso de alta inflación", apuntó la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva en conferencia de prensa. Tras una semana del anuncio de un posible acuerdo con el FMI, y declaraciones varias de quienes negocian la letra chica, parece ser que el organismo no actualizó su receta para controlar el aumento de precios: apunta a subir la tasa de interés y restringir la emisión monetaria. Desde el gobierno le suman los acuerdos de precios para combatir el componente inercial producto de un largo historial de alta inflación.
"El FMI no entiende el funcionamiento de la economía argentina, y si bien disminuir paulatinamente el nivel de financiamiento del Banco Central al Tesoro y subir las tasas de interés puede aportar, los principales componentes que explican la inflación en nuestra economía son los movimientos en el tipo de cambio y la administración de la puja distributiva", resume la economista investigadora del Centro Cultural de la Cooperación Nadia Schuffer .
Restricciones
Aun con la cautela de no sacar conclusiones determinísticas hasta que no se conozca la letra chica del posible acuerdo, hay factores que cambian el escenario desde el cual el gobierno puede pararse para moderar la suba de precios.
"La política cambiaria y tarifaria del último año ayudó a que la inflación modere un poco. Las tarifas retrasadas ayudaron a contener y eso parece que va a desaparecer, así que te quita esa herramienta", reflexiona Guido Lorenzo, director en la consultora LCG acerca del ancla tarifaria, es decir la contención de la suba del precio de las facturas de gas, luz y electricidad que impactan directa e indirectamente vía aumentos en los costos de producción al bolsillo de los y las argentinas.
Schuffer relativiza este punto al asegurar que "independientemente del acuerdo, ya estaba en marcha una revisión del esquema tarifario por parte del gobierno".
Otra clave en este sentido será la presión que puedan tener las revisiones periódicas que el FMI va a realizar sobre la Argentina: "Si bien se plantea el sostenimiento del actual esquema de controles cambiarios, el escrutinio trimestral de las cuentas y metas trazadas podrían generar un stress financiero constante, pujando sobre la brecha cambiaria y a su vez incidiendo por expectativas sobre la formación de precios y la inflación", explica el analista económico del CEPA Martín Epstein.
Acuerdos de precios
Hay un consenso tras la conferencia del Ministro de Economía y es la importancia que tomaron los acuerdos de precios, no como herramienta única pero sí para atacar el componente inercial de la inflación argentina.
"Con una inflación multidimensional como la de nuestro país, abordar una política antiinflacionaria necesita la herramienta de los acuerdos de precios. Hasta el momento, los ejes de los acuerdos estuvieron concentrados fuertemente en alimentos, tanto por su incidencia en el IPC como por su impacto en términos sociales", explica Epstein y apuesta a más: "Desde CEPA venimos identificando sectores sobre los cuales hace falta trabajar y que en 2021 cerraron por encima de la inflación de 50,9 por ciento: prendas de vestir (64,6 por ciento ) y restaurante y hoteles (65,4 por ciento). Se podrían abordar acuerdos sectoriales bajo una lógica similar a precios cuidados, para ambos rubros, también para la construcción, y trabajar sobre otros rubros del IPC".
Nicolás Pertierra, economista jefe del CESO, coincide con esta mirada: "Los acuerdos de precios siguen teniendo un alcance muy limitado y están lejos de ser representativos para el resto de los sectores de la economía. Queda pendiente ver por ejemplo cómo quedan los sectores de insumos difundidos de la industria: metales, plástico, vidrios, químicos. También materiales de construcción, indumentaria".
Lorenzo cuestiona el mecanismo: "Los
acuerdos de precios no están dando resultados en un contexto de inflación alta. Reprimís inflación durante meses y se destapa a los tres meses cuando ya queda rápidamente atrasada. Es difícil hacer una política de contención con congelamiento de
precios".
¿Multicausal?
Una de las principales definiciones que sorprendió del comunicado del FMI tras el anuncio de entendimiento fue haber definido a la inflación como un fenómeno multicausal. Las recomendaciones de política que realizaron hasta ahora, sin embargo, no parecieran corresponderse con esa definición.
"El fondo ve la inflación más asociada a un fenómeno monetario", asegura Pertierra y advierte: " El problema que va a haber es que si la inflación se acelera, el FMI va a pedir endurecer algunas de las metas como por ejemplo la monetaria de financiamiento del BCRA al tesoro, y eso va a implicar que el gobierno tenga que salir a financiar todavía más con el mercado privado de deuda. Si el gobierno se ve obligado a eso, tendrá que ofrecer una tasa alta para lograr financiar el déficit y eso puede terminar ajustando todavía más el gasto". De esta manera, Pertierra concluye que las metas monetarias con foco en contener la inflación pueden ser una vía de impacto sobre el gasto.
"Generar una tasa de interés real positiva puede aportar como ancla pero no hay que perder de vista el impacto negativo que puede traer en los niveles de inversión y por ende en la actividad", complementa Schuffer refiriéndose específicamente a la mención del FMI.
Lo cierto es que bajar la inflación es un objetivo económico central del gobierno. Cuando entre 2018 y 2019 se aplicó como receta el clásico modelo de ajuste recesivo con contracción de la economía, buscando el déficit cero, la inflación perforó el techo de los 50 puntos cerrando en 53,5 por ciento. Esto pone de relieve que la reducción del déficit per se no garantiza un efecto de reducción de la inflación.
Un problema histórico
Aún con este análisis, los especialistas coinciden en que el acuerdo no es determinante en la disparada o no de los precios internos: "El entendimiento no aporta ninguna solución para el problema inflacionario. Lo tiene que conseguir el gobierno en un esquema de romper la inercia inflacionaria", asegura Pertierra y agrega: "Tiene que anunciar un cronograma de aumentos de energía y combustibles, por ejemplo, para darle cierta previsión a las empresas que hacen que aumente por las dudas".
"El acuerdo no va a ayudar ni a subir ni a bajar la inflación si no se ataca el problema con una política antiinflacionaria clara", agrega en el mismo sentido Lorenzo.
"El acuerdo en sí no es garantía de estabilización de los factores que inciden sobre la inflación, aunque un escenario de no acuerdo podría haber empujado a mayor volatilidad. En la medida que los acuerdos de precios se logren sostener y se puedan engrosar las reservas del Banco Central, es de esperar que la presión inflacionaria se reduzca", concluye Epstein.