La temporada que Juventud Antoniana venía llevando adelante en el Torneo del Interior 1995 era soñada. En un certamen que otorgaba plaza directa al Nacional B el equipo levantaba la ilusión del pueblo santo.
Ya en la segunda ronda el conjunto demostraba su chapa de candidato, siendo protagonista de una de las goleadas más impresionantes en la vida futbolística del club: 10 a 1 le ganará a Independiente Rivadavia de Mendoza en el santuario de la calle Lerma.
Aquella tarde se lucieron muchas de las grandes figuras del equipo. Entre ellos, Marcelo “Roña” Cortés, un muchacho nacido en las entrañas del club que desde los 12 años defendía los colores antonianos y que a los 15 ya había debutado en primera división.
Un contexto para el doping en Argentina
Desde mediados de los años '70 comienzan a aparecer los casos de dopaje en el fútbol argentino, y en 1980 se efectiviza la implementación de controles regulares en partidos oficiales.
En su gran mayoría las sustancias iniciales encontradas tenían que ver con la efedrina. Luego aparecerán, en menor medida, las anfetaminas y metanfetaminas como sustancias activas.
A este incipiente contexto comienzan a sumársele, a principios de los '90, las repercusiones dadas por los resultados positivos de cocaína que Diego Maradona tuvo en su carrera europea.
El Mundial de 1994 y la polémica suspensión que Diego sufrió volvió a traer el tema del dopaje agitando la polémica, los debates y unos cuantos fantasmas de estigmatización social.
Hasta junio de 1995 no existían casos de doping positivo por cocaína en el fútbol argentino. Sin embargo, será en un partido disputado el 18 de junio entre Rosamonte de Misiones y Juventud Antoniana de Salta, donde la noticia irrumpirá con virulencia mediática y social. Los dedos señalan y comienza otra historia.
Coquear como forma de vida
El coqueo (mascar hojas de coca) en Salta es un rasgo cultural ancestral acarreado hasta el presente. El uso tiene que ver con una identidad colectiva, en la que inclusive su práctica homogeneiza atravesando clases sociales. La hoja de coca circula sin ningún tipo de impedimento, se vende en cualquier comercio a la vista todos. No hay ocultamiento.
Para el salteño la coca es un elemento identitario, aunque visto de lejos y con desconocimiento, es transmitido como un peligro para la sociedad al ser pensado como cocaína, obviando la cuestión central: para producir el clorhidrato se usa solo uno de los catorce alcaloides que posee la hoja, al tiempo que para llegar a dicha sustancia se le agregan varios químicos y un complejo proceso de elaboración.
“Nosotros somos una familia que toda la vida hemos coqueado. Coquear es una costumbre, es algo que me sienta bien”, comienza su relato Marcelo Cortés. “Me acuerdo que había un señor hincha de Juventud que vivía a la vuelta de la cancha y me regalaba coca antes de viajar con el equipo. Era algo normal, nadie lo escondía, si hasta jugando al fútbol coqueaba. Con “el Guacha” Flores nos poníamos una coquita y jugábamos los partidos”, rememora.
Temporada 95 y el viaje a Misiones
“Mi carrera venía fabulosa, fue un año en que ‘la rosa se abrió’. Me querían comprar de San Juan. Venía todo muy bien, tenía una buena pegada, hacía muchos goles de tiro libre y además teníamos un gran equipo…”, relata Cortés en relación a la temporada de 1995.
Hacia junio el combinado antoniano debía viajar a Misiones a enfrentarse con el Club Deportivo Rosamonte de la ciudad de Apóstoles, con la intención de mantener la ilusión de lograr el titulo máximo. Aquel partido, un 18 de junio, lo ganará el equipo salteño por 3 a 1.
Sin embargo, aproximadamente un mes después una noticia irrumpe la vida social y deportiva antoniana. “Un día me llama Tito Rodríguez, que era el presidente del Club, a su estudio contable y me dice ’che Roña, te salió el antidoping. Yo quiero que me digas la verdad’. Le comento que para nada, que no había consumido nada prohibido, y me dice ‘listo, te creo, nos vamos a hacer ya una rinoscopia ‘. Y ahí nos fuimos a que me hagan el estudio que obviamente salió negativo”.
Aquel día notificaban al Club de la situación advertida en el partido contra Rosamonte, al mismo tiempo que le daban el encuentro por perdido.
“Esa noche lloré como nunca, estaba muy triste, también toda mi familia. Además todos preocupados me preguntaban si era cierto, que les diga la verdad... a todos tenía que decirle lo mismo, que no había hecho nada. Fue un infierno. Encima al otro día en mi trabajo estaban los periodistas buscándome para hablar. Salí a dar la cara porque no tenía nada que ocultar pero no sabía como actuar. Esos días fueron un calvario para mí, todos me daban con un caño. Salieron a decir que era cocaína de alta pureza sin preguntar, ni confirmar, ni nada. Aparecía en todos lados que Marcelo Cortés de Juventud Antoniana había consumido cocaína, me mataron. El periodismo se la pasó metiendo el tema para vender. Todos los días aparecía algo en los diarios o en la radio”.
Cortés ya había cumplido la suspensión de tres meses que había recaído sobre él, sin embargo, la estigmatización y sobre todo la judicialización del tema, seguía latente. “Cuando pasó todo esto yo tenía que ir a declarar a Misiones porque me habían abierto una causa allá, y no fui nunca, ya había pasado todo. Entonces un día directamente me fueron a buscar y me detuvieron en el Club. Estábamos jugando un domingo, inclusive ese día hice dos goles, me llaman cuando termina el partido para que vaya a la Secretaría del Club. Yo pensé que nos iban a pagar, pero había tres policías de civil y me dicen que los tenía que acompañar porque no me había presentado a declarar, así que me llevaron a la Policía Federal. Por suerte alcancé a avisarle a mi hermano que había ido a ver el partido… al otro día me llevaron a Misiones y ahí nomás me dieron el sobreseimiento de todo. Pero fue realmente inaudito”.
Epílogo sin autocrítica oficial
Desde las altas esferas del fútbol argentino nunca llegaron las disculpas, ni para el jugador ni hacia la institución. No se revisó semejante acusación, ni se resarció aquel error. El daño ya estaba hecho. “Por suerte el Club se portó muy bien conmigo, creyeron en mí. La sustancia que salió y se lo demostraron los bioquímicos que trabajaron con nosotros a la AFA, eran rasgos de coca del coqueo. Yo coqueaba mucho, eso no es oculto, y lo sigo haciendo hasta el día de hoy. Al parecer eso hizo que sea positivo”.
Marcelo Cortés hoy todavía duda en hablar del tema, pero siente que no tiene nada que ocultar y que lo mejor que le puede pasar a él y a su familia es seguir diciendo la verdad “Es una ignorancia total lo que pasó conmigo. Inclusive después de todo el revuelo que se armó con el caso, en la Legislatura de Salta se habló mucho el tema y querían buscar la manera de legalizar completamente el uso... se siguió hablando muchísimo después”.
El ex jugador trabaja hace más de 30 años en el Poder Judicial, desde que era profesional. Sus hijos también encararon una meta en el fútbol profesional y su hija está pronta a recibirse en la carrera de Derecho.
Marcelo carga con el estigma de ser el primer jugador que dio positivo por cocaína en la historia del fútbol argentino y este error, del cual nunca nadie se retractó, le trajo grandes problemas en aquellos días y podría haberle generado muchos más si en su entorno familiar y deportivo no hubieran confiado en su palabra. “Siempre dije que el tiempo dirá la verdad, siempre pensé eso, y así fue”, subraya el ex jugador santo.
La experiencia de Cortés es la muestra del desconocimiento, la estigmatización y la búsqueda de un chivo expiatorio que funcione como válvula de escape a una situación generada por la opinión pública y fogoneada por el periodismo amarillista, en gran medida desde la centralidad del poder, sin tener en cuenta la diversidad cultural de un país que supera ampliamente las fronteras de Buenos Aires.
No estaría mal pensar en borrar a Cortés de aquella lista acusatoria de dopajes positivos, que, lejos de generar un acompañamiento o ayuda a quienes lo necesitan, termina siendo una lista negra en un fútbol cada vez más oscuro y no justamente por culpa de los jugadores.
* Las imágenes son gentileza de @HistoriaCJA