La alfombra roja del Festival de Cannes 2017 se hizo eco de los dictámenes de las últimas colecciones de alta costura y de las prédicas estéticas de las actrices, al tiempo que hizo apología de los volados barrocos, pero también cobijó celebradas osadías. Susan Sarandon se paseó con un vestido verde de terciopelo de Alberta Ferretti con un pronunciado tajo y escote ídem que llevó con mucho más ímpetu y gracia que alguna de las jóvenes y bellas modelos de la camada Gigi Hadid y Kendall Jenner. Pero Susan, con 70 años, también recurrió en otra caminata por la alfombra de Cannes a una falda larga de cuero y una camisa blanca de Chanel: su accesorio favorito para ambas irrupciones en la pasarela de la Croisette fueron simples gafas de sol.  

Por su parte, Tilda Swinton volvió a erigirse en ícono de la moda, con su vestido largo blanco y austero del diseñador Haider Ackermann. Como indicador del nuevo furor del rosa pálido, la actriz Uma Thurman irrumpió con un modelo de Atelier Versace mientras que Juliette Binoche recurrió al blanco pero en una variante de la firma Chloé.

Juliane Moore se proclamó por un vestido rojo de Givenchy Couture y también –en un cambio de vestuario y de veladas– por una falda en tono nude de Chanel Couture y un largo vestido Vuitton. Nicole Kidman optó por un vestido camisero en versión soirée en tono oro y crudo de la etiqueta Rodarte, pero también vistió un modelo de la última colección Dior Couture, con silueta New look y bordados.

El nuevo regreso de la falda corta fue ilustrado por los atuendos de Charlotte Gainsbourg. La actriz optó por dos modelos de Saint Laurent: por un lado un vestido símil remera en tonos plata que recordó a postales vintage y modismos de su madre, la bella Jane Birkin; por otro un vestido negro corto con un hombro al descubierto. Pero ninguna superó en tono risqué a Charlotte Gains y su modelo con transparencias exhibió su cuerpo embarazada de nueve meses y previo a parir su tercer hijo. Lejos del fashionismo, uno de los atuendos más comentados fue el que vistió Miri Regev, la primera ministra de Israel. Su recurso ornamental fue una falda pintada con un paisaje urbano de Jerusalén ideado por el diseñador israelí Aviad Herman.