El jueves de la semana pasada ocurrió una de las peores masacres vinculadas con la droga en la Argentina de los últimos tiempos. El tratamiento mediático y social que recibió la noticia fue un espanto: dejó en evidencia la estigmatización, el prejuicio y la ignorancia con respecto al consumo de sustancias. A partir del episodio, afloró un grado de discriminación y una maldad que sorprenden y mucho. Me llamó la atención la rapidez con la que reaccionaron los responsables del área de Salud de la Provincia, informando a todos los hospitales sobre el caso y dictando protocolo de actuación para tratar los efectos del opioide que, al parecer, usaron para cortar la cocaína.
La estigmatización al consumidor
Lo interesante y para destacar del comunicado fue que se solicitó que
no hubiera un señalamiento de las víctimas y también pidió no
responsabilizar a quienes cayeron en esta tragedia, un hecho de una
crueldad fuera de este mundo e imposible de entender. No es algo que
suceda a menudo; ni acá ni en otros países. El comunicado hablaba
también de reforzar el acompañamiento a cualquier persona que
consuma droga y requiera atención médica, sin juzgar ni estigmatizar.
Por otra parte, en los medios se compartieron imágenes de los
envoltorios de esta cocaína adulterada para ayudar a lxs consumidores
a reconocer la droga envenenada. Según los especialistas, este puede
ser un modo muy efectivo de prevenir nuevos daños en forma rápida.
Muchxs se burlaron de la instrucción de descartar cocaína comprada en las últimas 24 horas. Eso es lo mínimo que debería hacer el Estado frente a una emergencia sanitaria, como declaró la provincia de Buenos Aires. No entiendo cómo frente a una medida seria y responsable de prevención, la respuesta de gran parte de la sociedad sigue siendo la bufonada. ¿No nos viene bien nada? En definitiva, lo que acá está en juego es una sumatoria de prejuicios que exhiben desinformación en algunos casos, y en otros, una llana maldad de la gente que parece perdonarle adicciones a cierta clase social al mismo tiempo que las condena en otra. Todo indica que cuando hablamos de personas de bajos recursos el enfermo se confunde con el narco. Aparentemente, los narcos solo son «extranjeros», viven en asentamientos y operan de una manera independiente del poder político y de las fuerzas de seguridad. ¿Acaso no hay narcos que viven en countries?
La guerra contra el narcotráfico
Al respecto, Sergio Berni dijo que la guerra contra el narco ha fracasado. ¿Qué piensan hacer? me pregunto. ¿Qué estrategia seria pueden llegar a tener nuestros representantes? Hasta ahora, ninguna de las acciones que llevan adelante parece dar resultado. Lo más triste es que todos saben dónde se vende la droga y nadie hace nada. En nuestro país solo podemos actuar cuando hay muertes, cuando alguna tragedia se lleva puesta una buena cantidad de vidas.
A nuestros representantes les pregunto: ¿no es momento de dejar de tirar la mugre bajo la alfombra y hacerse cargo de esta problemática social? El tabaco y el alcohol hacen tanto daño como algunas sustancias ilegales, sin embargo, los Gobiernos las regulan. ¿No debería suceder lo mismo con las drogas prohibidas? ¿No sería mejor un Estado presente que advierta a sus ciudadanes con información fidedigna? Quizá hasta podría ser efectivo que se difundieran también datos concretos acerca de los tipos de sustancias halladas en la cocaína cortada y sus efectos en el organismo. ¡No volvamos a Fleco y Male, por favor! Necesitamos un Estado que se haga cargo. No políticos que tiren agua para su molino, utilizando estas muertes para dar clases de moral.
Hoy tenemos todas esas familias destruidas. Mis condolencias a todos
los familiares y amigos.