Reacher (estreno de Amazon Prime Video el último viernes) es una versión más del camino del héroe. En principio porque la transposición está basada en la primera de las veintiséis novelas escritas por Lee Child (su franquicia ya cuenta con dos versiones cinematográficas estelarizadas por Tom Cruise). El protagonista, como reza el monomito, atraviesa diversas etapas: dar el primer paso, sumirse en el caos hasta la reconversión final. Corren los créditos del octavo episodio y queda claro que Jack Reacher logró cumplir su trabajo (no queda tan claro si sacó alguna enseñanza la aventura). Al fin de cuentas eso es lo que importa en la saga sobre este exmilitar nómade, experto en el combate cuerpo a cuerpo y con exquisitos dotes investigativos, detective parco que gana cualquier contienda movilizado por las ansias de justicia allí donde el sistema no llega. La intención del showrunner Nick Santora (Scorpion, Prison Break) es evidente: ésta ha sido solo la primera parada de un largo viaje.

Suena el clásico blusero “Smokestack Lightnin” de Howlin' Wolf, Reacher (Alan Ritchson) se baja de un colectivo de la línea Greyhound en un cruce de caminos perdido en Georgia. ¿Qué demonios hace una mole de un metro noventa y casi cien kilos en Margrave? Eso mismo se preguntan los oficiales al detenerlo como sospechoso de un crimen. El pequeño pueblo lidia con un raid homicida inédito y muchos testigos apuntan al forastero. El tipo es un paria, un militar retirado y condecorado con cuanta medalla tenga el ejército que ha decidido vagar por los Estados Unidos con lo mínimo indispensable. Las primeras escenas recuerdan, y mucho, a Rambo (Ted Kotcheff; 1982). “No he matado a nadie. A menos en este pueblo”, se defiende. Llegó hasta allí en búsqueda de su hermano y acaba liado a una conspiración criminal que buscará desatar y eliminar a su modo.

Como sucede con otras ficciones basadas en lobos esteparios armados (de Jack Ryan a Banshee, pasando por Strike Back y Bodyguard) la diligencia del protagonista se antepone a la trama y a los personajes secundarios. Reacher es una árida excursión por el thriller y el suspenso como abono para la acción. Por otro lado, tal como su nombre lo indica, busca explorar las dos facetas del sujeto. En ese sentido, la serie es un festival para el muscular Ritchson, quien escupe las líneas mientras deja un tendal de rivales a su paso. Las escenas físicas son de lo mejor de la ficción que hace un esfuerzo por ser fiel a la obra literaria que tiene como fuente. La trama detectivesca, las elucubraciones mentales del protagonista, sus frases matadoras y el ritmo acompasado, sin embargo, resultan un entretejido al que se le notan los hilos.

Gran parte del charme de Reacher –del personaje y la serie- radica en que se trata de un concepto más que de un sujeto con el que se puede empatizar. De métodos inescrupulosos e hiperviolento pero con una sagacidad asombrosa para descifrar enigmas. Es un vengador anónimo, un justiciero y outsider del que se conoce poco y nada (su vida de fajina es un gran signo de pregunta) pero que resuelve los entuertos y los casos con un pragmatismo capital. “Vine, hice quilombo y vencí”, podría ser la carta de presentación del “expendable” que ha decidido trabajar por su propia cuenta.