El papa emérito Benedicto XVI pidió perdón a las víctimas de abusos por parte de miembros de la Iglesia mientras él ejercía como arzobispo de Munich. En ese sentido, expresó su “profunda vergüenza” por lo sucedido después de que se conociera un informe que lo vinculó con el encubrimiento de los casos de pederastía.

"A todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón", planteó el pontífice emérito en una carta divulgada por el Vaticano.

Ratzinger, nacido en Alemania en 1927, dijo: "He tenido una gran responsabilidad en la Iglesia Católica. Tanto más grande es mi dolor por los abusos y errores que se han producido durante el tiempo de mi mandato en los respectivos lugares".

"Cada caso de abuso sexual es terrible e irreparable. A las víctimas de abusos sexuales va mi más profunda simpatía y lamento cada uno de los casos", agregó el papa emérito, que desde su renuncia en 2013 vive en el monasterio Mater Ecclesia de los jardines vaticanos.

Junto a la carta de Ratzinger, el Vaticano adjuntó un análisis llevado a cabo por varios colaboradores del papa emérito. En el documento se admite que sí estuvo presente en una reunión el 15 de enero de 1980 en la que se habló del sacerdote acusado de múltiples casos de abusos, pero añade que "no es cierto" que el pontífice emérito conociera los abusos.

"Los documentos muestran que en la reunión en cuestión no se trató el hecho de que el sacerdote hubiera cometido abusos sexuales. Se trataba exclusivamente del alojamiento del joven Sacerdote X en Múnich, porque tenía que hacer terapia allí. Esta petición fue atendida. El motivo de la terapia no se mencionó durante la reunión", adujeron los defensores de Ratzinger.

El caso por el que se acusa a Benedicto XVI

En 1980 el entonces vicario de Renania del Norte-Westfalia, Peter Hullermann, fue acusado de haber cometido graves abusos sexuales contra niñes. Al saberlo, sus superiores lo transfirieron a Baviera, donde repitió sus delitos.

En 1986 un tribunal lo condenó a prisión condicional y la Iglesia católica germana volvió a trasladarlo a otra ciudad. Allí ofició como sacerdote durante aproximadamente 20 años y, según las denuncias, reincidió.

Finalmente, en 2010, bajo el mandato papal de Benedicto XVI, el cura pedófilo se vio obligado a jubilarse, pero ese mismo año estallaron las primeras grandes revelaciones de pedofilia en la Iglesia católica de Alemania. El vicario general Gerhard Gruber asumió la responsabilidad y dijo en 2010 que Ratzinger, ya Papa, no tenía conocimiento del pasado de Hullermann, algo que aún deberá ser establecido judicialmente.