Pasolini anhelaba sus “lucciole”, las luciérnagas de su Friuli natal: pequeñas luces de resistencias, tenues y perseverantes. Advirtió de un nuevo fenómeno entonces, el consistente en la mutación monstruosa de una masa mayoritariamente plana, nivelada y sorda, incapacitada para cualquier acto de resistencia. Dejó dicho que nada nos humaniza más que la aporía, ese estado de intensa perplejidad del que surgen inestables contradicciones o paradojas irresolubles.
Esa aporía de la deuda. La deuda, porfiada sombra, siempre vuelve. Pegajosa, turbia, concreta. Vuelve como una raya de coca esnifada años atrás. Hoy se presentan los síntomas, la sobredosis, los espasmos. Esa abstinencia parda que heredamos a la fuerza y que ahora nos atraviesa.
Hace falta coraje para dar rienda suelta a los dolores enjaulados. “Ahí va el tonto del Fondo”, le gritó un viandante en Madrid al expresidente español del FMI Rodrigo Rato, en una de sus salidas de la cárcel en libertad condicional. Ese alarido de “tonto” aglutina toda la furia de la humanidad. ¿Cuántos tontos ideológicos ha adiestrado el Fondo en sus últimos 77 años? Mejor no saberlo. La deuda duele y no repara. Un realismo crediticio que cuando se embalsa formando burbujas especulativas tiende a desbordarse anegando con sus deudas insolventes la economía real.
El pasado no es solo historia, es también memoria, y el paisaje ofrece una realidad distinta según la mirada de quien lo contempla. No hay país que no guarde un cadáver en su armario. El nuestro también. El gran “Deudor” se refugió en la Fundación FIFA después del naufragio de un gobierno que hacía sonar el “himno de la alegría” con la orquesta del Titanic. Un remanso extravagante de mil millones de euros para reconstruir instalaciones deportivas. De países no dice nada. Sin culpas atávicas respira esa paz calma de barriga caliente.
La vulnerabilidad es una sensación incómoda, de hecho nos pasamos la vida tratando de disimularla. Hoy la FIFA no lo disimula, se siente vulnerable. La deuda, maldita deuda, que siempre vuelve, ha tenido mucho que ver. Hace unos meses se formalizó un frente común entre el FIFPRO, el sindicato mundial de futbolistas que representa a 38.000 jugadores profesionales de 40 países; el Supporters Direct, la federación de hinchas más representativa de Europa, activa en 50 países; y la ECA, la Asociación Europea de Clubes que integra a 220 clubes para exigir un cambio radical en la gobernanza del fútbol internacional. La rebelión contra la FIFA y la UEFA es una prueba definitiva que las viejas estructuras del fútbol internacional deben cambiar. “Este documento representa la nueva era. Las consultas ya no son suficientes, necesitamos participar en los acuerdos de gobierno”, expresó Jacco Swart, director ejecutivo de las Ligas Europeas. Por su parte el alemán Jonas Baer-Hoffmann, presidente de FIFPRO, manifestó : “Hace menos de cinco meses hemos asistido a la presentación de una Superliga y un Mundial cada dos años; esto sumado a la sobredimensionada deuda de los clubes nos ha hecho reaccionar e intervenir. La negociación sin capacidad de influir es una forma de mendicidad.”
Toda victoria incuba una derrota, en especial cuando el vencedor la quiere absoluta.
En este eclipse de utopías un ojo grande necesita de un buen párpado para ocultar la mirada. Para el que mira sin ver, cantaba Atahualpa, “la tierra es tierra, no más”. Para Macri también. El Fondo se lo agradecerá eternamente.
(*) Exjugador de Vélez, y campeón Mundial Tokio 1979